Por Julio Carpio Vintimilla

 

Julio Carpio Vintimilla

Dato curioso:
La Politécnica del Litoral €“ nuestra mejor universidad
de hoy €“ fue creada, en 1958, por el Presidente conservador Camilo Ponce Enríquez.
La iniciativa garciana seguía siendo válida casi un siglo después   ¿Qué les parece?

Se educa, siempre, a una población, para una finalidad determinada. ( Para propagar una religión, para ir hacia la sociedad igualitaria, para administrar un imperio o para llegar al desarrollo económico y social.)   Por ello, la finalidad es lo primero que hay que establecer cuando se comienza un nuevo programa educativo.   La finalidad señala los objetivos por conseguir; y,   a continuación, sugiere los métodos adecuados a las tareas que se emprenderán. (Algo parecido a la estrategia y   las tácticas de los militares.) En épocas pasadas, las finalidades fueron, según los casos, tácitas o explícitas. (Pero, siempre existieron. Y, modernamente, -- para lograr la claridad del pensamiento y   la firmeza de las acciones €“ se tiende a definirlas, en los planes concretos, con el máximo de rigor y   con la máxima claridad. ) Por lo dicho, nos llama la atención que la reforma educativa de la Revolución Ciudadana (PLAN DECENAL ) no sepa, o no exprese, para qué vamos a educar a los ecuatorianos. (Nos llama la atención; pero, no nos sorprende. Los revolucionarios suelen saber bien lo que quieren destruir; pero, rara vez saben bien lo que quieren construir. Ejemplo latinoamericano ya clásico: la Revolución Cubana.)
Veamos los antecedentes históricos de la cuestión. En la América Hispana, se educaba, a las élites criollas, para asumir los cargos medios o inferiores de la administración colonial. Los libertadores €“ durante el período de la Independencia €“ ya se dieron cuenta cabal de que había que educar, a los americanos, para lo que, por entonces, empezaba a denominarse el progreso. ( Bolívar y   San Martín tuvieron una muy clara idea de esto; y   procedieron en consecuencia. Recuérdese, en la Presidencia de Quito, la creación de las escuelas de artes y oficios y   la fundación de la Universidad Central.) El mismo objetivo se mantiene durante la República. Y, bien dentro de la tendencia, García Moreno añade la Escuela Politécnica a la ya tradicional universidad. En otras palabras, crea los primeros institutos superiores tecnológicos y   científicos. ( El progreso nacional empezaba a necesitar ingenieros, especialistas, investigadores ) Luego, el Liberalismo €“ más bien chapucero en asuntos de educación €“ se limita a seguir el camino señalado. Y el Populismo €“ más chapucero aún €“ sólo se deja llevar, en la marcha, por la inercia adquirida (Dato curioso: La Politécnica del Litoral €“ nuestra mejor universidad de hoy €“ fue creada, en 1958, por el Presidente conservador Camilo Ponce Enríquez. La iniciativa garciana seguía siendo válida casi un siglo después ¿Qué les parece?)
Rectorado de la ESPOL, la universidad ecuatoriana de más alta calificación.
En la década de los sesenta, teníamos, indudablemente, una crisis educativa. Un poco se había hecho. Pero, un mucho se había dejado de hacer. Y, por la insuficiencia, no estábamos a la altura de los tiempos. Y algo grueso podía ocurrir. Y ocurrió En 1969, se produce la toma de nuestras universidades públicas por las facciones marxistas. Así, cambia, de hecho y   muy bruscamente, la finalidad de la educación ecuatoriana. Se abandona el objetivo del progreso; y   se adopta, para sustituirlo, el objetivo de la revolución. Consecuencia en lo práctico y   lo sustantivo: Más importante que el conocimiento, las habilidades y   la disciplina personal es la conciencia social ( Leído alguna vez, en alguna publicación de la época. Un profesor brasileño le dice a un chico: Más importante que la lista de mares, montañas y   ciudades es que tú sepas que eres un explotado ) ¡Listo! Ya está. Con el cambio de objetivo, vino €“ como podía esperarse €“ el cambio de personas y   de métodos. El profesor tradicional fue reemplazado por el profesor comprometido. Más importante que el estudiante aplicado fue el activista, el dirigente estudiantil. Un poco más tarde, la tendencia desemboca en la franca aberración: los activistas de los claustros se convierten en los tirapiedras y   los   quemallantas callejeros; y, hasta, en los garroteros y   los   miembros de las fuerzas faccionales de choque Y, de este modo, llegamos, en las últimas décadas, -- ya lo hemos dicho, con cierto detalle, en otras ocasiones €“ a la ruina académica de las universidades públicas ( Algo que, en los días presentes, -- por los intereses creados €“ se trata de negar, ocultar y   maquillar; con escasos resultados ) Y, por relación y   añadidura, también llegamos a la muy notoria incompetencia de casi todo el sistema educativo nacional.
¿Y ahora qué?   Pues, que la esperada revolución ya llegó. Los buenos revolucionarios €“ antiguos malos estudiantes €“ ya han tomado el poder. Su objetivo setentista ya ha sido logrado. Hay, entonces, que buscar uno nuevo. ¿Entre cuáles?   He aquí, una lista provisoria: (1) el socialismo clásico ( comunismo ); (2) el socialismo del siglo XXI ( ¿neosocialismo? ); (3) el buen vivir ( sumak kausay ) (4) el desarrollo clásico; y   (5) el desarrollo sustentable. A elegir.
Bueno, en este punto, vayamos descartando lo descartable. Y, luego, optemos por lo más adecuado. En primer lugar, el socialismo clásico €“ comunismo marxista-leninista €“ es una antigualla ideológica; y   un enorme fracaso económico, político y social. Nadie propondría, hoy, en serio, educar para eso. En segundo lugar, su tardía variante latinoamericana €“ el socialismo del siglo XXI €“ es poco más que una etiqueta pegada a una botella vacía. O un trabalenguas demagógico ¿Cómo educar, entonces, para un proyecto que, en realidad, nunca se ha formulado? Descartado, pues.
Sigamos. Tercero. ¿Educaremos, mejor, para el buen vivir?   ¿Y qué es el buen vivir?   Lo único que hemos encontrado, al respecto, son las referencia sueltas de la Constitución de Montecristi; y   una solitaria, críptica y   casi surrealista definición de René Ramírez ( SENPLADES, Secretaría Nacional de Planificación y   Desarrollo.) Cuestionamiento previo: ¿Y, antes de poder vivir el buen vivir, no será necesario llegar, al menos, de algún modo, a un modesto grado de bienestar general? ( Que sólo se podría conseguir con un cierto grado de desarrollo.) Por supuesto En consecuencia, -- por ilusorio e impracticable -- descartado también. Cuarto. ¿Educaremos, entonces, para el desarrollo clásico?   En principio, talvez, sí. Pero, éste sólo podría ser un objetivo temporal. El desarrollo clásico €“ crecimiento económico, sobre todo €“ está actualmente muy objetado. Y, a la larga, -- para los países que lo pretendan en el futuro €“ será cada vez más difícil de alcanzar. No lo perdamos, pues, de vista. Pero, hasta ahí, nomás.
Por último, quinto, -- si vamos a ser sensatos y   actuales €“ miremos, con mucha atención, más adelante. Miremos hacia lo que parece ser la única opción social general, razonable y   factible del futuro: el llamado desarrollo sustentable. ( Quizás sería mejor adjetivarlo, en español, como mantenible o duradero.)   Ban Ki Moon €“ el Secretario General de las Naciones Unidas --   ha dicho que el desarrollo clásico es una especie de pacto suicida internacional. Tiene mucha razón.   Así, podemos estar   acercándonos al abismo Para superar esto, las naciones del mundo, en algún momento, -- que ojalá sea pronto €“ deberán hacer un pacto de desarrollo conjunto y   duradero; la única posibilidad de lograr pronto un moderado bienestar, para todos los pueblos Pacto que bien podría contener puntos tan audaces como la paulatina reducción de la población del planeta. ( La forma más efectiva de aliviar la creciente presión humana sobre el ya muy exigido medio ambiente.)
Bueno, en consecuencia, ¿no le parece que el desarrollo duradero debiera ser nuestra clara y   precisa finalidad educativa?   Nuestro objetivo común; parte del acuerdo nacional que deberíamos hacer lo más pronto posible   ¿O ve usted alguna otra opción?   En todo caso, pronto o tarde, -- talvez cuando pase la fiebre populista que nos obnubila -- deberemos repensar, bien en serio, estas fundamentales e importantes cosas Y esperemos que, para entonces, el tiempo, -- que en estas fechas estamos desperdiciando -- no haya trabajado malamente en contra nuestra.

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