Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora
"El comunicador deberá ser ajeno al sensacionalismo irresponsable, a la mercantilización de la noticia o cualquier tipo de manipuleo de la información y de la opinión, que falsee, tergiverse, niegue o limite la verdad"

La Nueva Ley de Comunicación era   necesaria, porque el espectro de medios ha cambiado en el país. Los medios electrónicos tienen hoy la primacía de la audiencia, porque informan rápidamente y con imágenes los principales sucesos,   facilitan el aprendizaje de todos los temas genialmente programados por Google y otras empresas y permiten intercambiar noticias, mensajes, novedades entre dos o más personas con el correo masivo o el reenvío de correos electrónicos.
Los periodistas siempre hemos tenido nuestras leyes, como La Ley de Ejercicio Profesional del Periodista (Decreto No.799-b 1975) que reserva los principales roles sólo para los profesionales;   y el Código de Á‰tica del Periodista (1980), expedido hace más de dos décadas, que regulan la actividad informativa. Inclusive determinan que será la Casa de la Cultura Ecuatoriana y el Ministerio de Educación los que controlen la calidad e idoneidad de las programaciones e informaciones y que el comunicador "deberá ser ajeno al sensacionalismo irresponsable, a la mercantilización de la noticia o cualquier tipo de manipuleo de la información y

de la opinión, que falsee, tergiverse, niegue o limite la verdad
Actualmente la discusión de la nueva Ley se ha empantanado cuando trata sobre la máxima autoridad que representará el Consejo de Comunicación especialmente sobre su conformación, que según el texto presentado a discusión contará con la presencia de un Delegado del Presidente de la República y otros de diversas entidades relacionadas con la actividad. Ellos deberán garantizar la conducta de todos los actores del proceso comunicativo, velar por la idoneidad y calidad de la información y regular los contenidos.
Las continuas protestas del Ejecutivo sobre juicios, análisis y sentido que se dan en las noticias han demandado un ente apropiado que estudie, regule y sancione   la comunicación sin coartar la libertad de expresión.
La Asamblea debe escuchar todas las voces   y llegar a un consenso equilibrado y sobre todo justo, porque su papel es legislar con seriedad, oportunidad y sobre todo equilibrio.
El Consejo debería ser totalmente independiente, con representaciones iguales de todos los organismos que lo integran, incluyendo al del Ejecutivo.

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