Un sacerdote cuencano de pensamiento renovador critica a las jerarquías, defiende la posición liberadora y reconoce que la Iglesia atraviesa por una profunda crisis y ha perdido autoridad

Portada de una obra polémica de la juventud del Papa actual. Al otro lado una página facsimilar, que vale la pena leerla.

La Conferencia Episcopal Ecuatoriana repetidamente está predicando en el desierto. La voz de los jerarcas no es tomada en cuenta por los católicos que, sin embargo, siguen creyendo fielmente en Dios.

El pensamiento es de Pedro Soto Delgado, sacerdote con 44 años de ejercicio inscrito en los principios de la Teología de la Liberación, del lado de los pobres, fiel a las corrientes que vienen del Concilio Vaticano a mediados de los años 60 del siglo pasado y las conferencias de prelados posteriores en Medellín, Puebla y La Parecida.

El sacerdote, camino a los 67 años, respondió así al pedirle una opinión sobre el comunicado de la Conferencia Episcopal que en la penúltima semana de marzo se pronunció en el campo político para aseverar que si triunfa el sí en la consulta, se afectaría la vida democrática del Ecuador. " ¿Quién hace caso en el país de esta moral que no es evangélica, sino rigorista?" Y recordó que cuando se consultó al pueblo sobre la Constitución, la misma Conferencia habló contra el proyecto acusándolo de abortista o de promover aberraciones sexuales por los posibles matrimonios homosexuales.

"Además, no se puede ignorar y ser indiferentes ante la realidad de que Ecuador es uno de los países donde se da el mayor número de embarazos no deseados de las adolescentes y el tema del uso de anticonceptivos debe ser enfrentado con realismo", comenta.
Según Soto en la Iglesia hay crisis por las corrientes contradictoras indiscutibles, entre quienes defienden intereses y posiciones tradicionales, que vienen del Opus Dei, movimiento en el que se identifica el obispo Antonio Arregui, que preside la Conferencia Episcopal, y sacerdotes progresistas, de lado del cambio con el que se identifican los católicos y sacerdotes que están junto a los sectores populares y a los hombres y mujeres secularmente explotados en los pueblos de la América Latina.

En aquella corriente tradicional, del pasado, se inscriben también el movimiento Tradición, Familia y Propiedad y la organización religiosa de los Heraldos del Evangelio, uno de cuyos jerarcas, Rafael Ibarguren, fue nominado Vicario de Sucumbíos para sustituir al carmelita Gonzalo López Marañón, perteneciente a las corrientes renovadoras de la Iglesia en el Ecuador.

Pedro Soto, párroco del barrio Totoracocha, al oriente de Cuenca, considera que los nuncios de los países con los dirigentes de las Conferencias Episcopales tramitan la nominación de obispos, sin consultar a la organización colegiada. Por eso hubo disconformidad en Sucumbíos, donde por 40 años el pueblo había acogido una gestión pastoral y evangélica identificada con la iglesia renovada que pretendió ser devuelta al pasado.

Su crítica a las jerarquías llega al propio Papa, pues en los años 60 del siglo pasado Joseph Ratzinger €“el actual Papa Clemente XVI-, tenía un pensamiento severamente crítico de los vicarios de Roma. Allí está su libro El Nuevo Pueblo de Dios, donde formula reparos a la autoridad papal, calificándola de monárquica. En un recuadro de la presente nota se inserta el facsimilar de una página de dicha obra, cuya primera edición apareció en 1965.

Frente a la consulta y el referéndum en marcha, el padre Soto reflexiona: " ¿Acaso no ha predominado en el aparato judicial del Ecuador una condición corrupta? ¿Por qué no aceptar el saneamiento mediante profundas reformas del sistema judicial? Yo he trabajado muchos años en el campo de los Derechos Humanos y se de actuaciones de magistrados que no han podido resistirse a la presión de decenas o centenares de miles de dólares por delante".

"Y cuando se habla de libertad de empresa, no se está cayendo en el neoliberalismo, que se opone a todos los principios del Evangelio", se pregunta. Además, jubilado en la Facultad de Economía de la Universidad de Cuenca, donde por 27 años dictó Economía Política, Economía Internacional e Historia del Pensamiento Económico, cree que aunque el actual gobierno ha apoyado al capitalismo, hay mejores perspectivas hacia el futuro: "Lamentablemente, el gobierno no tiene una base social que le induzca a rectificar ciertos errores y esta debilidad es usada por asesores que se llevan el agua a sus molinos".

En cuanto a los medios de comunicación, opina que es indispensable un debate ético para que los profesionales de la comunicación y sus gremios puedan defenderse de los poderes fácticos de los empresarios de la comunicación y contribuyan para que la opinión pública sea más objetiva y se desarrolle, sin ser sesgada como hoy. "Es curioso €“dice- que se publique tanto de lo negativo de un gobierno y nunca se encuentre nada bueno de la gestión que cumple".

El padre Soto no rehuye hablar de otros temas sensibles vinculados a la Iglesia. "El celibato es un don de Dios y debe ser responsabilidad de cada persona. El sacerdote del futuro habrá de escoger libremente entre mantenerlo o no: el matrimonio no se contrapone al ejercicio sacerdotal. Será saludable que hombres casados y mujeres estén al frente del servicio espiritual de la comunidad a través del sacerdocio".

Por fin, es inevitable conocer su criterio sobre el padre Fernando Vega, separado del ejercicio sacerdotal por incursionar en la política: "Se debe dar paso a lo pastoral y evangélico para reintegrarlo al ministerio sacerdotal. Excluirlo es un fariseísmo antievangélico de las estructuras jurídicas eclesiasticales €“no eclesiales-. Jesús dijo que la Ley ha de estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la Ley"

 

Un maestro que se fue

El diálogo con Pedro Soto transcurre en el despacho parroquial de Totoracocha, donde labora desde hace ocho años. La víspera, el 27 de marzo, ha fallecido en un pueblecito marginal del Brasil el sacerdote belga José Comblín, maestro de Teología y de las Escrituras, identificado con la Teología de la Liberación, a la edad de 88 años. Es autor de muchas publicaciones inspiradoras del pensamiento renovador de la Iglesia en América Latina y su desaparición le ha impactado.

Fue personaje cercano a figuras sobresalientes de la nueva Iglesia, como Elder Cámara, Leonardo Boff, Manuel Arraín y Leonidas Proaño en Ecuador. Dictó conferencias por los países de Latinoamérica y sus principales cuarteles estuvieron en Recife en Brasil, Talca en Chile y Riobamba en Ecuador. Le había sorprendido un infarto cuando era esperado para una conferencia teológica en la pequeña ciudad Simoes Filho, al noreste de Bahía.

"Fiel al Evangelio, buscó la renovación de la Iglesia y estuvo próximo a los más necesitados. Vivía con el ejemplo lo que decían sus mensajes. Fue deportado de Brasil y de Chile por sus escritos condenatorios de la política de seguridad nacional, especialmente en el gobierno de Pinochet y varias veces fue encarcelado.

Siempre trabajó con las comunidades marginales, los obreros, los campesinos y algunas obras suyas fueron impedidas de la difusión", evoca al sacerdote con el que mantuvo contacto y había inspirado su formación para aproximarse a los sectores marginados de la sociedad.


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