Por Yolanda Reinoso


Yolanda Reinoso


Son 51 cuadras que pueden recorrerse admirando la frondosidad de sus árboles, dispersando la mente al observar las ardillas correr de un lado a otro, escuchando el trino de los pájaros cubrir el tráfico, disfrutando de los variados colores de las flores que rodean estanques y lagos. Un día entero se queda corto

 

El nombre de "Central Park" nos suena a todos, y si pasamos por la Gran Manzana y el tiempo permite, ir a ese parque es casi obligatorio, como lo es visitar el Museo Metropolitano, el zoológico del Bronx, la Estatua de la Libertad.
El parque central de la gran selva de cemento es no sólo un pulmón fundamental de la urbe, sino un icono de su historia, tan emblemático que 25 millones de personas lo transitan cada año. Empieza en la calle 59 y se extiende hasta la 110, es decir que son 51 cuadras que pueden recorrerse admirando la frondosidad de sus árboles, dispersando la mente al observar las ardillas correr de un lado a otro, escuchando el trino de los pájaros cubrir el tráfico, disfrutando de los variados colores de las flores que rodean estanques y lagos.
Un día entero se queda corto, pues hay tantos recovecos, espacios únicos, tantas rocas en las que poder sentarse a la sombra del follaje. Por eso, a los turistas no les queda más que acudir a los sitios recomendados en sus guías, y de todas formas, donde sea que uno vaya en este parque, la belleza de la naturaleza está exaltada a tal grado, que no hace falta recorrerlo todo.
Los llamados "campos de fresas" (Strawberry Fields) a nivel de la calle 71, rodean el mosaico que, instalado en el suelo, reza la palabra "Imagine", recordando a John Lennon, quien habría sido uno de los más asiduos visitantes del parque mientras vivió en el edificio Dakota, ubicado justo en frente. En pleno centro del parque está el castillo Belvedere, construido en 1865 con líneas arquitectónicas victorianas, junto al Teatro Delacorte, donde cada verano se hacen presentaciones gratis y al aire libre, de las obras de William Shakespeare. Dentro del castillo, que además sirve como base del observatorio astronómico Henry Luce, se hacen a diario las predicciones meteorológicas de la ciudad.
La Terraza Bethesda es otro sitio precioso del parque, pues no sólo la escultura de un ángel que cuida las aguas del lago es preciosa, lo es también el conjunto mismo de bancas instaladas estratégicamente para permitir a la gente relajarse con el reflejo de la luz sobre el lago, que como es lógico, pinta de diversos colores el paisaje según la hora del día. En esta zona, no es raro ver a modelos de revista posando para una sesión fotográfica, o a todo un batallón de empleados del mundo cinematográfico, rodando la escena de una película, o la de uno de los capítulos de la serie "La Ley y el Orden", o "Sexo en la Ciudad".
Y hablando de esculturas, no se puede dejar de mencionar la de "Alicia en el país de las maravillas", esculpida en bronce. Muchos de los personajes creados por Lewis Carroll están allí, rodeando a Alicia, sentada sobre un enorme hongo. Pero lo que a menudo se desconoce sobre esta particular escultura, que llama tanto a adultos como a niños, es que fue originalmente un regalo del filántropo Delacorte a su esposa Margarita, es decir que estamos frente a un obsequio de amor por demás extravagante, y sin embargo tan bien puesto, que es uno de los más visitados.
Con 341 hectáreas, no es raro que dentro del parque haya un zoológico enorme, puentes, restaurantes, jardines para la conservación de plantas ornamentales, senderos, monumentos, pista de patinaje, etc., y eso sin contar con el hecho de que cuatro estaciones diferentes permiten que la ciudad tenga cuatro parques diferentes a lo largo del año, pues no es lo mismo el verdor del verano que las tonalidades cálidas del otoño que entra, ni la blancura y los días grisáceos de ciertos días invernales se compara en lo absoluto con la presencia repentina de tulipanes y árboles floridos en la primavera.
Al estar dentro del parque central, uno siente que la ciudad afuera no existe, y sin tener que viajar por horas, se ha entrado en la tranquilidad de la naturaleza que se aleja del ruido urbano. Los parques son terriblemente necesarios en la vida citadina: purifican el aire, pero también la mente.

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233