Licenciada en diseño Visual, le encanta comer chancho, el cuy, los llapingachos y el mote sucio. Ella se apena de cómo se desaprovecha la riqueza del Ecuador y de la juventud que pierde el tiempo
La coreana Daun Jung €“25 años- aterrizó en Quito en marzo de 2008 sin hablar más español que el buenos días y las buenas tardes, pero el 16 de junio siguiente llegó a Cuenca con conocimientos suficientes para hablar y entender perfectamente el nuevo idioma.
"En mi país la educación es primordial con cursos intensivos y eso facilita aprender con rapidez cualquier materia", explica, pues un taller de tres meses de español fue suficiente para desenvolverse en el nuevo mundo como si fuese el propio.
Con los ojos achinados y la fisonomía asiática inconfundible, admirada por quienes la ven caminar esbelta y rauda por las calles de Cuenca, es una de 89 profesionales de Corea del Sur que laboran como voluntarios del Korea International Corporation Agency (KOICA) en las principales ciudades ecuatorianas y de miles de sus compatriotas repartidos en 128 países del "tercer mundo".
"Soy licenciada en Diseño Visual y Profesora de Manualidades Coreanas", dice mostrando el afiche que diseñó para una exposición de catálogos, afiches y agendas, presentada del 25 de noviembre al 25 de diciembre del año pasado en Quinta Bolívar. La carrera universitaria la realizó en Seúl, su ciudad nativa.
Ella está vinculada al Departamento de Cultura del Municipio de Cuenca, pero su jefe es el Embajador coreano en Quito, de donde viene su remuneración, por la condición de voluntariado. "No le aviso cuánto percibo, porque es un secreto del KOICA", dice risueña, en fluido español con un dejo que parece provenir más del encanto oriental del rostro que del acento.
El 22 de marzo inició un taller de Manualidades en la Catedral Vieja, al que concurren por cuatro meses profesores de primaria y secundaria y artesanos de Cuenca.
Es feliz de conocer Ecuador y especialmente de vivir en Cuenca, ciudad a la que admira por la belleza de los paisajes, el centro histórico con casas muy antiguas, una novedad para alguien acostumbrada a los enormes edificios modernos de departamentos de su ciudad, donde por necesidades de espacio se construyen torres de gran altura.
"Hasta la década de los años 60 del siglo XX mi país era muy pobre, pero luego vino una época de intenso desarrollo industrial para ubicarnos entre los países del primer mundo. Fue obra de la educación, pues los gobiernos han dado gran impulso a ella para que, si bien no tenemos una gran producción agrícola, ni especiales atractivos turísticos, podamos exportar conocimientos, ideas y tecnología", comenta.
Y se sorprende de que por las calles de Cuenca circulen tantos automóviles Kia, Hyundai, Deawoo, fabricados en su país, así como de ver en las tiendas los electrodomésticos marca LG o a miles de personas hablando por teléfonos celulares Samsung, originarios de Corea del Sur.
También admira al Ecuador por la variedad del clima y la geografía en un espacio tan pequeño, con costa, sierra, oriente y las islas Galápagos, con producción asimismo variada como frutas, flores, el banano, los mariscos, el café y los encantos turísticos. "Es un país que tiene tanta riqueza, pero no la aprovecha, pues con sus recursos podría más que Corea estar en el primer mundo pero no comprendo por qué hay pobreza cuando aquí hay tanto aire, montañas, petróleo, tierras fértiles y un cielo limpio tan cercano".
Advierte las diferencias con la gente de su país, donde los jóvenes estudian más que a tiempo completo y la gente trabaja sin fijarse en los horarios. "Aquí falta disciplina y voluntad para no dejar muchas cosas para el otro día, para ser puntuales en las citas y no preocuparse tanto por las fiestas a las que se dedica demasiado tiempo. A veces yo siento pena de cómo se desperdicia el tiempo cuando hay tantas cosas que se pueden hacer", confiesa con franqueza, comparando con su país donde más del 65% del territorio es de bosques y hay grandes ciudades como Seúl, con más de 10 millones de habitantes y otras con varios millones de personas. "Ya quisiéramos tener las oportunidades que la naturaleza ha dado al Ecuador y se las desperdicia", insiste la joven que practica la religión católica.
Daun está encantada con la gente de Cuenca. "Tienen la cara feliz y el corazón muy caliente para relacionarse con los extraños, son tan amigables, que soy feliz aquí", dice la joven que en dos años de permanecer entre los cuencanos no tiene un novio de esta ciudad: "No: yo vine para trabajar y a eso me dedico, no debo hacer otra cosa", dice, recordando que fue enviada para dos años, que se completaron en marzo, pero se quedará hasta septiembre porque tiene temas pendientes. Ha sido un tiempo suficiente para adaptarse a las costumbres ecuatorianas y disfrutar de las deliciosas comilonas de chancho, el mote sucio, las truchas de El Cajas, los quimbolitos y hasta de los cuyes de cueros crocantes.
"Yo voy a extrañar estos platos sabrosos cuando vuelva a mi país, donde no tenemos la costumbre de aquí de comer con sobredosis de sal o de dulce. Allá se come desabrido, se usa menos aceite y se prefiere los vegetales", dice, mostrando la silueta perfecta de su cuerpo juvenil bien proporcionado.
Lo que hará de vuelta a Corea será hablar lo mejor del Ecuador, para fortalecer la buena relación entre los dos países, explicando a sus compatriotas la imagen tan distinta que tienen del Ecuador: "Yo sabía algo del Ecuador y creí que era un pueblo de clima muy cálido poblado por gente de raza negra. Es que lo que se conoce del Ecuador en mi país es por el fútbol y la mayoría de jugadores son negros", comenta risueña.
"En mi país la educación es primordial con cursos intensivos y eso facilita aprender con rapidez cualquier materia", explica, pues un taller de tres meses de español fue suficiente para desenvolverse en el nuevo mundo como si fuese el propio.
Con los ojos achinados y la fisonomía asiática inconfundible, admirada por quienes la ven caminar esbelta y rauda por las calles de Cuenca, es una de 89 profesionales de Corea del Sur que laboran como voluntarios del Korea International Corporation Agency (KOICA) en las principales ciudades ecuatorianas y de miles de sus compatriotas repartidos en 128 países del "tercer mundo".
"Soy licenciada en Diseño Visual y Profesora de Manualidades Coreanas", dice mostrando el afiche que diseñó para una exposición de catálogos, afiches y agendas, presentada del 25 de noviembre al 25 de diciembre del año pasado en Quinta Bolívar. La carrera universitaria la realizó en Seúl, su ciudad nativa.
Ella está vinculada al Departamento de Cultura del Municipio de Cuenca, pero su jefe es el Embajador coreano en Quito, de donde viene su remuneración, por la condición de voluntariado. "No le aviso cuánto percibo, porque es un secreto del KOICA", dice risueña, en fluido español con un dejo que parece provenir más del encanto oriental del rostro que del acento.
El 22 de marzo inició un taller de Manualidades en la Catedral Vieja, al que concurren por cuatro meses profesores de primaria y secundaria y artesanos de Cuenca.
Es feliz de conocer Ecuador y especialmente de vivir en Cuenca, ciudad a la que admira por la belleza de los paisajes, el centro histórico con casas muy antiguas, una novedad para alguien acostumbrada a los enormes edificios modernos de departamentos de su ciudad, donde por necesidades de espacio se construyen torres de gran altura.
"Hasta la década de los años 60 del siglo XX mi país era muy pobre, pero luego vino una época de intenso desarrollo industrial para ubicarnos entre los países del primer mundo. Fue obra de la educación, pues los gobiernos han dado gran impulso a ella para que, si bien no tenemos una gran producción agrícola, ni especiales atractivos turísticos, podamos exportar conocimientos, ideas y tecnología", comenta.
Y se sorprende de que por las calles de Cuenca circulen tantos automóviles Kia, Hyundai, Deawoo, fabricados en su país, así como de ver en las tiendas los electrodomésticos marca LG o a miles de personas hablando por teléfonos celulares Samsung, originarios de Corea del Sur.
También admira al Ecuador por la variedad del clima y la geografía en un espacio tan pequeño, con costa, sierra, oriente y las islas Galápagos, con producción asimismo variada como frutas, flores, el banano, los mariscos, el café y los encantos turísticos. "Es un país que tiene tanta riqueza, pero no la aprovecha, pues con sus recursos podría más que Corea estar en el primer mundo pero no comprendo por qué hay pobreza cuando aquí hay tanto aire, montañas, petróleo, tierras fértiles y un cielo limpio tan cercano".
Advierte las diferencias con la gente de su país, donde los jóvenes estudian más que a tiempo completo y la gente trabaja sin fijarse en los horarios. "Aquí falta disciplina y voluntad para no dejar muchas cosas para el otro día, para ser puntuales en las citas y no preocuparse tanto por las fiestas a las que se dedica demasiado tiempo. A veces yo siento pena de cómo se desperdicia el tiempo cuando hay tantas cosas que se pueden hacer", confiesa con franqueza, comparando con su país donde más del 65% del territorio es de bosques y hay grandes ciudades como Seúl, con más de 10 millones de habitantes y otras con varios millones de personas. "Ya quisiéramos tener las oportunidades que la naturaleza ha dado al Ecuador y se las desperdicia", insiste la joven que practica la religión católica.
Daun está encantada con la gente de Cuenca. "Tienen la cara feliz y el corazón muy caliente para relacionarse con los extraños, son tan amigables, que soy feliz aquí", dice la joven que en dos años de permanecer entre los cuencanos no tiene un novio de esta ciudad: "No: yo vine para trabajar y a eso me dedico, no debo hacer otra cosa", dice, recordando que fue enviada para dos años, que se completaron en marzo, pero se quedará hasta septiembre porque tiene temas pendientes. Ha sido un tiempo suficiente para adaptarse a las costumbres ecuatorianas y disfrutar de las deliciosas comilonas de chancho, el mote sucio, las truchas de El Cajas, los quimbolitos y hasta de los cuyes de cueros crocantes.
"Yo voy a extrañar estos platos sabrosos cuando vuelva a mi país, donde no tenemos la costumbre de aquí de comer con sobredosis de sal o de dulce. Allá se come desabrido, se usa menos aceite y se prefiere los vegetales", dice, mostrando la silueta perfecta de su cuerpo juvenil bien proporcionado.
Lo que hará de vuelta a Corea será hablar lo mejor del Ecuador, para fortalecer la buena relación entre los dos países, explicando a sus compatriotas la imagen tan distinta que tienen del Ecuador: "Yo sabía algo del Ecuador y creí que era un pueblo de clima muy cálido poblado por gente de raza negra. Es que lo que se conoce del Ecuador en mi país es por el fútbol y la mayoría de jugadores son negros", comenta risueña.
La Península de Corea |
Corea es una península del Asia oriental, dividida en la Corea del Norte y Corea del Sur, por el paralelo 38. Fue un solo país y su historia data de tres mil años antes de Cristo, con influencias de China, Manchuria y el Japón, vecinos próximos. Desde 1910 fue colonia del Japón, país que utilizó su territorio para implantar grandes procesos industriales, hasta 1945, cuando al capitular Japón al finalizar la II Guerra Mundial, Corea del Sur quedó bajo protectorado de los Estados Unidos, hasta la proclamación de su independencia y la convocatoria a elecciones presidenciales en 1948. Desde 1950 las dos Coreas mantuvieron enfrentamientos armados con cruentos resultados, apoyados por China la del norte y por Estados Unidos la del sur, hasta firmar el armisticio en 1953, a partir de lo cual adviene el acelerado desarrollo económico e industrial que le sitúa entre los países del primer mundo. Con 99.268 kilómetros de superficie €“una tercera parte del Ecuador-, Corea del Sur tiene cerca de 50 millones de habitantes y es uno de los países asiáticos de mayor densidad poblacional. El 65% del territorio es de bosques €“primer exportador mundial de contrachapados-, el 20% montañoso improductivo y el 15% de cultivos de maíz, arroz, cebada, trigo y patatas. La industria textil genera exportaciones con productos Made in Corea presentes en los países desarrollados y en todos los rincones del mundo. |