Por Julio Carpio Vintimilla

 

Julio Carpio Vintimilla

Adónde vayan las universidades, irá el país   Las instituciones superiores ecuatorianas €“ no todas son universidades --   constituían y constituyen   un conjunto bastante heterogéneo. Y no han tenido, prácticamente, conciencia de "ir" a ninguna parte.   Son, en ciertos casos, unos galpones, donde se vende, o casi se vende, unos diplomas. ¿Adónde va un tal emprendimiento?

 

Todo aquél que pretende conocer el futuro es un chanta (engañador, embaucador, mentiroso) --   le oímos decir una vez a un argentino pragmático y realista. En verdad, razón no le faltaba. Ejemplifiquemos, a su favor, para demostrarlo. De acuerdo con las encuestas, José Mujica era ya el virtual presidente del Uruguay. Eso parecía harto probable y previsible. Pero, el consabido margen de error de estas consultas tenía, en este caso, escondida, una decisiva carta: el muy ajustado empate en la concretación electoral (segunda vuelta). Y, así, la virtualidad de Mujica se evaporó como por encanto. Y el extupamaro y   Lacalle €“ su adversario liberal €“ debieron lidiar por cada voto de sus compatriotas Otro caso, de un espacio muy distinto: el deporte. Si el Real Madrid juega con un equipo de barrio, ¿cuál va a ganar?   Vaya, hombre, el Real Para los merengues, el partido será, muy probablemente, una especie de entrenamiento. ¿Y qué pasó, de hecho? Pues, que un humilde Alcorcón le ganó al orgulloso Real con una goleada notable: 4 a 0. Un tercer caso; mucho más grande y bastante más deschavetado: Francis Fukuyama anunció nada menos que el fin de la historia ¡Eso!   ( ¿Cómo creerle cuando nos explica que lo único que quiso decir, realmente, es que la democracia liberal es el más avanzado de los sistemas políticos?   ¿Acaso no lo sabíamos?) ¿Y los famosos futurólogos de la década de los sesenta? Según ellos, ¡ya tendríamos que estar viviendo en la bienaventurada sociedad del ocio !   ¿Y no hubo, por ahí, también, un gran profeta decimonónico   que anunció una paradisíaca sociedad sin clases? Bueno, bueno, pruebas variadas y suficientes.
Pero,   ¿Don Máximo Realetti tenía toda la razón?   Respuesta esperable: No toda. Nadie puede tenerla. Bien, aquí, expliquémonos. Hace falta. Hay, en este mundo, un fenómeno frecuente, que se designa con la palabra tendencia. Eso significa, en castellano común, solamente, que algo tiene buenas posibilidades de suceder.   Y, ahora, otra vez, a los ejemplos. Si Pedrito Cadena estudia su ingeniería con dedicación y constancia, tiene muchas probabilidades de llegar a ser un buen profesional. Si la selección futbolística chilena, dirigida por Marcelo Bielsa, sigue trabajando con disciplina y orden, -- y tiene, también, un poco de suerte €“ podrá llegar muy lejos En lo muy grande: Si China es capaz de mantener, por unas décadas, su ritmo de progreso, será la primera potencia mundial hacia el año 2050. Agregado oportuno: No olvidemos que la vida del hombre es un proyecto. Y, para proyectar, hay que fijarse, ineludiblemente, en las probabilidades; en las tendencias. Pedrito, pues, bien puede ir pensando   en formar una empresa de construcción. Estará proyectando; no soñando despierto. Y, en este mismo momento,   las cancillerías más competentes del mundo ya se están preparando para desempeñarse   en una geopolítica global asiatizada. Los diplomáticos que tal cosa hacen   no son brujos; son nada más que gentes sensatas y previsoras. Conclusión parcial y pertinente: No les creamos a los chantas; y desconfiemos mucho de los futurólogos y de los profetas. Pero,   -- ¡por favor! €“ no seamos tan tontos, ni tan distraídos,   ni tan desconfiados, como para despreciar las tendencias manifiestas y   constantes. ¿De acuerdo, Don Máximo?   ¿Sí?   Entonces, nos permitirá seguir.
Y, desde este punto, tornemos a nuestra triste y dura realidad nacional. Y €“ para seguir en el camino --   fijémonos, casi al azar,   en una conocida predicción: Adónde vayan las universidades, irá el país (La verdad, nosotros nunca la creímos. Y, ahora, es el momento de dar los porqués. Vamos.)   (a) Formal. "Ir", en este caso,   es nada más que una metáfora deficiente, imperfecta. Las universidades sí pueden, por una parte, "ir"   hacia la excelencia, hacia la insignificancia, hacia la crisis, etc.   Pero, también, al contrario, estas condiciones pueden "llegar", "instalarse", en dichos entes Ergo: ambigüedad, imprecisión lamentables; resultado: mala comunicación.   (b) Sustancial. Las instituciones superiores ecuatorianas €“ no todas son universidades --   constituían y constituyen   un conjunto bastante heterogéneo. Y no han tenido, prácticamente, conciencia de "ir" a ninguna parte.  
Detallemos esto último. (1)   Las peores "universidades" eran, y   son, un simple y malfuncionante   negocio. Son, en ciertos casos, unos galpones; donde se vende, o casi se vende, unos diplomas. ¿Adónde va un tal emprendimiento? ¿Hacia la prosperidad y el falso brillo de sus inescrupulosos dueños?   ¿Allá iba el país?   (2)   Las politécnicas --   que nacieron con la respetable reforma garciana; lastimosamente descontinuada --   son, en lo esencial, un pequeño grupo de ingenierías. ¿Adónde van? ¿Hacia el logro de una modesta tecnología nacional? Talvez Pero, ¿iba hacia allá el país?   No, ciertamente. (3)   Las universidades privadas, y las semipúblicas, trataron, y tratan aún, de llenar el enorme vacío profesional que dejó la politización de las públicas. ¿Adónde van?   A ninguna parte. Intentan, en el mejor de los casos, consolidarse; para, luego, sí, "ir" hacia una muy lejana superación. (4)   Las universidades públicas. ¿Fueron el reino de los chantas?   Quizás, sí;   porque sus directivos sostenían que el futuro le pertenecía, por entero, al Socialismo. Nada menos (El siglo pasado, en una de sus peores versiones.) Y, -- llenos de tan cándida fe --   les ofrecieron a sus estudiantes, y al país, una esplendorosa revolución ¿Ir hacia dónde?   Pues, hacia la utopía, hombre, hacia la utopía Sólo en este lamentable sentido, se pudo y   se puede hablar de un   "ir"   universitario. (Porque la clase dirigente socialista €“ muy mediocre y   muy radicalizada; que se formó o, más bien, se deformó   en las universidades públicas €“ es la que hoy día nos está gobernando.)
Pero, veamos bien el asunto. ¿Fue, en verdad, tal clase dirigente la que guió al país hacia la actual "revolución"?   No, señor. De ninguna manera. Fue el país el que €“ por diversas y sorpresivas razones --   implosionó, colapsó; se deshizo. Y, después, la dicha, dichosa y   verbosa dirigencia revolucionaria llegó a Carondelet; caminando, desmañadamente,   sobre las ruinas dispersas del viejo "sistema neoliberal" Hay gente suertuda. Y hechos casi totalmente inesperados
¿Habrá que decir, finalmente, que --   cuando Osvaldo Hurtado predecía €“ estaba   pensando en voz alta; que su famosa frase   era pura, neta y vacua retórica?   Hay que decirlo, para redondear el tema. Pero, realmente, no hace   mucha falta. Sí hace falta, en cambio,   precisar   que €“ para ser razonables y no equivocarnos malamente en público --   no es bueno hacer predicciones, muchachos. Hablemos €“ y con tino €“ de tendencias nomás; de tendencias

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