Entre el fin de año e inicio de uno nuevo está el recuento sobre lo recién vivido y la esperanza de saludar con optimismo lo que viene adelante. Una disposición individual y colectiva de reflexión, balance y proyección, agita la conciencia.

En el Ecuador ya de años el pesimismo parece ha tocado fondo en los ciudadanos, defraudados por las deficiencias en la gestión pública, el quehacer político, las crisis económicas, la corrupción y la inseguridad. Es hora de creer que lo peor ha pasado, cuando está a las puertas la opción de elegir gobernantes y legisladores. Del acierto al escogerlos podría venir el buen vivir, la paz y la armonía entre ecuatorianos.

El triunfo está en nuestras manos, pero también en las de los líderes inscritos como candidatos y sus realizables propuestas de campaña, con sinceridad, civismo, generosidad y patriotismo. A la demagogia y la traición debe remplazar el trabajo responsable que inaugure el nuevo Ecuador de justicia, igualdad y paz.

Bienvenido este nuevo año. Que 2025 permita olvidar la racha de frustraciones colectivas y sea el punto de partida para la convivencia civilizada, próspera y realmente democrática de los ecuatorianos.

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