Por Julio Carpio Vintimilla
Y, ahora, no nos vengan a decir que la riqueza está en los campos, en las industrias, en los servicios Porque, en ese caso, les responderemos que ya no se trata de repartir la riqueza; sino, de crearla.
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¿Por qué fracasó la Revolución Cubana? La respuesta bien puede ser más sencilla de lo esperable. Pues, básicamente, porque fue incapaz de crear (incrementar) la riqueza de La Isla. ¿Y por qué la España actual es, fundamentalmente, un éxito social, económico y político? Pues, por lo contrario: Porque sí supo crear su riqueza nacional. (Recuérdese: En 1970, España era más pobre que la Argentina.) Y, ahora: ¿Por qué ocurrieron este par de resultados contrarios? Pues, primero, porque los cubanos creyeron en el mito de Robin Hood. (Repartir una pequeña y, más bien, supuesta riqueza.) Y, segundo, porque los españoles, en cambio, creyeron en la prosaica, pero verdadera, realidad de la colmena. (Crear la propia y auténtica riqueza.) La clave del asunto: lo que hay en la cabeza de los pueblos. Somos lo que pensamos. De estas cosas, hablaremos hoy.
Vamos con los repartidores. Su versión de la vida económica es más o menos la siguiente. Los pobres ya crearon la riqueza. Y, acto seguido, los ricos se la robaron. (En términos formales y "científicos", esa es la Teoría de la Plusvalía de Marx. Lo mismo, pero en ordinarios y populares términos pragmáticos: Quién funda un banco es más ladrón que quién lo asalta ) ¿Y quiénes son los ricos ladrones? Pues, los oligarcas (gamonales, pelucones), los burgueses y los gringos. ¿Y qué se debe hacer con ellos? Pues, arrancarles la riqueza mal habida; y, luego, devolvérsela a los pobres. Y, en este momento, oportunamente, llega Robin Hood (o Naún Briones o El Chapulín Colorado): el héroe legendario, justiciero, solidario En lenguaje criollo, genérico y conocido: nuestros caudillos. (Anunciados, antes, por los profetas correspondientes: los filósofos sociales europeos, los curas buenistas, los "teólogos" de La Liberación, los "estudiosos" tercermundistas, los "pensadores" o sociólogos populistas, los amautas ) Bueno, ¡a repartir, se ha dicho! Finalmente, llegó la hora soñada. Los consumidores de ideología barata €“ opio o, más bien, aguardiente del pueblo-- están eufóricos; y, a continuación, se emborrachan. Inicialmente, todo parece ir bastante bien. Se siente un blando bienestar; desaparecen los dolores; se olvidan las penas Pero, al día siguiente, se produce la resaca inevitable (hasta, el chuchaqui negro). Y, más tarde, hay que pagar el jolgorio colectivo (la grande y turbulenta pachanga). (La factura en detalle: dictadura, burocracia, ineficacia, corrupción, criminalidad, escasez, carencias múltiples, propaganda, adoctrinamiento, control policíaco, engaño, pretextos, inculpaciones a los otros, retórica de la dignidad ) La suma global y amarga: Se ha repartido la pobreza. Sí, señor. ¡La pobreza ya es de todos! Símbolo cabal: la cartilla de racionamiento. Y, en eso, estamos por más de medio siglo. Peor que antes de la Revolución. (Cubita, la bella, la alegre, la próspera, la revolucionaria, la heroica, la digna, la arruinada, la envejecida 1959 €“ 2010. La historia en pocas palabras.)
¿Lamentable? Sí. Pero, en verdad, no nos extraña. Lo que tenía que pasar, pasó. Los repartidores estaban previsiblemente condenados. Para explicarlo, no entremos en elucubraciones, en disquisiciones, en razonamientos alambicados. Vamos al grano. A lo concreto. A los números. ¿Qué tal si repartimos la fortuna de Bill Gates, o la de Carlos Slim, entre todos los ecuatorianos? Traigan la maquinita. A ver, dividan 50.000 para 13. (Hemos sacado, para simplificar, los ceros de los millones.) ¿Cuánto da por cabeza? 3.846 dólares. ¿Y qué se puede hacer con ese dinero? Un botón de muestra: A unos 500 dólares por mes, una familia de cuatro personas podría vivir, modestamente, unos ocho meses. Agreguemos algo más: En el supuesto de que esta familia acordara juntar sus dineritos, ¿los once mil y pico de dólares le alcanzarían para adquirir una "solución habitacional" (casita básica)? No. (Quizás, sí para alzar unas paredes y colocar un techo ) ¿Y en adelante? Pues, nada. Estaremos en las manos de Dios ¿Qué pasó? Pues que, simplemente, nos regalaron unos pescados. Y no nos enseñaron a pescar Pregunta pertinente: ¿Cree usted que las docientas mayores fortunas ecuatorianas equivalgan a la de Bill Gates? ¿No? Pues, entonces, peor todavía Y, ahora, no nos vengan a decir que la riqueza está en los campos, en las industrias, en los servicios Porque, en ese caso, les responderemos que ya no se trata de repartir la riqueza; sino, de crearla. Hay que producir. Suficiente. A lo otro.
¿Y cómo se crea la riqueza? Para irlo sabiendo: La riqueza es una de las consecuencias de la organización social. (Otras son el conocimiento, la tecnología, el poderío, el refinamiento ) Ergo: Quien quiera la riqueza tiene, primero, que organizar bien a la sociedad. Corolario concreto: La riqueza aparecerá cuando hayamos formado una considerable masa de ricos. Y muy obvio: Sin ricos, no hay riqueza. En otras palabras, hay que enriquecer a los pobres. (No, de ninguna manera, empobrecer a los ricos.) Tareas específicas para lograr este objetivo: alimentar a los niños, educar a la gente, disciplinar a la gente, responsabilizar a la gente, estimular a la gente (No dominarla, no someterla, no engañarla, no adoctrinarla, no entontecerla, no sedarla.) La gente, así formada, construirá escuelas, carreteras, talleres, fábricas, hoteles, cines; escribirá libros, ejecutará música, rodará películas En pocas palabras, hará la riqueza de todos. (La auténtica riqueza es social y general. Nadie es verdaderamente rico, si está rodeado de pobres.) Esta gente, capacitada y capaz, constituirá una clase media fuerte y amplia; el gran estabilizador social. En definitiva, la riqueza bien creada suele distribuirse gradualmente; y en forma más o menos simultánea y espontánea. (Es lo que ocurrió en Canadá, en Finlandia, en Australia; generalmente, en todos los países desarrollados.) Y un estado competente sólo tendrá que regular el proceso; y corregir las anomalías y los abusos. La metáfora ya mencionada: Hay que hacer una colmena; o muchas, numerosas colmenas. Y eso fue €“ para su ventaja y su suerte €“ lo que comprendieron y creyeron los españoles de la actual democracia. Y, como procedieron coherentemente, tuvieron su merecido éxito.
Conclusiones varias. (1) La pobreza no es la causa de los males sociales. Al contrario, es sólo una consecuencia de los varios y diversos males. (2) Carlos Marx €“ con todas sus filosofías, economías, profecías y utopías -- creía en el mito medieval de Robin Hood. (3) La izquierda radical latinoamericana está, en cuanto a la riqueza, más perdida que una gaviota en Bolivia. (4) Los liberales modernos creen en la organización social; comprenden lo que nosotros hemos llamado aquí la realidad de la colmena. Sáquese de la cabeza la demonización del Liberalismo. (Y acuérdese de nuestro viejo y sensato dicho político: Liberalismo de Don Eloy, bueno ayer, mañana y hoy ) (5) Repartir la pobreza o crear la riqueza; equivocarse malamente o acertar bien: He ahí el dilema político actual de algunos de nuestros países. (6) La propaganda dictatorial y totalitaria €“ hecha, a veces, en forma profesional y sistemática €“ es muy poderosa y dañina.
Recomendación final y única. En estos tiempos, -- confusos, confrontativos y tendenciosos €“ es más necesario que nunca saber usar bien la propia cabeza. Use la suya.
Alimentar a los niños, educar a la gente,
disciplinar a la gente, responsabilizar a la
gente, estimular a la gente
La gente, así formada, construirá escuelas,
carreteras, talleres, fábricas, hoteles, cines;
escribirá
libros, ejecutará música, rodará películas
En pocas palabras, hará la riqueza de todos