El temperamento fuerte de Correa podría ser necesario en un país difícil de gobernar, pero crea la impresión de que los derroteros no están claramente alineados, según el ex asambleísta Fernando Vega, sacerdote sobre el que la Iglesia se hizo de vista gorda por romper el celibato, pero no le perdonó el "delito" de incursionar en la política
"El ministerio sacerdotal más que en un templo se realiza en la vida: Cristo fue laico", dice Fernando Vega, quien cesó de párroco de San Joaquín en mayo de 2007 para ser candidato y ganar una curul en la Constituyente de 2008, con el 93% de los votos de los sufragantes del Azuay, su provincia.
Su participación política, en la tendencia de la "revolución ciudadana" del Presidente Correa, le trajo problemas con la Iglesia, que le suspendió en el ejercicio sacerdotal y tampoco termina de decidir si reincorporarle o no a la diócesis. "Más que cura, siempre he sido un ser humano, profundamente cristiano. El sacerdocio es servicio y quien lo ejerce no es más grande ni mejor que el común de las personas", dice.
Pasado de los 65, habla con seguridad y madurez sobre temas de interés colectivo, con el sustento de una vida de trabajo hermanada entre lo religioso y la preocupación social, de lado de los marginados de la gestión pública, de la economía y hasta de la justicia. Es asesor de la oficina regional de la Secretaría Nacional del Migrante, donde su mayor aporte dedica a la formulación de la Ley de Migración, con la experiencia de más de 20 años de vinculación al fenómeno de la movilidad humana.
Aunque declaró públicamente que no intervendría más en política, no se resiste a reconocer para AVANCE lo rescatable y criticar lo que amerita censura en el gobierno, hacia el que preponderan sus distancias sobre las afinidades. "Siento un sabor agridulce, se ha perdido calidad democrática", afirma.
Es positiva la reinstitucionalización del Estado, basada en las propuestas construidas por la ciudadanía €“ no por Correa- ante la crisis terminal a la que llegaron los partidos en los últimos 30 años. "El estado ha dejado de ser una ficción y hay alguien que quiere gobernar: aunque no estemos de acuerdo con él, hay un rescate de lo público, con una estructura basada en la nueva Constitución. Es importante la orientación del presupuesto hacia lo social, la infraestructura y el manejo de la economía con principios solidarios".
Pero no deja de asociar al Presidente Correa con el de Panamá, el hombre más rico de su país, de extrema derecha, que se jacta de haber alcanzado una mayoría histórica por la que cree que el pueblo está en el poder. En el discurso del Presidente Correa están las propuestas del pueblo, pero en la práctica hay desconocimiento de los grupos que crearon el nuevo escenario del Ecuador. "No hay diálogo, sino una tendencia a que el proyecto colectivo sea personalizado, de no más de los miembros selectos de colaboradores incondicionales. Esto le aísla al Presidente pese a todo el contacto aparente con la gente y profundiza las incomprensiones".
Considera absurdo proponer una revolución rápida, profunda y democrática, cuando si es profunda no puede ser rápida y tampoco puede ser democrática si no reconoce que el Ecuador es un país diverso, intercultural, lleno de contradicciones, donde es indispensable el diálogo. "No se puede generar un clima de diálogo cuando después de proponerlo se ridiculiza al interlocutor, como a los indígenas. En la teoría de la negociación se estudia hasta la afición al equipo de fútbol que tiene el interlocutor para conocer a cabalidad con quien se va a negociar", sostiene.
Vega grafica la imagen del Presidente: "Vemos su rostro pétreo, en tensión permanente, mordiéndose la lengua, impaciente, con rabia, a punto de explotar. Esta tensión expresa una morfología física y síquica que vuelve difícil el acceso al Presidente hasta de los miembros de su circulo inmediato, peor con la gente de fuera, además de las frases manidas de que los criterios ajenos no tienen argumento o no resisten al menor análisis".
La propaganda gubernamental €“sostiene- va por descalificar totalmente a los adversarios políticos o despertar sospechas, como a los indígenas a los que se pide cuenta de dos millones de dólares que habrían sido manejados con irregularidades: si hay bases, que se investigue y castigue, pero que también haya una coherencia con la gestión del Estado, el papel de la Contraloría o la obligación fiscalizadora de la Asamblea. "El tema del fiscal Washington Pesantez dejó sinsabores, dudas y preocupaciones. ¿Por qué el Presidente salió en defensa tan abierta de un señor prepotente que ha abusado de su condición de Fiscal?".
Por añadidura, se descalifica hasta a los asambleístas del Movimiento PAIS, acusándolos de tener rabo de paja si no coinciden en la línea funcional de la propuesta presidencial, aunque se trate de gente luchadora como Virgilio Hernández, Paulina Romo y más, mientras habría preferencias para otros, como Paco Velasco, que gozaría de privilegios en la radio a la que está vinculado.
El otrora asambleísta afín al gobierno critica también a la Asamblea, que ha empezado a patinar y "en la mira del pueblo es como el patio trasero del Ejecutivo". La participación social es fundamental en la construcción de las leyes, pero no se ha de proponer consultas luego que las leyes han sido hechas, sino que se ha de buscar el aporte mediante la participación, como manda la Constitución.
En materia de minería y petróleo preocupa a Fernando Vega la propuesta de extraer rápidamente los recursos para alimentar las arcas durante el mandato, con un ritmo que permita la inversión y los subsidios. " ¿Y después? Esta es la interrogante. Hay ambigüedad: si lo importante es la gente sobre la superficie de la tierra, se ha de pensar si estará allí luego de que se haya extraído los recursos de bajo la tierra. Los planes A y B paralelos crean desconfianza".
También le preocupa la tendencia a uniformar a los pueblos bajo el concepto neoliberal de ciudadanía, sin valorar la pluriculturalidad, la interculturalidad. "Los indígenas no son un estado dentro del Estado, pero deben respetarse las nacionalidades, a los migrantes y grupos minoritarios, para incluirlos en el concepto de ciudadanía respetando la cosmovisión y las formas de vida. Que todos sean ciudadanos uniformes para los que se legisla en forma uniforme es no respetar las diferencias y no entender la nueva Constitución ni el concepto del buen vivir, que es armonía con la naturaleza, con la diversidad, la interculturalidad. La riqueza de cada etnia y nacionalidad acreciente el patrimonio del país".
Vega rescata los logros del gobierno en materia de educación y salud y en particular los alcanzados a través del programa Manuela Espejo de la Vicepresidencia de la República, para reconocer las obligaciones del Estado a favor de miles de compatriotas "que vivían como animales, ignorados, inexistentes y ahora reciben la atención y servicios a los que tienen derecho, en una decisión acertada, coherente con los postulados del Gobierno".
Destaca, por fin, que se haya reposicionado la soberanía nacional, dialogando de igual a igual en temas de comercio exterior con gobiernos e instituciones poderosas, sin someterse al FMI, como ocurría siempre.
El ex asambleísta dice tener paz en su conciencia, seguro de que su fugaz paso político fue una contribución hacia los sectores sociales que necesitaban ser tomados en cuenta. No mira con mucha esperanza el futuro del país, porque difícilmente cambiará el genio y figura del Presidente, y cree que el mundo entero está próximo a una crisis que tocaría fondo hacia mitad del siglo, para dar paso a una nueva época en la historia de la humanidad.
De la crisis tampoco se librará la Iglesia, pues los síntomas son evidentes, dice el sacerdote al que la Iglesia le perdonó haberse convertido en padre y abuelo, pero no el que se haya metido a político.
Su participación política, en la tendencia de la "revolución ciudadana" del Presidente Correa, le trajo problemas con la Iglesia, que le suspendió en el ejercicio sacerdotal y tampoco termina de decidir si reincorporarle o no a la diócesis. "Más que cura, siempre he sido un ser humano, profundamente cristiano. El sacerdocio es servicio y quien lo ejerce no es más grande ni mejor que el común de las personas", dice.
Pasado de los 65, habla con seguridad y madurez sobre temas de interés colectivo, con el sustento de una vida de trabajo hermanada entre lo religioso y la preocupación social, de lado de los marginados de la gestión pública, de la economía y hasta de la justicia. Es asesor de la oficina regional de la Secretaría Nacional del Migrante, donde su mayor aporte dedica a la formulación de la Ley de Migración, con la experiencia de más de 20 años de vinculación al fenómeno de la movilidad humana.
Aunque declaró públicamente que no intervendría más en política, no se resiste a reconocer para AVANCE lo rescatable y criticar lo que amerita censura en el gobierno, hacia el que preponderan sus distancias sobre las afinidades. "Siento un sabor agridulce, se ha perdido calidad democrática", afirma.
Es positiva la reinstitucionalización del Estado, basada en las propuestas construidas por la ciudadanía €“ no por Correa- ante la crisis terminal a la que llegaron los partidos en los últimos 30 años. "El estado ha dejado de ser una ficción y hay alguien que quiere gobernar: aunque no estemos de acuerdo con él, hay un rescate de lo público, con una estructura basada en la nueva Constitución. Es importante la orientación del presupuesto hacia lo social, la infraestructura y el manejo de la economía con principios solidarios".
Pero no deja de asociar al Presidente Correa con el de Panamá, el hombre más rico de su país, de extrema derecha, que se jacta de haber alcanzado una mayoría histórica por la que cree que el pueblo está en el poder. En el discurso del Presidente Correa están las propuestas del pueblo, pero en la práctica hay desconocimiento de los grupos que crearon el nuevo escenario del Ecuador. "No hay diálogo, sino una tendencia a que el proyecto colectivo sea personalizado, de no más de los miembros selectos de colaboradores incondicionales. Esto le aísla al Presidente pese a todo el contacto aparente con la gente y profundiza las incomprensiones".
Considera absurdo proponer una revolución rápida, profunda y democrática, cuando si es profunda no puede ser rápida y tampoco puede ser democrática si no reconoce que el Ecuador es un país diverso, intercultural, lleno de contradicciones, donde es indispensable el diálogo. "No se puede generar un clima de diálogo cuando después de proponerlo se ridiculiza al interlocutor, como a los indígenas. En la teoría de la negociación se estudia hasta la afición al equipo de fútbol que tiene el interlocutor para conocer a cabalidad con quien se va a negociar", sostiene.
Fernando Vega Cuesta, ex Asambleísta de PAIS. |
La propaganda gubernamental €“sostiene- va por descalificar totalmente a los adversarios políticos o despertar sospechas, como a los indígenas a los que se pide cuenta de dos millones de dólares que habrían sido manejados con irregularidades: si hay bases, que se investigue y castigue, pero que también haya una coherencia con la gestión del Estado, el papel de la Contraloría o la obligación fiscalizadora de la Asamblea. "El tema del fiscal Washington Pesantez dejó sinsabores, dudas y preocupaciones. ¿Por qué el Presidente salió en defensa tan abierta de un señor prepotente que ha abusado de su condición de Fiscal?".
Por añadidura, se descalifica hasta a los asambleístas del Movimiento PAIS, acusándolos de tener rabo de paja si no coinciden en la línea funcional de la propuesta presidencial, aunque se trate de gente luchadora como Virgilio Hernández, Paulina Romo y más, mientras habría preferencias para otros, como Paco Velasco, que gozaría de privilegios en la radio a la que está vinculado.
El otrora asambleísta afín al gobierno critica también a la Asamblea, que ha empezado a patinar y "en la mira del pueblo es como el patio trasero del Ejecutivo". La participación social es fundamental en la construcción de las leyes, pero no se ha de proponer consultas luego que las leyes han sido hechas, sino que se ha de buscar el aporte mediante la participación, como manda la Constitución.
En materia de minería y petróleo preocupa a Fernando Vega la propuesta de extraer rápidamente los recursos para alimentar las arcas durante el mandato, con un ritmo que permita la inversión y los subsidios. " ¿Y después? Esta es la interrogante. Hay ambigüedad: si lo importante es la gente sobre la superficie de la tierra, se ha de pensar si estará allí luego de que se haya extraído los recursos de bajo la tierra. Los planes A y B paralelos crean desconfianza".
También le preocupa la tendencia a uniformar a los pueblos bajo el concepto neoliberal de ciudadanía, sin valorar la pluriculturalidad, la interculturalidad. "Los indígenas no son un estado dentro del Estado, pero deben respetarse las nacionalidades, a los migrantes y grupos minoritarios, para incluirlos en el concepto de ciudadanía respetando la cosmovisión y las formas de vida. Que todos sean ciudadanos uniformes para los que se legisla en forma uniforme es no respetar las diferencias y no entender la nueva Constitución ni el concepto del buen vivir, que es armonía con la naturaleza, con la diversidad, la interculturalidad. La riqueza de cada etnia y nacionalidad acreciente el patrimonio del país".
Vega rescata los logros del gobierno en materia de educación y salud y en particular los alcanzados a través del programa Manuela Espejo de la Vicepresidencia de la República, para reconocer las obligaciones del Estado a favor de miles de compatriotas "que vivían como animales, ignorados, inexistentes y ahora reciben la atención y servicios a los que tienen derecho, en una decisión acertada, coherente con los postulados del Gobierno".
Destaca, por fin, que se haya reposicionado la soberanía nacional, dialogando de igual a igual en temas de comercio exterior con gobiernos e instituciones poderosas, sin someterse al FMI, como ocurría siempre.
El ex asambleísta dice tener paz en su conciencia, seguro de que su fugaz paso político fue una contribución hacia los sectores sociales que necesitaban ser tomados en cuenta. No mira con mucha esperanza el futuro del país, porque difícilmente cambiará el genio y figura del Presidente, y cree que el mundo entero está próximo a una crisis que tocaría fondo hacia mitad del siglo, para dar paso a una nueva época en la historia de la humanidad.
De la crisis tampoco se librará la Iglesia, pues los síntomas son evidentes, dice el sacerdote al que la Iglesia le perdonó haberse convertido en padre y abuelo, pero no el que se haya metido a político.