Por Julio Carpio Vintimilla
Lo fundamental de Gramsci es su énfasis en la conciencia y la formación revolucionarias. Algo parecido, en el fondo, a la retórica recomendación de Velasco Ibarra: ¿Queréis la revolución? Hacedla, primero, en vuestros corazones. Otra consecuencia de esta visión: Los intelectuales tienen, en el proceso, una participación decisiva. Fue Gramsci, precisamente, quien ideó aquello de los intelectuales "orgánicos"
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Nosotros lo vivimos. Y, por supuesto, podemos dar testimonio de ello. Una muestra de la experiencia. Dábamos clase. (Facultad de Filosofía / Universidad de Cuenca.) En cierto momento, -- en la terraza de un edificio vecino al nuestro €“ empezaba a sonar, a todo volumen, un poderoso altoparlante. Mercedes Sosa €“ con una voz que sonaba distorsionada €“ cantaba la canción Luna Tucumana. Los estudiantes, automáticamente, cerraban los cuadernos de notas; y se preparaban para salir. La famosa Negra se callaba; o la hacían callar. La voz de un improvisado anunciador la reemplazaba: La Federación de Estudiantes invita a todos los compañeros a la reunión que se realizará, a las seis de la tarde, en el Teatro Universitario / Una variación. Dábamos clase por la noche. En un momento de esos, se iba la corriente eléctrica. Un masivo grito de alegría estallaba en el pabellón oscurecido Los estudiantes abandonaban el aula, como podían. Alguien explicaba: En la Facultad de Economía, estudia un trabajador de la Empresa Eléctrica. Á‰l sabe cómo producir estos cortocircuitos / Bueno ¿Se sancionó alguna vez al abusivo perifoneador o al inescrupuloso oscurecedor? La respuesta €“ que, en un país normal, parecería increíble €“ es no. ¿Y por qué no? Pues, por la sencilla y muy contundente razón de que, en aquellos años, la FEUE (Federación de Estudiantes ) mandaba, de hecho, en las universidades públicas del país. De esto, hace ya un buen par de décadas. Y, al recordarlo, -- por una de esas impensadas sorpresas -- venimos a darnos cuenta de que habíamos estado viviendo una verdadera revolución: la Revolución Gramsciana. Sí, señor. Á‰sta es la misma que €“ con el seudónimo de Ciudadana €“ triunfó, en el año 2006, en el Ecuador. A explicar.
¿Y por qué Gramsciana? Pues, por Gramsci. ¿Y quién es Gramsci? Ahí va. Antonio Gramsci (1891-1937) fue un inteligente y creativo pensador marxista italiano. (Condición bastante difícil de encontrar. Piense usted, por ejemplo, en los superficiales, verbalistas e intrascendentes "pensadores" ó "filósofos" marxistas latinoamericanos.) Con cierta frecuencia, se describe a Gramsci como el marxista de las superestructuras. Su vida fue más bien penosa Pero, bueno, vamos a lo que vamos. Un día, Gramsci, se dio cuenta de que la revolución social, en los países industriales avanzados, no se producía ¿Qué estaba pasando? Pues, que una parte de su muy apreciada teoría marxista era defectuosa y fallaba. ¿Qué hacer, al respecto? Había que pensar y actuar de otra manera. Es decir, no había que esperar, pasivamente, que las solas y maduras condiciones económicas, de aquellos países, produjeran la anunciada revolución proletaria. Gramsci propone, entonces, actuar al revés: actuar sobre las superestructuras. Y, así, llegar, gradualmente, con el tiempo, a transformar la esencial y fundamental estructura económica. (La base del "bloque hegemónico", según su propia terminología.) El poder político desnudo no garantiza el triunfo de una revolución (La burguesía puede seguir controlando los muy poderosos aspectos culturales de la sociedad: religión, civismo, ética, ideas, creencias, doctrinas diversas ) La "hegemonía" €“ el triunfo verdadero €“ es el control completo del poder político y del poder cultural. Para lograr esto, la clase revolucionaria debe ser, a la vez, dominante y dirigente. (Dominante: poseedora del dicho poder político. Dirigente: capaz de comprender en forma cabal a su sociedad; y de movilizarla y guiarla. Lo uno no servirá sin lo otro.)
Antonio Gramsci, filósofo y político comunista italiano (1891 - 1937) |
Objetivo estratégico de Gramsci: la revolución social. Tácticas para lograrlo: acciones sobre los aspectos culturales de la sociedad y organización política de los revolucionarios. ¿Y no fue esto, justamente, lo que hicieron, en el Ecuador, los diversos socialismos? (Con mayor efectividad, según parece, que en ningún otro país latinoamericano; salvo Cuba, que €“ como se podrá comprender €“ es un caso distinto.) Hemos hablado ya antes €“ con otros enfoques €“ del asunto presente. Así que, aquí, sólo añadiremos, o acomodaremos, unos cuantos detalles. (1) El proceso se inicia con la intervención de los primeros grupos socialistas y anarquistas, a finales de la década del diez del siglo pasado. (La algo mitificada huelga guayaquileña de Noviembre del 22 y la Revolución Juliana, del 26, son dos hitos importantes de este comienzo.) (2) El proceso de control fue gradual hasta 1969. A partir de este año, -- con el libre ingreso estudiantil €“ el proceso se aceleró muchísimo. (3) En el período gradual, la universidad preparaba profesionalmente a la juventud; y €“ como un complemento oficioso €“ la preparaba, también, políticamente. (Actividades estudiantiles. Nunca hubo, en el Ecuador, una verdadera formación política partidaria. La universidad se encargó, informalmente, de ello.) En el período acelerado, las prioridades, de hecho, se invirtieron: Primero, lo político; segundo, lo profesional. (Así, se produjo la catástrofe académica...)
Incidieron también otros factores. (4) El control se logró en forma relativamente fácil. ¿Por qué? (a) El Liberalismo, en verdad, nunca tuvo un buen proyecto educativo. (Lo que hizo €“ el laicismo y el normalismo, por ejemplo -- fue demasiado poco o demasiado tarde. (b) El Populismo, fue menos proyectista todavía (No está hecho para tan altas y exigentes empresas.) (c) La permisividad de casi todos los gobiernos. Aun los regímenes que mejor podían actuar, para reformar la educación, no procedieron. (El Hurtadismo se cruzó de brazos El Borjismo, directamente, entregó la educación a los comunistas ) Hubo mucha inconsciencia pública Ningún gobierno fue capaz de frenar los excesos de los distintos grupos socialistas. (d) Adoctrinar es labor sencilla. Es nada más que un asunto de tiempo y repetición. Casi cualquiera puede hacerlo (Enseñar a pensar, en cambio, es difícil Se requiere verdaderos maestros para hacerlo.) Y, además, si los gobiernos pagaban los sueldos de los doctrineros
Resultado del proceso: Millones de semialfabetos adoctrinados; cientos de miles de profesionales incompetentes; una clase dirigente completamente mediocre; un núcleo duro y durable de izquierdistas radicalizados; una inconsistente mayoría electoral, dispuesta a apoyar toda clase de improvisaciones socialistoides y populistas... En definitiva: El Ecuador, uno de los países menos educados y menos desarrollados de América Latina. Eso pasó, eso ocurrió, eso se consumó. Esa es la triste historia. En eso, consiste el desconocido triunfo de Gramsci. Un triunfo único, incompleto y pírrico, desde luego Y, ahora, pongámosle al proceso los adjetivos que necesita: espontáneo, silvestre, extraño, inesperado, demagógico, absurdo, desastroso Y €“ para terminar €”recordamos, aquí, a Presley Norton; el agudo y directo arqueólogo guayaquileño. Y lo vamos a parafrasear. ¿En que país de cuento pudo darse semejante proceso? ¿Pudo darse el triunfo de un pensador anticuado y un poco extravagante? Pues, aquí, en Absurdistán, mis señores; en Absurdistán