Por Eugenio Lloret Orellana
Es difícil creer que el país pilar en la economía regional de Asia Pacífico, el país de alta tecnología, robots, siempre previsor, siempre exacto y que ha superado las peores crisis humanas, se encuentra hoy sumido en la peor tragedia desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La expansión de las ondas radioactivas es imprevisible; la sola idea de morir quemados por las radiaciones debe ser aterradora. |
Hasta ahora se creía que la modernidad iba a ser aquel período de la historia humana en el que, por fin, quedarían atrás los temores que atenazaban la vida social del pasado y los seres humanos podríamos controlar nuestras vidas y dominar las imprevisibles fuerzas de los mundos social y natural. Y, no ha sido así. En los albores del siglo XXI volvemos a vivir con más fuerza una época de miedo apocalíptico. Tanto si nos referimos al miedo real frente a los atentados terroristas indiscriminados, a una tercera guerra mundial o una pandemia desoladora que pueden presentarse sin previo aviso y en cualquier momento ante nuestra incapacidad para determinar qué podemos hacer ( y qué no ) para contrarrestarla, y todo debido a una tremenda perversión política, ideológica y moral que vivimos en esta sociedad, corrompida por el miedo y las mil formas de violencia. Y, peor aún, si nos convertimos en protagonistas y actores para el advenimiento de catástrofes, sin contar con la irrupción de catástrofes nuevas, de ningún modo naturales pero no por eso dramáticas, como la nube radioactiva que partió de Chernobil y la última reciente de Fukushima, el efecto de invernadero o el agujero en la capa de ozono Es difícil creer que el país pilar en la economía regional de Asia Pacífico, el país de alta tecnología, robots, siempre previsor, siempre exacto y que ha superado las peores crisis humanas, se encuentra hoy sumido en la peor tragedia desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La expansión de las ondas radioactivas es imprevisible; la sola |
idea de morir quemados por las radiaciones debe ser aterradora para quienes mejor que nadie conocen los efectos nucleares sobre la humanidad inerme. ¿Se agregará Fukushima a los tristes casos de Hiroshima y Nagasaki?. |