Iniciar un nuevo año y una nueva década en el siglo, es encrucijada importante para evaluar la existencia humana y proyectarla al futuro. Es tiempo de reflexiones y esperanzas, de destacar lo que más ha impactado en la colectividad.

El 2010 deja pesadumbre por la inseguridad contaminada de violencia y temores en todo el país, como maldición contrapuesta a la voluntad de cambio pregonada desde las más altas instancias públicas hasta los sectores ciudadanos. El Estado tiene deuda que saldar frente a la colectividad y en este ámbito deben centrarse grandes esfuerzos con urgencia. No se puede vivir, trabajar ni descansar bajo tanto peligro para la sociedad.

En esta temporada de comunes deseos de felicidad y paz, preciso es que haciendo un paréntesis a la rutina de los trabajos y los días, los gobernantes, los legisladores, las autoridades de Justicia y de la Policía €“ pobre Policía-, así como líderes sociales y los ciudadanos todos, convengan en la premura de encarar el fenómeno de la inseguridad que amenaza y agobia a los ecuatorianos. Sin seguridad, pierden significación todos los deseos de paz y felicidad de los que tanto se hace alarde al inicio de cada nuevo año. La inseguridad es tema de reflexión recurrente en esta edición de AVANCE al empezar el 2011.

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