Por Eliécer Cárdenas

 

Eliécer Cárdenas
Aconsejable sería ejercitar el camino de la "Muerte Cruzada" para que esta Asamblea viciada de transfugios como en la tan denostada época de la partidocracia, diera paso a asambleístas que no actúen en función de cálculos políticos sino con la responsabilidad encomendada por el voto en las urnas, esto es legislar, fiscalizar en función de los intereses de los trece millones de ecuatorianos y ecuatorianas

El atascamiento de leyes que se perfila, a raíz del recurso de la denominada consulta legislativa, derecho consagrado por efecto de la Constitución de Montecristi y convenios internacionales, es algo que no solamente afectará al proyecto de Ley de Recursos Hídricos sino a prácticamente todas las leyes en proceso de aprobación, una vez que el Presidente de la Asamblea abrió un verdadero dique por donde se precipitarán estos cuerpos legales, sin otros resultados que de dilatar hasta las calendas griegas una legislación actualizada y acorde con   los mandatos de la Carta Política vigente.
Las organizaciones indígenas que se opusieron mediante movilizaciones y asedios al Palacio Legislativo al proyecto de la Ley de Recursos Hídricos, cantan victoria, en tanto ese cuerpo legal fue torpedeado y en definitiva impedido en su aprobación. Sin entrar en consideraciones acerca de lo positivo y negativo que haya contenido la frustrada ley, es evidente que no se puede legislar a través de asonadas y movilizaciones, que buscan leyes a la medida y gusto de un respetable sector de la sociedad como son los pueblos indígenas, pero que no pueden ni deben constituirse en los únicos que merezcan consultas particularizadas y específicas. Se comprende que la intención abstracta de quienes elaboraron la Constitución de Montecristi y suscribieron los convenios que viabilizan las llamadas preconsultas legislativas, era la de preservar derechos y modos de vida ancestrales, pero esto
se pervierte cuando en adelante casi se debería preconsultar toda ley, decreto y hasta ordenanza municipal, un por sí afecte "modos de vida ancestrales", verdadera camisa de fuerza antijurídica y hasta antilógica que conspira contra un normal flujo y trámite de los proyectos legales.
La socialización y la discusión sobre un cuerpo legal nunca estarán demás, lo malo es que se utiliza en ocasiones de manera mañosa este tipo de debates para, simple y llanamente, evitar que una ley sea aprobada. Estos recursos corren el evidente riesgo de volver paralítica a la Asamblea, que habiendo renunciado de facto a su derecho a fiscalizar, se entiende que fiscalizar de verdad, a los funcionarios y dignatarios de otras funciones del Estado, ahora se halla a punto de verse maniatada en otra de sus atribuciones inmanentes cual es la de legislar. Al paso que vamos, lo más aconsejable sería ejercitar el camino de la llamada "Muerte Cruzada" para que esta Asamblea viciada de transfugios casi como en la tan denostada época de la partidocracia, diera paso a otros asambleístas que no actúen en función de los cálculos políticos sino con la exclusiva responsabilidad que les fuera encomendada por el voto en las urnas, esto es legislar, fiscalizar en función de los intereses de los trece millones de ecuatorianos y ecuatorianas, y no a través del prisma calculista de sus respectivas banderías políticas, que no pueden ni deben convertirse en el norte que guíe la conducta de un asambleísta.

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