El novedoso libro digital escrito por un deportista y psicólogo clínico de profesión que se prepara para tomar los pinceles y dedicarse a la pintura 

Un deportista puede estar físicamente bien preparado para competir, pero no llegará muy lejos si no lo está mentalmente: “El psiquismo interviene en cada movimiento, sentimiento o acción del ser humano… No existe posibilidad alguna de aprender una destreza deportiva sin que influya nuestro cerebro”.


Así expresa Leonardo Tarqui, psicólogo clínico, en su libro Herramientas Psicológicas Aplicables a la Actividad Física y el Deporte. Un libro singular, en versión digital, quizá el primero de esta naturaleza editado en Cuenca, al menos en lo deportivo.


Aunque la temática es deportiva, el contenido interesa a todos, pues hoy las más diversas actividades físicas conducentes a fortalecer el cuerpo y mejorar las condiciones de salud, se las realiza en parques, avenidas, en sitios de recreación, en gimnasios y hasta en “bailotecas” que no faltan en cada barrio.


Tarqui, graduado en Sicología Clínica en 2006 en la Universidad del Azuay, fue primero atleta, en la especialidad de triatlón, con participación en certámenes nacionales e internacionales. Tiene un masterado en Psicología de la actividad física y el deporte, en España, y otro en inteligencia emocional, en el Ecuador.


Su libro aborda en toda su amplitud la incorporación de la sicología a la actividad deportiva, a partir del primer Congreso Internacional de Psicología del Deporte, en 1965 en Roma. En 1972 se produce un evento similar, a nivel latinoamericano, en Antofagasta, Chile, y el mismo año la Universidad Central del Ecuador dicta un seminario taller sobre la materia, en Quito.


En Cuenca, en 2007 se desarrolla el primer Seminario Taller de Psicología del Deporte, en respuesta al alto nivel que desde años atrás había alcanzado el deporte, con figuras consagradas de elite internacional y mundial, pues se consideraba ya imprescindible que los especialistas participaran en la preparación de los deportistas y los acompañaran en sus actuaciones dentro y fuera del país.

 

El libro presenta técnicas que sirven para manejar los estados emocionales en el ejercicio físico, en las competiciones; en la relación con los adversarios en las pruebas, la aplicación del juego limpio, en la planificación de los entrenamientos, en el aumento de la autoestima...
 

El libro presenta técnicas que sirven para manejar los estados emocionales en el ejercicio físico, en las competiciones; en la relación con los adversarios en las pruebas, la aplicación del juego limpio, en la planificación de los entrenamientos, en el aumento de la autoestima, el autocontrol, o las reacciones frente a los triunfos o las derrotas, la influencia de la falta o el exceso de confianza que pueden traer efectos contraproducentes en los resultados.


En los tiempos actuales la vida agitada genera situaciones de ansiedad, estrés, que acompañadas de inapropiados hábitos de alimentación o trabajos bajo presión, han llevado a buscar mecanismos de salvación en la cultura física. El libro ofrece, para ello, recomendaciones, ejemplos de ejercicios y técnicas aplicables en el deporte o en la vida diaria.


El autor aclara que el propósito no es presentar fórmulas para ganar en el deporte, ni mecanismos sustitutivos del entrenamiento, ni promete aumentar el potencial físico de los deportistas, sino que instruye sobre el aprovechamiento de las potencialidades mentales para que el ejercicio físico se complemente con el mental –la concentración-, considerando que el hombre es un ser biológico, psicológico, social y espiritual.


La publicación llena un vacío sobre estos temas inherentes al deporte, a la vez que es oportuno cuando el país, particularmente Cuenca, cuenta con figuras cimeras en las más variadas disciplinas y aún más, cuando esta ciudad, una vez en funcionamiento el Centro de Alto Rendimiento, acogerá a deportistas de categoría mundial que aprovecharán la infraestructura física, el clima y la variedad geográfica de la zona para sus rigurosos entrenamientos.


Leonardo, con 30 años de edad, tiene mucha inquietudes culturales y anuncia que no está lejano el día en el que agarrará los pinceles para dedicarse a la pintura, siguiendo el camino de su padre, Manuel Tarqui, artista plástico de reconocido prestigio en el país.

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