Por Julio Carpio Vintimilla
Para que haya una efectiva democracia, debe haber unos buenos partidos políticos, una correcta división de poderes (funciones de gobierno) y una atmósfera política de libertades En pocas palabras, republicanismo del auténtico. Y, si no lo hay, no habrá democracia. Así de sencillo, de importante y de definitivo
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La democracia €“ como denominación y como hecho €“ tiene dos mitades: el pueblo y el gobierno. E, ineludiblemente, para que la unidad sea buena, las dos mitades tienen que ser buenas. El pueblo tiene que ser educado y responsable. Y el gobierno €“ en el sentido amplio de las clases dirigentes €“ debe ser, aparte de educado, honrado, vigoroso y eficaz |
Todos los populismos latinoamericanos han sido procesos negativos; y, algunos, hasta disolventes, trágicos y desastrosos. A ver. ¿Conoce usted alguno de ellos que haya sido, por lo menos, medianamente bueno? ¿El Varguismo, que logró la modernización y la industrialización del Brasil? Un momento. Sí; pero, el Varguismo fue, sólo parcialmente, un populismo. (Sería muy inadecuado considerarlo una verdadera excepción.) Y nuestro actual Correísmo entra €“ con sobra de características y de razones €“ dentro de la arrasadora regla. Y, en este caso, -- y para peor €“ añádale usted el "socialismo del siglo XXI" al tradicional y adocenado populismo criollo. Y, hecho esto, ¿qué tenemos? Helo aquí: un cóctel político abundoso, subido e intoxicante. Y, ahora, mire usted, con atención, el escenario en el cual se está sirviendo el brebaje. ¿Lo hizo? ¿Vio las desperdigadas ruinas de las instituciones democráticas y republicanas? ¿Y se fijó que, entre ellas, aun el mismo estado luce débil y desfalleciente. Bueno, dejemos ahí nomás las metáforas Pero, quede señalado un hecho enorme: Estamos viviendo una catástrofe social. (Mucho peor que las catástrofes €“ literales y verdaderas €“ de las sequías, los terremotos, las erupciones, los aguajes y las inundaciones ) Y, aquí, el colmo: No hay conciencia de ello. A la mayoría de los ecuatorianos, parece no importarle la terrible situación. Y una pequeña porción de políticos €“ algunos, materialmente interesados y, la mayoría, sesgadamente ideológicos €“ se empeña en ver, en ella, unos cambios, unas reformas, una revolución (Espejismos; para consumo propio y, más todavía, para consumo ajeno ) Y nada más que unos pocos, muy pocos, demasiado pocos, se percatan de la dura realidad; y vislumbran sus largas proyecciones y sus posibles e inquietantes consecuencias. Bien, estos pocos deben hablar claramente. Y, sobre todo, ya, deben actuar de alguna manera. Si no lo hacen, la destrucción avanzará; se extenderá Pero, ¿qué hacer? Observemos bien, otra vez. Hay tres posibilidades. (1) Recitar la antigua jeremiada de la insalvable desgracia nacional. Y, luego, cruzarnos de brazos; como casi siempre. (2) Distribuir las culpas y las inocencias. Y, luego, pelearnos por los resultados; porque nunca, en esto, los ecuatorianos, podremos ponernos de acuerdo. (3) Prepararnos -- con poca discusión y bastante buena voluntad -- para ir saliendo, gradual y normalmente, de la desgracia. Esto es lo que más se necesita; lo más urgente; la tarea que se impone. (Hay que evitar las falsas soluciones. Por ejemplo, intentar las revocatorias del Presidente o de la Asamblea Nacional. Porque gastarían mucho de nuestro tiempo y de nuestras energías. Y, a la final, nos mantendrían, prácticamente, marchando en el propio terreno. O €“ peor todavía €“ nos llevarían a aceptar, y a avalar, las mañosas tácticas de los adversarios.) Y, antes de seguir, recordemos €“ porque es muy necesario €“ un par de cosas. Primero. La democracia €“ como denominación y como hecho €“ tiene dos mitades: el pueblo y el gobierno. E, ineludiblemente, para que la unidad sea buena, las dos mitades tienen que ser buenas. El pueblo tiene que ser educado y responsable. Y el gobierno €“ en el sentido amplio de las clases dirigentes €“ debe ser, aparte de educado, honrado, vigoroso y eficaz. (Y subrayemos -- siempre será bueno hacerlo €“ que el sistema de gobierno opuesto a la democracia es la dictadura, en sus distintas formas: monarquía, oligarquía, totalitarismo.) Segundo. Para que haya una efectiva democracia, debe haber unos buenos partidos políticos, una correcta división de poderes (funciones de gobierno) y una atmósfera política de libertades En pocas palabras, republicanismo del auténtico. Y, si no lo hay, no habrá democracia. Así de sencillo, de importante y de definitivo. ¿El Correísmo tiende a esto? No, señor. Ya sabemos que tiende, exactamente, a lo contrario ¿Y cómo prepararnos? Bueno, empecemos con los partidos; que deben reconstituirse. Obviamente, no podemos decir, al respecto, todo lo necesario. Limitémonos al punto de partida. Aquí, lo importante es saber que un partido debe basarse, siempre, en un valor o valores cívicos o civiles. Y estos valores son nada más que tres: libertad, igualdad y jerarquía. (Que se concretan, moderna y respectivamente, en el Liberalismo, el Socialismo y el Fascismo; con todas sus distintas variantes y todas sus diversas mezclas.) Aparte de estos, subsidiariamente, sólo existen unos cuantos móviles políticos aislados. A saber: nacionalismo, ambientalismo, reivindicaciones étnicas, integración internacional Entonces, para formar un partido, hay que escoger entre los valores y los móviles; y juntarlos, para formar el ideario de las necesidades y las preferencias de cada grupo. Un partido socialdemócrata ecuatoriano €“ por ejemplo -- escogerá como valor fundamental la libertad; como valor complementario, la igualdad; y podrá tomar, como móviles agregados, las autonomías regionales, la integración latinoamericana y la defensa del medio ambiente. Y, así, por el estilo. Entonces, muchachos, ustedes €“ los del futuro €“ vayan formando sus partidos políticos democráticos. (Los partidos políticos antidemocráticos y populistas ya están actuando: ya están hechos, mal hechos y contrahechos. Y son €“ ustedes lo saben €“ los que, hoy día, tienen la sartén por el mango; y, debido a ello, nos tienen jodidos a todos.) Conclusión: Confiemos en la acción colectiva y común; rechacemos la demagogia de los caudillos providenciales Segunda tarea. La formación política democrática. En un lejano antes, -- hasta la década de los sesenta €“ el sistema educativo enseñaba urbanidad, moral y cívica; y, también, historia y geografía del Ecuador. Pero, un día, -- trágico por sus consecuencias €“ ciertos tecnócratas educativos "notaron" que tales contenidos eran nada más que unas reverendas pavadas. Y, a continuación, decidieron reemplazarlos por unos generales "principios" de las Ciencias Sociales. A poco de andar, estos "principios" se convirtieron en el muy preciso, elemental y populachero catecismo socialista (comunista). Y allí tenemos el resultado: un par de generaciones, por lo menos, adoctrinadas, aborregadas y perdidas. (De este carenciado e infeliz grupo, salió la mediocre y escasamente educada clase dirigente que hoy nos gobierna; la que "lloró" su pobreza académica en Lovaina y otros campus del Primer Mundo ) Hay que cambiar pronto estas condiciones. Entonces, mayores y chicos, a formar y formarse. El "perfecto idiota latinoamericano" debe ser reemplazado por el nuevo y buen ciudadano latinoamericano. Tarea para los nuevos partidos políticos, para la enseñanza privada y semipública, para la buena prensa Tercera tarea. El objetivo, la estrategia. Hay que buscar un acuerdo nacional. Hay que frenar el divisionismo, terminar con la prédica del odio Como cualquier pueblo, los ecuatorianos somos diferentes y pensamos en formas distintas. Pero, eso no obsta para que podamos encontrar unos objetivos importantes, concretos y comunes. Es decir, necesitamos un Pacto de la Moncloa; pero, hecho a nuestra medida y adecuado a nuestras reales necesidades. Sin ese acuerdo, -- que produzca políticas de estado -- seguiremos andando sin norte; y no seremos nada. Reflexión final. El Correísmo se caerá. (Recordemos que todo populismo es endeble; es un tinglado. Y que, a su vez, el socialismo radical €“ comunismo -- ha fracasado en todas partes.) Pero, no sabemos cómo, ni cuándo. No sabemos si el Correísmo generará un chávez, un fujimori o un velasco; si será derrotado en la próxima elección presidencial; o si se desbaratará, solo y fácilmente, como un castillo de naipes Preparémonos para cualquiera de estas eventualidades. Prepararse; sí, prepararse; eso es lo que verdaderamente importa.