Tanto se habla de “libertad de expresión” a raíz del conflicto entre Correa y los medios, que salta a la luz pública que pocas veces hubo en el país tanta libertad para debatir sin censura un tema tabú, tradicionalmente intocable, como es el de la comunicación social y su entorno social, político y jurídico
Manifestaciones de respaldo al diario El Universo, a sus directivos y al periodista sentanciados a prisión y multa. |
La sentencia contra diario El Universo por difamar el buen nombre de Rafael Correa Delgado, es el episodio extremo de la “pugna de poderes” entre el Presidente de la República y los medios de comunicación más grandes del Ecuador.
El 6 de febrero el editor de opinión de El Universo, Emilio Palacio, publicó bajo el título No a las Mentiras un artículo que dio causales para la querella. Era un comentario sobre la insubordinación policial del 11 de septiembre, cuyo desenlace fue el rescate del mandatario mediante un operativo con balas, muertos y heridos.
El artículo, aparecido casi cinco meses después de los hechos, cuando estaban en marcha los procesos legales contra los posibles responsables del levantamiento, hacía entender que el Presidente era culpable “de haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente…”
Una frase trivial, escrita sin pensar dos veces sobre las consecuencias, que se ha vuelto “célebre” gracias a la querella y sobre cuya intención y contenido poco han profundizado los defensores de la “libertad de expresión”.
El 30 de marzo Correa planteó la querella por injurias contra Palacio y Carlos, César y Nicolás Pérez, representantes legales y directivos de El Universo, reclamando una indemnización por 80 millones de dólares más tres años de prisión para los sindicados.
El Presidente había afirmado que si los acusados rectificaban su aseveración, pediría archivar el proceso, pero ellos no lo hicieron hasta el 19 de julio, día de la audiencia de juzgamiento, cuando en una carta a Correa señalaban que “le ofrecemos que nos haga llegar el texto de la rectificación exigida para disponer su reproducción íntegra, en el día y espacio que usted señale…”
Lo sensato y conveniente para el país sería que se depongan las posiciones prepotentes de los dos lados: es inaceptable la actitud oficial impositiva como lo es también el caduco concepto de que los medios son intocables, impolutos, modelos de democracia y que los periodistas son seres angelicales, infalibles dueños de la verdad.
Los Pérez razonaban que para ellos "era imposible rectificar afirmaciones que no fueron nuestras”, además de “no poder anticipar que la rectificación que hagamos coincida con su pensamiento”. ¿Era un ardid, una trampa, sabiendo que Correa no aceptaría la propuesta de rectificar él lo que los acusados se negaban a hacerlo? La estrategia era promocionar la noticia de que El Universo aceptó rectificar, pero el Presidente no. Y eso lo hicieron con espíritu de cuerpo los medios nacionales de comunicación con titulares de tamaños inusuales en primera página, coincidiendo con la aseveración de Carlos Pérez en declaraciones públicas: “Nosotros conciliamos, ellos no quisieron”.
Juan Paredes Fernández, Juez temporal del XV Juzgado de Garantías Penales del Guayas, encargado del despacho desde el 7 de junio hasta el 20 de julio (justo el día que dictaría la sentencia), se encerró desde que terminó la audiencia hasta la madrugada del 20 de julio, para redactar la sentencia: tres años de prisión para Emilio Palacio y los señores Pérez, más 40 millones de dólares de indemnización a Correa por los daños morales causados con la injuria. Correa dijo que el dinero lo donaría al Proyecto Yasuní ITT.
La reacción de El Universo, de otros medios nacionales de prensa, radio y televisión, fue condenar la sentencia judicial y responsabilizar de ella al Presidente de la República, orientando las protestas a denunciar el atentado contra la libertad de expresión, de opinión y de prensa. También gremios periodísticos nacionales y del exterior y hasta el gobierno de los Estados Unidos denunciaron que en el Ecuador no habría libertad de expresión.
La campaña “en defensa de la libertad de expresión” prosigue aún, con la intervención de dirigentes de organismos internacionales a los que están asociados dueños de medios del Continente y del Mundo, cuya intervención dista de la imparcialidad periodística en el tratamiento del tema, pese a que puedan ser discutibles o inaceptables los puntos de vista del Gobierno en su relación con los medios. Diario El Correo de Lima declaró a Correa “persona non grata” ,con un titular en primera página, el 28 de julio, cuando el Presidente ecuatoriano asistió a la posesión del Ollanta Humala.
La edición de El Universo del 21 de julio salió con la portada en blanco y al pie, con el titular Condenados, la frase del novelista y filósofo ruso-estadounidense Ayn Rand (1950): “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ello, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”.
Juan Paredes, Juez cuyo fallo ha sido rebatido por la prontitud con la que lo hizo público. |
Manifestaciones de respaldo al diario El Universo han venido sucediéndose en Quito y Guayaquil a raíz de la sentencia susceptible de apelación, recurso al que han acudido las partes en conflicto: Correa insiste en la indemnización por 80 millones de dólares y los Pérez y Palacio demandan la nulidad del juicio. Los partidos políticos de oposición ligan el caso al tema también polémico de la Ley de Comunicación en marcha.
“Cuando nos dé la regalada gana de hablar del 30 de septiembre, hablaremos”, anunció Carlos Pérez, Director del diario, ante una concentración de empleados del medio, ex empleados y ciudadanos que le expresaban solidaridad en la calle. Amenaza, o desafío, la frase evidencia que, pese a las denuncias de censura y autocensura, el empresario periodístico está seguro de que aún queda espacio para la libertad de expresión en el país.
La conmemoración de los 476 años de fundación de Guayaquil, en sesiones separadas del Gobierno y la Municipalidad de esa ciudad el 25 de julio, fue ocasión para que el Presidente Correa ratificara la decisión de ir en este caso hasta que brille la verdad y defendió la sentencia a su favor. En cambio el Alcalde Jaime Nebot exigió al pueblo guayaquileño a movilizarse en respaldo al diario El Universo.
Pinzas en vez de la pluma… |
Para los periodistas que intentan una óptica de neutralidad frente al conflicto entre el Presidente y diario El Universo, es inevitable “tratar con pinzas” el tema, lejos de la prepotencia con la que los litigantes –no puede ignorarse- pretenden imponerse uno a otro. Durante más de cuatro años del gobierno del Presidente Correa ha estado vigente la “pugna de poderes” entre el régimen y los medios de comunicación. En gran medida, los medios sustituyeron el papel de la oposición política, desmantelada con la lucha ganada por Correa a la “partidocracia”, con respaldo en las urnas. En la consulta popular y referéndum de mayo –así como en diferentes momentos de la administración de Correa-, el papel de los “grandes” medios no fue de imparcialidad. En la consulta tomaron partido contra el gobierno y los resultados les fueron adversos, poniendo en evidencia cuánto logró Correa afectar la credibilidad de la que disfrutaron en otros tiempos, en los que sí hubo abusos de la “libertad de expresión”. El conflicto entre los medios y el poder público, tema de actualidad en varios países de América Latina, ha permitido que por primera vez en el Ecuador haya entrado en tela de juicio el rol de la comunicación social en la sociedad, descartándose el tradicional concepto de Poder que ha amparado su labor cotidiana y ha envanecido a no pocos periodistas pretendientes a ser dueños absolutos de todas las verdades. Ya no es posible concebir ni justificar la “autoridad” –no pocas veces prepotente- con la que los grandes diarios asumían la tarea de fiscalizar a los gobiernos, generalmente coincidiendo con posiciones políticas, intereses de los sectores productivos o de los gobernantes de turno. No están lejanos los tiempos en los que con un editorial de primera página, o una carta abierta al Presidente de turno, un medio de comunicación tomara partido o exigiera al gobernante asumir sus lecciones, consejos o criterios, con advertencias o amenazas de trasfondo. Tampoco están lejanos los tiempos en los cuales los dueños de medios de comunicación –naturalmente, hubo y hay excepciones-, presentadores de noticias en la TV, locutores de radio o artistas de farándula, aprovecharan de la comunicación social para erigirse en “políticos” y asumir ubicaciones públicas de improvisado y precario desempeño. Probablemente ya no volverán a darse ese tipo de aventuras, pues el electorado ha asimilado la lección de la actual controversia entre el gobierno y el papel de la comunicación. Cuando haya transcurrido el tiempo suficiente para mirar con perspectiva real lo que está sucediendo en el apasionado debate de estos días, entre Gobierno y medios, se podrá determinar con serenidad de lado de quién están la razón, la justicia y la verdad. Hoy, unos y otros, están echando peligrosamente demasiada leña al fuego. Pero cada vez más ecuatorianos están seguros de que pasaron los tiempos en los que se solía publicar prepotente e impunemente lo que “nos dé la regalada gana…”, como también esperan moderación del gobernante para aceptar que son inevitables y necesarios los criterios adversos sobre los que debe primar su tolerancia. |