Dos camales clandestinos de acémilas contaminaban el paisaje y las fuentes de una planta de agua potable que alimenta a buena parte de Cuenca


Cirilo Minchala y Rodrigo Benenaula, buenos jinetes, habían montado, realmente, un buen negocio: en su camal clandestino en Soldados, al parecer faenaban veinte acémilas diarias cada uno para comercializar la carne en Cuenca.
Quién sabe desde cuándo habían incursionado en esta actividad de lucro y de locro, pues en 2004 fueron sorprendidos desnucando acémilas en sus rústicos locales en medio de los páramos a unos 30 kilómetros al occidente de Cuenca, que acabaron clausurados por la Comisión de Gestión Ambiental y sanidad municipal.
Pero nunca dejaron de caer en las tentaciones de la carne y acogidos al silencio público y al olvido colectivo, prosiguieron su oficio de meter gato por liebre €“por decirlo de una manera zoológica- hasta que el 10 de febrero fueron sorprendidos in fraganti, en medio de montones de osamentas pudriéndose a la intemperie del paisaje de la zona de reserva ecológica.

Montaña de osamentas de los caballos sacrificados para la comercialización ilícita de la carne.

Según funcionarios de salud e higiene municipal, ellos cometían un delito ambiental, pues los restos mortales que sobraban de la comercialización se descomponían a la intemperie, contaminando nada menos que el río Ashcarumi, que alimenta a la planta potabilizadora de Sustag y sobre todo a una buena parte de habitantes de la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Benenaula y Minchala fueron a dar en la prisión y en sus camales ilegales volvieron a lucir los sellos de clausura, nadie sabe tampoco por cuánto tiempo. Un proceso judicial está en trámite para llegar hasta las últimas consecuencias, como siempre ocurre en este tipo de ilícitos que usualmente no llegan a ninguna parte.
Las bestias involucradas en la tragedia hípica provenían de las ferias de ganado de Cuenca y también de pueblos de la Costa, según se conoce en corrillos más que en versiones oficiales. Los ejemplares que se libraron de la muerte el día del operativo in fraganti, mostraban los huesos bajo el cuero enflaquecido, pues al parecer se los adquiría a precio de gallina enferma.

Vísceras y lixiviados, contaminan los alrededores de los camales ubicados en una reserva ecológica de Cuenca.

¿Cuántas veces no se habrá comido carne de caballo en Cuenca, en parrilladas familiares o acaso comprándola en supermercados y tiendas de embutidos?, es la pregunta del millón cuya respuesta afirmativa la sabe todo el mundo.
La carne de acémila es tan comestible como la de otros cuadrúpedos despernancados habitualmente en los camales. Inclusive cuando se produjo la clausura del año 2004, la sanción fue por la forma clandestina y antihigiénica del proceso más que por litigios de la especie animal en sacrificio.
Actualmente, los funcionarios ambientales y de salud de la Municipalidad de Cuenca mantienen la posición de permitir la comercialización y consumo de la carne de caballo: pero los animales han de ser faenados en su lugar debido, el camal municipal, después de pasar los controles establecidos en las normas sanitarias.
Los caballeros Benenaula y Minchala resultan ser, pues, pioneros en la introducción de un nuevo sabor de carne en la mesa de los consumidores que, sin saberlo o a sabiendas, hace ya mucho tiempo han incluido en su dieta los caballos de fuerza de este alimento. Al finalizar febrero, ellos seguían detenidos, a la espera de la sentencia que emitan las autoridades judiciales.

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