Por Mario Cordero Alvear

Existen en la tierra seres melancólicos y obscuros que habitan el infierno de sus propias entrañas, individuos hartados de vida porque conocen de memoria sus recovecos, sus trampas, sus caminos y sus atajos


Mario Cordero Alvear, abogado cuencano de 41 años, alterna las responsabilidades de funcionario judicial en la Corte de Cuenca, con la vocación por la poesía. Ha publicado en 2002 Vals Mephisto y en 2009 Poesía Noche y Día, en una edición conjunta con Iván Peroff, Patricio Romero, Patricia Orellana y Diego Parra.
Á‰l ha hecho llegar a AVANCE el relato que insertamos en estas páginas, a través del cual se muestra como un autor literario que aparte de la creación lírica, incursiona en la prosa literaria. Este medio de comunicación cumple la misión de difundir el trabajo de las nuevas promociones culturales de Cuenca.



Serían apenas las cuatro de la tarde, cuando la penumbra empezó a adueñarse de la pequeña isla, nunca podré explicarme que hacía yo en ese fin de mundo; sabía que no buscaba un retiro, un espacio de paz, mucho peor el olvido. Quizá buscaba algunas respuestas, talvez nuevas preguntas, no sé....
A esta hora había recorrido por lo menos cinco kilómetros a lo largo de la playa y hubiera caminado durante toda la noche a merced del hipnótico arrullo del mar, pero una helada llovizna me obligó a pedir posada en lo que parecía ser una vieja taberna sumida en las garras del olvido. Una puerta extrañamente tallada permitía entrever el interior de aquel lugar, de su dintel colgaba un enmohecido letrero que el viento sacudía desordenadamente. Con algo de esfuerzo logré descifrarlo: "BLUE BAR 1949" rezaba la borrosa inscripción. Entré; el aire del salón era limpio y profundo, las mesas y las bancas estaban muy bien ordenadas, habían sido construidas con sólidos tablones de roble, como si su fabricante hubiera querido burlar el inexorable desgaste que el tiempo imprime en las cosas y en los seres. Me acerqué al mostrador y golpeé varias veces un viejo mesón. - ¡Qué desea! €“ tronó una voz áspera a mis espaldas-. Sobresaltado,   voltee rápidamente. A pocos metros de mí, inmóvil como una roca, estaba de pie un hombre alto y delgado, tendría unos setenta años, llevaba el pelo y la barba muy crecidos, sus profundos ojos azules marcaban el límite entre él y el resto del mundo.
-Un vaso de ron por favor €“respondí nervioso-
El hombre se acercó al mostrador, agarró una botella oscura y dos vasos, los puso sobre una de las mesas y con un ademán me instó a que me sentara; luego, mirándome me dijo en forma indiferente:
Mario Cordero Alvear
Mario Cordero Alvear, literato de las nuevas promociones cuencanas.
Sé a lo que ha venido, busca lo que todos saben y nadie se atreve a pensar siquiera, en esto no puedo ayudarle. En el fondo de las cosas está solo usted enfrentado a su miserable vida y solo Usted puede desentrañar el mezquino por qué de su existencia. Sin embargo puedo poner una gota de luz en su alma si me escucha un momento.

Prendió un cigarro, me miró fijamente a los ojos y prosiguió: existen en la tierra seres melancólicos y obscuros que habitan el infierno de sus propias entrañas, individuos hartados de vida porque conocen de memoria sus recovecos, sus trampas, sus caminos y sus atajos. Personas que amarga y sinceramente se ríen del mundo cada día y de si mismos cada noche; tal es su lucidez. Para ellos la esperanza es como una piedra en el zapato del caminante. Después de todo, ¿Qué pueden esperar de una humanidad cotidiana y obtusa que se precia de ser correcta, pero solo es sumisa?.   Estos seres obscuros y lúcidos se adentran en la vida a través de sus propias heridas; con el tiempo las heridas se cierran y su mundo de tinieblas se ahonda y   crece desmesuradamente como un hueco que engorda tragándose a si mismo. Solo entonces comprenden que Dios es un actor fracasado que repite una y otra vez su enmohecido papel, en el pálido escenario de la eternidad. Para estos miserables seres, la única verdad que existe lleva el contradictorio nombre de "Mentira". ¡sí amigo mío!. Ella es reina en el país de los desgraciados y madre de todos los suicidas. Impera dulce y majestuosa en sus vidas, ofreciéndoles el espejismo escuálido de la felicidad   a cambio de sus atónitas y flácidas almas. La   diosa mentira, puede serle de mucha utilidad a un habitante de las tinieblas, sobre todo si necesita ser amado....
Dicho esto, mi anfitrión hizo una pausa solemne, posó su mirada sobre una empolvada fotografía en la pared, que dejaba adivinar la borrosa silueta de una mujer,   y prorrumpió en frenética carcajada, a la vez que gruesas lágrimas se abrían paso sobre sus barbudas mejillas. Cuando pudo contener su llanto-risa, clavó en mis ojos los suyos, incendiados por el brillo febril de la locura y me dijo: ¿Cree Ud. que todo lo que le he dicho es cierto, o que es solo una mentira que fabriqué para conseguir un amigo?.   - Escuché con asombro sus últimas palabras, luego reímos juntos y bebimos hasta el amanecer.

 


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