Cuenca celebró el 4 de noviembre de 1920   los cien años de su independencia con un acontecimiento delirante multitudinario: la llegada del primer avión a la ciudad, el Telégrafo I, remontando las alturas de los Andes

El número espectacular del centenario debió ser la víspera, pero el mal tiempo le obligó al piloto Elia Liut a retornar con su pequeño avión biplano de combate,   Macchi-Henrit-Ho, con motor de 80 caballos de fuerza, después de más de una hora de haber partido desde la ciudad de Guayaquil.

El 4 de noviembre salió de Guayaquil a las 10:30, decidido a cumplir el reto histórico de unir la Costa con la Sierra, volando sobre las mayores alturas del Ecuador. Los cuencanos abandonaron la ciudad para presenciar el acontecimiento, en el aeropuerto improvisado en Yanuncay, 6 kilómetros al suroccidente, en un sitio llamado Jericó.

La espera fue impaciente y se temió que otra vez el audaz piloto fracasara en el intento. Las densas nubosidades al paso por la provincia del Cañar le desorientaron y había pasado hasta la zona de El Cajas, cuando advirtió que debía retomar la dirección correcta: entonces se elevó lo más alto posible hasta divisar el Chimborazo y orientarse en el rumbo correcto.

Panorámica aérea de Cuenca en la primera mitad del siglo XX.

A poco de la multitud surgieron los gritos de júbilo al divisar un punto en el horizonte, que fue agrandándose y al que empezaron a sumarse los estrépitos del motor retumbando por primera vez en el cielo de aproximación a Cuenca. La nave giró repetidamente sobre la multitud que agitaba pañuelos para dar saludar al intrépido piloto, joven de 25 años, que al fin aterrizó con éxito en el campo improvisado bajo la dirección técnica de Honorato Vázquez.

Era el Telégrafo I, de propiedad de José Abel Castillo, director del diario del mismo nombre, con quien las autoridades de Cuenca habían convenido en la aventura, por el precio de cinco mil sucres, por iniciativa de Roberto Crespo Toral, emprendedor empresario que en 1914 había instalado la primera planta hidroeléctrica para dar luz a Cuenca y en 1913 había sido uno de los promotores para fundar el Banco del Azuay.

Pequeña nave con la que se hizo la hazaña del primer vuelo a Cuenca.

Así se inauguró el servicio aéreo a Cuenca y se cumplió una de las hazañas más audaces de la aeronavegación en el Ecuador. Inicialmente estaba previsto que el avión fuese transportado en ferrocarril hasta Huigra, desde donde cincuenta indígenas lo cargarían hasta Cuenca, para ofrecer el espectáculo de sobrevolar la ciudad el 3 de noviembre, fecha conmemorativa del centenario.

Pero el piloto se opuso a que la nave fuese tratada de tal manera, pues su destino eran los cielos, por los que profesionalmente debía conducir la nave. Quizá, en los 190 años de independencia,   nunca festejó Cuenca la conmemoración histórica con un acontecimiento de similares proporciones.

Multitudinaria marcha de los cuencanos en homenaje al piloto italiano Elia Liut.

El héroe que vino por el cielo recibió los mayores honores de las autoridades, las instituciones y el pueblo. "Cuenca me recibió con los brazos abiertos €“confesó luego, agradecido-, y en esa noble ciudad recibí atenciones y agasajos que no pueden ser descritos. Desde lo más granado de su sociedad hasta las clases populares me convirtieron en una especie de ídolo suyo. Oficialmente fui proclamado allí Cóndor de los Andes, el más grato título, aún así de honorífico, que yo haya podido recibir en mi vida".

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