AVANCE, por principio, ha evadido los temas de la delincuencia, la crónica roja y el espectáculo macabro de sangre, robos, violaciones y atentados, comidillas del común de los medios de comunicación del país, especialmente la TV y la radio. Ha querido ser una alternativa para que el lector respire aires saludables y disfrute de notas positivas reconfortantes del espíritu, que alienten signos positivos de vida y convivencia.
Pero es inevitable un paréntesis frente al espanto y temor que mantienen en zozobra a los ecuatorianos –de las ciudades y el campo-, por la irrupción desenfrenada del crimen con poder y organización mayores al poder y la organización de las entidades responsables de la seguridad pública y privada. La delincuencia se les ha ido de las manos, ha desbordado.
Frente a esta realidad, es clamor de supervivencia, exigir acciones más que discursos, declaraciones, proclamas y entrevistas de las autoridades de todos los niveles de gobierno, para afrontar con hechos y resultados semejante amenaza de disolución, de muerte y destrucción de la sociedad, como no se oculta en los actuales tiempos.
También es indispensable clamar porque ciertos medios –incluidos los que maneja el Gobierno- dejen de ser escuelas de formación de delincuentes, solazándose en forma truculenta, morbosa, con la crónica roja y la apología de la delincuencia. Nadie ignora el influjo de los medios en la conducta colectiva.