La Municipalidad de Cuenca propone una ley que fije los procedimientos de solución a los diferendos territoriales que afectan a varias provincias, ciudades, cantones y parroquias del Ecuador

Las escuelas I de Enero de Cuenca, Azuay,   y Eugenio Espejo, de Balao, Guayas, separadas por la plaza central de Abdón Calderón. La segunda aparece rodeada de leyendas alusivas a la defensa territorial azuaya.

Absurdos conflictos limítrofes entre Azuay y Guayas alteran la paz al sur occidente del cantón Cuenca, donde más de seis mil personas defienden con sustentos legales e históricos su pertenencia al Azuay.

Son 22 comunas de Molleturo, parroquia rural de Cuenca, surgidas hace más de 30 años por la migración a la costa y varias llevan nombres asociados a sus orígenes: Abdón Calderón, Tres de Noviembre, San Miguel del Azuay, Manuela Garaicoa de Calderón o Hermano Miguel.
La presencia de entidades azuayas en los lugares no es reciente. En Abdón Calderón, la escuela 1 de Enero, creada hace 30 años, ha tenido siempre profesores del Azuay y los alumnos empiezan la semana entonando el Himno a Cuenca. En 1990 policías del Guayas irrumpieron en la escuela, golpearon y desalojaron a profesores y alumnos y se adueñaron del local, donde autoridades del Guayas crearon la escuela Eugenio Espejo.

El enfrentamiento entre policías del Guayas y ciudadanos azuayos ahondó el resentimiento de la población, pero los dirigentes se empecinaron en defender su pertenencia y construyeron una escuela más amplia. Los dos planteles fiscales, separados por la plaza central, son administrados por autoridades de Educación de las dos provincias. La del Azuay tiene 250 alumnos y la del Guayas alrededor de 20.

El colegio Abdón Calderón €“nombre del héroe niño nativo de Cuenca-, tiene 230 alumnos y varias veces ha habido intentos por desalojarlos con la fuerza pública del Guayas acatando reclamaciones de la Municipalidad de Balao, cantón cuya creación, el 17 de noviembre de 1987, fue el origen de los problemas que subsisten.

El cantón incluyó en su jurisdicción comunidades que desde sus orígenes habían sido azuayas y cuyos habitantes siempre han tenido relación con Cuenca y el Azuay. Gran parte de la zona en litigio había sido en la primera mitad del siglo anterior predio de una hacienda de Hortensia Mata, matrona afamada por sus grandes propiedades urbanas y rurales en el Azuay.

Campesinos de Chaucha, Shitmad, San Bartolomé, Guachapala, Oña, Chaucha y Molleturo €“poblaciones azuayas- llegaron a la zona a inicios de los años 70 del siglo pasado y se tomaron las propiedades, legalizándolas a través de los programas de Reforma Agraria. La confusión territorial los llevó a registrar los predios en Santa Isabel, Pucará, Cuenca o Balao, por lo que hay incertidumbre de jurisdicción, pero los vecinos quieren ser del Azuay y apelan al artículo 57 de la Constitución que les da derecho a "Mantener, desarrollar y fortalecer libremente su identidad, sentido de pertenencia, tradiciones ancestrales y formas de organización social".

En la entrada al recinto Abdón Calderón rótulos de las prefecturas del Guayas y del Azuay dan la bienvenida. Pero llaman la atención las leyendas pintadas en puertas y paredes de las casas con frases alusivas al Azuay o vivas a Cuenca y el Azuay, subrayando el orgullo de sus orígenes. Banderas amarillo y rojo de Cuenca flamean en balcones y ventanas. Es novedoso el fervor con el que los vecinos defienden su identidad.

En mayo de 2010, cuando obreros de la empresa de Agua de Cuenca, ETAPA, realizaban trabajos, irrumpió en el lugar un piquete policial respaldando a empleados municipales de Balao para impedir las obras. Hubo enfrentamientos con los vecinos, que siempre, armados de celulares o cohetes para la convocatoria, están listos para defenderse. Hasta entonces en el lugar había un puesto policial del Guayas, pero los habitantes lograron que también Azuay instale allí un retén: ahora hay, por separado, elementos pertenecientes a las dos provincias.

Marco Juca, Presidente del Comité pro Mejoras de Abdón Calderón, y 
Víctor Bueno, dirigente de la Comisión Sur de Molleturo, líderes de
la defensa territorial azuaya de sus comunidades, al pie del
monumento a Abdón Calderón, en la plaza central del lugar que lleva
el nombre del héroe niño.

En mayo pasado, elementos policiales del Guayas, protegiendo a funcionarios municipales de Balao, habían irrumpido en Abdón Calderón y comunidades vecinas para retirar los rótulos colocados por instituciones azuayas promocionando sus obras.

El 30 de noviembre, día del Censo, hubo también problemas: según la cartografía oficial los pueblos en litigio territorial iban a ser censados por maestros y estudiantes del Azuay, pero la autoridad censal correspondía al Guayas. La solución convenida fue que la información fuera entregada a un delegado del Instituto de Censos de Pichincha, para que a futuro fuera utilizada según la solución territorial de la aplicación de los mandatos de la Constitución.

No obstante, hubo personal de la Municipalidad de Balao que hizo presencia tratando de evitar que las papeletas fueran a Pichincha y hasta se amenazó con detener al funcionario del INEC de esa provincia delegado para vigilar el proceso. Pero al fin, con la presión de los habitantes, se cumplió lo convenido.

En todas las comunidades de la zona en litigio hay profesores, médicos, odontólogos, casas de salud y responsabilidades administrativas, pertenecientes al Azuay. Los habitantes han suscrito documentos notariados para afirmar su pertenencia al Azuay y han hecho llegar al Presidente de la República, a la Asamblea Legislativa y a diversas entidades oficiales, su disposición de pertenecer a esta provincia, pidiendo inclusive, como manda la Constitución, una consulta para ratificar su posición.

La Municipalidad de Balao ha emitido acciones coactivas para que los pobladores pagasen tributos pendientes hacia su jurisdicción, pero los vecinos han decidido no acatar tales trámites, a la espera de una solución definitiva y son numerosos los casos de personas que están inscribiendo sus propiedades en el cantón Cuenca.


Luz y Guía Campesina

El 4 de diciembre pasado la empresa municipal ETAPA entregó 300 teléfonos inalámbricos a los habitantes de Luz y Guía, otro recinto de Molleturo. En el acto estuvieron el Alcalde de Cuenca Paúl Granda y autoridades de la empresa municipal presididas por el Gerente, Oswaldo Larriva.

Fue oportunidad para que en el caserío se instalara una asamblea de habitantes de todas las comunidades que sufren litigio territorial y para que ratificaran su pertenencia al Azuay.
Sonia Flores, hija de un profesor de Cuenca que había sido de los primeros en "colonizar" la zona, reclamó una intervención decisiva de las autoridades para poner fin a los diferendos limítrofes. La unidad de los habitantes es total y se ha reforzado, precisamente, como consecuencia del conflicto.

Ella había sido muy joven cuando a inicios de los años 70 su padre, Gonzalo Flores, profesor, promovía la formación de una cooperativa agrícola en predios de la Compañía Frutera Suramericana donde eran explotados los azuayos que buscaron trabajo en la Costa. Así nació la Cooperativa Luz y Guía Campesina, tras tomas de terrenos y disputas con terratenientes, persecuciones y luchas amparadas por abogados cuyos nombres recuerda: Leonardo Rosero, Celio Romero Vicuña y Jaime Hurtado González.

La Cooperativa, asentada en Shagal, donde estaba la hacienda de Hortensia Mata, lleva ese nombre desde el viernes 14 de septiembre de 1973, cuando una asamblea de socios aprobó bautizarla así para que fuese pionera de las organizaciones campesinas de la zona, ejemplo y guía para las que vendrían luego. Inicialmente se la llamó Balao Chico, pero los dirigentes advirtieron que era más significativo llamarla Azuay, como se la llamó un tiempo, hasta que con el entusiasmo de las conquistas sociales se le consagró, definitivamente, como Luz y Guía Campesina.

Víctor Bueno, Presidente de la Comisión Sur de Molleturo, es portavoz de las comunidades. Ingeniero Comercial, que estudió la primaria y la secundaria en Abdón Calderón y ha sufrido desalojos y violencia por el desacuerdo territorial, lidera la posición irrevocable en defensa de su pertenencia al Azuay. Él recuerda al niño Jaime Sumba, de la escuela l de Enero, muerto a consecuencia de los golpes, gases y violencia del desalojo de profesores y alumnos en 1990.

 

La pertenencia al Azuay está expresada en profusión de leyendas en las paredes.

Abajo en la asamblea de habitantes de la zona que ratificó la adhesión al Azuay.

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