Por Julio Carpio Vintimilla
¿Roma se cayó, realmente? Hay muchas razones para dudar. Es, todavía, la capital de los católicos del mundo; y una de las cuatro más grandes capitales europeas.
La economía italiana de hoy está, más o menos, a la par de la inglesa. |
En aquellos viejos tiempos, todos los caminos conducían a Roma. ¿Y por qué ocurría esto? Pues, por la grandísima razón de que Roma era una formidable metrópoli imperial. Nada menos que la capital de todo un continente. En otras palabras, lo que hoy diríamos una ciudad globalizadora; como Nueva York, como Londres. Como ha vuelto a ser, Beijing. Como €“ si la tendencia del crecimiento del Brasil se continúa €“ será, más bien pronto, Brasilia Bueno, muchos siglos después de terminada la centralidad romana, un caudillo caribeño de nombre latino €“ Fidel significa fiel; y Castro, cuartel €“ comentó que quién habría podido imaginarse que el Socialismo se caería como un castillo de naipes Se estaba refiriendo, por supuesto, al Imperio Ruso. Sirva esta introducción para presentar el tema de hoy. Adelante.
Niall Ferguson es un conocido e interesante articulista inglés. (El CORRIERE DELLA SERA, de Milán, Italia, publica sus artículos.) Hace poco, escribió uno titulado LA FRAGILIDAD DEL IMPERIO AMERICANO. La idea principal de su argumento es que los imperios se caen de manera brusca. (Al contrario de lo que suponen ciertos historiadores y, también, la gente común. Ellos €“ unos y otros -- comparan los imperios con los hombres; y concluyen que los primeros, como los segundos, nacen, crecen, maduran y se mueren. Más o menos lentamente ) Ejemplo muy reciente y muy notable: el Imperio Ruso. A estas alturas, -- dice el periodista €“ frente a la contundencia de los hechos acaecidos y después de un prolijo examen del pasado, los historiadores han podido encontrar síntomas reveladores del agotamiento imperial ruso hasta en la época de Brezhnev (Un recuerdo: En nuestra secundaria, estos largos procesos se explicaban con las usuales causas remotas y causas próximas.) Pero, aun en las vísperas de la caída, -- añade €“ las cosas no se veían tan claras Al contrario: La supuesta debilidad no se advertía Por ejemplo, Rusia superaba a los Estados Unidos en poderío atómico. El entonces llamado Tercer Mundo €“ mayoritariamente y en forma activa o pasiva €“ se ponía del lado de los soviéticos Es cierto. Y, en el fondo, es aquello, bastante viejo, de que los historiadores no saben prevenir; y, desde luego, mucho menos, predecir. Y €“ como dijo algún cínico €“ esperan que se haga la autopsia, para anunciar de qué murió el paciente
Apoyemos a Ferguson. Ejemplos a su favor. Uno. El importante Imperio Austro-húngaro se hizo pedazos en el lapso de los cuatro años de la Primera Guerra Mundial. Y la grande y refinada Viena de ayer €“ capital de media Europa €“ se redujo a ser la modesta capital de un pequeño país alpino. (Hitler remató, luego, el proceso con la Anchluss; la anexión de Austria a la Alemania nazi.) Dos. El nuestro propio: el Imperio Español. Á‹ste se liquida, prácticamente, en unos quince años: entre 1809 y 1824.
(Después de la invasión de Napoleón a España.) Y €“ aunque se ha hablado mucho de los siglos de la decadencia española €“ las cosas, en este caso, tampoco pintaban tan mal.
Veamos. Pocos años antes, el Virreinato del Río de la Plata había sido capaz de rechazar las invasiones inglesas. Los platenses €“ llamémoslos así €“ habían, además, tomado posesión de las Islas Malvinas; y, de hecho, seguían avanzando en los territorios indios de la Patagonia. Más o menos, al mismo tiempo, en Norteamérica, los españoles de California habían tomado contacto con los navegantes rusos. (La máxima expansión de España en aquella remota área del Pacífico.) Y, en 1805, un español de Sonora, Diego Narbona, había incursionado en el territorio de Los Navajos. (Área del Cañón de Chelly, rio Colorado. Y no se quedó allí, porque consideró que tales apartadas soledades no tenían utilidad ) Por otra parte, los virreinatos de Lima y México parecían €“ y, muy probablemente, lo eran €“ más poderosos y ricos que los incipientes Estados Unidos Bueno, aparentemente, el imperio era fuerte. Entonces, ¿de qué enfermedades súbitas se murió? Y, así, hay, también, ciertamente, otros casos más o menos parecidos; más o menos claros u oscuros. (El Imperio Griego de Alejandro Magno, el Imperio de los Mongoles, el Imperio de los Vikingos, los Incas, los Aztecas )
Y, ahora, -- al contrario de lo anterior €“ discrepemos con Ferguson. Un ejemplo. ¿Roma se cayó, realmente? Hay muchas razones para dudar. ¿Por qué? Bueno, Roma es, todavía, la capital de los católicos del mundo; y una de las cuatro más grandes capitales europeas. (Y la economía italiana de hoy está, más o menos, a la par de la inglesa. Quinta o sexta del mundo.) De otro lado, una gran parte de Europa €“ y toda la América Latina €“ hablan un latín transformado por el tiempo; pero latín, al fin y al cabo. (Y el inglés -- la lengua franca del mundo €“ tiene algo así como un cuarenta por ciento de vocabulario latino.) Un imperio cultural Y,-- aunque se deseche todo lo anterior €“ de cualquier modo, Roma es el caso, muy notable, de un gran imperio que se fue cayendo lentamente. O, hasta, -- se podría reiterar €“ el caso de un imperio que nunca se cayó del todo Otro ejemplo. ¿El Imperio Chino se cayó alguna vez? No, por supuesto. China ha estado siempre viva. Ha enfermado varias veces, es verdad. Pero, cada vez, se repone. Y, en el siglo XXI, se revigoriza, a ojos vista La afirmación de Ferguson tiene, pues, sus excepciones; y, quizás, una gran serie de matices
Ferguson concluye: Discutir si los Estados Unidos están o no están en decadencia -- dice €“ es ocioso. Lo importante, en la práctica, es evitar una brusca caída Hay que estar atentos a los síntomas de una posible enfermedad. La caída podría darse, por ejemplo, si el país pierde su vigor económico. Si los extranjeros, masivamente, empiezan a desconfiar del sistema financiero norteamericano. Si €“ por una u otra razón -- los extranjeros empiezan a abandonar el dólar como principal moneda internacional. Las crisis económicas, o las derrotas militares, suelen preceder a las grandes crisis políticas. Esa es la clara advertencia de la URSS Los Estados Unidos tomen nota
Bueno, ¿qué decir al respecto? Nos acordamos del muy interesante libro, de Robert D. Kaplan, VIAJE AL FUTURO DEL IMPERIO. (Trata de las fuerzas centrífugas o disgregantes de los Estados Unidos del siglo XXI.) Nos acordamos de las invasiones de los bárbaros. (Actuales migraciones. ¿Musulmanización de Europa? ¿Latinoamericanización de los Estados Unidos? ) Nos acordamos del bajo crecimiento demográfico de los norteamericanos y de los europeos. Nos acordamos de aquello de que los Estados Unidos ya no son lo que fueron (En verdad, el máximo poderío relativo del país pudo darse hacia 1945; después de la Segunda Guerra Mundial.) Nos acordamos del ambiente espengleriano que se ha vuelto a producir en el Primer Mundo. (Oswald Spengler / LA DECADENCIA DE OCCIDENTE / Segunda década del siglo XX.) Pero, nosotros no somos tan economicistas como para creer que una, o varias crisis, productivas o financieras, puedan derribar, de pronto, a una gran nación o a un gran imperio. Tampoco lo harían €“ pensamos €“ una, o unas, derrotas militares. Mientras los Estados Unidos sigan teniendo la gran capacidad de organización que tienen, -- creemos €“ podrán salir de las primeras y recuperarse de las segundas. Y, en definitiva, terminemos este tema con una reflexión lateral. Hay asuntos grandes, muy grandes; que no se pueden, por supuesto, resumir en un artículo periodístico. Requieren un libro, varios libros o muchos libros Y, quizás, también, amplios y dedicados estudios. Nosotros, los periodistas, solamente, podemos insinuarlos
Niall Ferguson |
Apoyemos a Ferguson. Ejemplos a su favor. Uno. El importante Imperio Austro-húngaro se hizo pedazos en el lapso de los cuatro años de la Primera Guerra Mundial. Y la grande y refinada Viena de ayer €“ capital de media Europa €“ se redujo a ser la modesta capital de un pequeño país alpino. (Hitler remató, luego, el proceso con la Anchluss; la anexión de Austria a la Alemania nazi.) Dos. El nuestro propio: el Imperio Español. Á‹ste se liquida, prácticamente, en unos quince años: entre 1809 y 1824.
(Después de la invasión de Napoleón a España.) Y €“ aunque se ha hablado mucho de los siglos de la decadencia española €“ las cosas, en este caso, tampoco pintaban tan mal.
Veamos. Pocos años antes, el Virreinato del Río de la Plata había sido capaz de rechazar las invasiones inglesas. Los platenses €“ llamémoslos así €“ habían, además, tomado posesión de las Islas Malvinas; y, de hecho, seguían avanzando en los territorios indios de la Patagonia. Más o menos, al mismo tiempo, en Norteamérica, los españoles de California habían tomado contacto con los navegantes rusos. (La máxima expansión de España en aquella remota área del Pacífico.) Y, en 1805, un español de Sonora, Diego Narbona, había incursionado en el territorio de Los Navajos. (Área del Cañón de Chelly, rio Colorado. Y no se quedó allí, porque consideró que tales apartadas soledades no tenían utilidad ) Por otra parte, los virreinatos de Lima y México parecían €“ y, muy probablemente, lo eran €“ más poderosos y ricos que los incipientes Estados Unidos Bueno, aparentemente, el imperio era fuerte. Entonces, ¿de qué enfermedades súbitas se murió? Y, así, hay, también, ciertamente, otros casos más o menos parecidos; más o menos claros u oscuros. (El Imperio Griego de Alejandro Magno, el Imperio de los Mongoles, el Imperio de los Vikingos, los Incas, los Aztecas )
La loba amamantando a Rómulo y Remo, personajes legendarios sobre la fundación de Roma, milenaria ciudad imperial. |
Ferguson concluye: Discutir si los Estados Unidos están o no están en decadencia -- dice €“ es ocioso. Lo importante, en la práctica, es evitar una brusca caída Hay que estar atentos a los síntomas de una posible enfermedad. La caída podría darse, por ejemplo, si el país pierde su vigor económico. Si los extranjeros, masivamente, empiezan a desconfiar del sistema financiero norteamericano. Si €“ por una u otra razón -- los extranjeros empiezan a abandonar el dólar como principal moneda internacional. Las crisis económicas, o las derrotas militares, suelen preceder a las grandes crisis políticas. Esa es la clara advertencia de la URSS Los Estados Unidos tomen nota
Bueno, ¿qué decir al respecto? Nos acordamos del muy interesante libro, de Robert D. Kaplan, VIAJE AL FUTURO DEL IMPERIO. (Trata de las fuerzas centrífugas o disgregantes de los Estados Unidos del siglo XXI.) Nos acordamos de las invasiones de los bárbaros. (Actuales migraciones. ¿Musulmanización de Europa? ¿Latinoamericanización de los Estados Unidos? ) Nos acordamos del bajo crecimiento demográfico de los norteamericanos y de los europeos. Nos acordamos de aquello de que los Estados Unidos ya no son lo que fueron (En verdad, el máximo poderío relativo del país pudo darse hacia 1945; después de la Segunda Guerra Mundial.) Nos acordamos del ambiente espengleriano que se ha vuelto a producir en el Primer Mundo. (Oswald Spengler / LA DECADENCIA DE OCCIDENTE / Segunda década del siglo XX.) Pero, nosotros no somos tan economicistas como para creer que una, o varias crisis, productivas o financieras, puedan derribar, de pronto, a una gran nación o a un gran imperio. Tampoco lo harían €“ pensamos €“ una, o unas, derrotas militares. Mientras los Estados Unidos sigan teniendo la gran capacidad de organización que tienen, -- creemos €“ podrán salir de las primeras y recuperarse de las segundas. Y, en definitiva, terminemos este tema con una reflexión lateral. Hay asuntos grandes, muy grandes; que no se pueden, por supuesto, resumir en un artículo periodístico. Requieren un libro, varios libros o muchos libros Y, quizás, también, amplios y dedicados estudios. Nosotros, los periodistas, solamente, podemos insinuarlos