Trabajadores y empleados prefieren no demandar, llegan a acuerdos que materializan la vulneración de sus derechos, no quieren que se les vea como personas conflictivas que demandan a sus patronos, sacrifican sus derechos e intereses con la esperanza de encontrar otro empleo en el menor tiempo posible

La Declaración Universal de los Derechos Humanos manda que toda persona tiene derecho al trabajo en condiciones equitativas y satisfactorias, que a igual trabajo, igual remuneración, que su salario debe ser equitativo y justo, que le asegure al trabajador, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana. En definitiva, toda persona tiene derecho a trabajar para poder vivir con dignidad, y el trabajo, visto desde la dignidad humana, debe cumplir con un mínimo de condiciones justas.

Los que hemos tenido la oportunidad de trabajar y cumplir nuestro proyecto de vida sin mayores sobresaltos, coincidimos que nos hemos realizado como personas, que desplegar nuestro mejor esfuerzo aplicado a diferentes actividades cumple un rol determinado en la sociedad, impacta en nuestra calidad de vida y del conjunto de la comunidad; nos ha permitido asegurar la satisfacción de nuestras necesidades básicas y de los miembros de la familia. Todos hemos sido testigos de ejemplos en las dos caras de la moneda, grandes empleadores y magníficos trabajadores, empresarios sagaces, arriesgados, innovadores, atentos a lo que requiere la sociedad, inteligentes para renovarse y continuar, respetuosos de los derechos de sus trabajadores, su patrimonio se incrementaba, pero no a costa de los derechos de la contraparte, reconocieron siempre, que sin sus colaboradores, no hubiese sido posible alcanzar el desarrollo de su industria o empresa, orgullosos de ir creciendo juntos, en un ambiente de respecto, entrega, compromiso y satisfacción de cumplir metas y objetivos comunes. Para ellos, nuestro reconocimiento, ejecutaron los actos de su vida sin abandonar los valores y principios que no requerían estar en las leyes; en sus conciencias, estaban las mejores reglas.

Los tiempos han cambiado, sin duda que las condiciones actuales nos han mostrado cantidad de tropiezos y sobresaltos que nos enfrentan a escenarios complicados, que requieren esfuerzos comunes para poder asegurar condiciones de estabilidad. El empleo adecuado según el INEC se ubicó en el primer trimestre del año en 35,1, la tasa de subempleo en 20,5, el sector informal representó el 54,2 de la población ocupada; la mediana de ingreso 399,6 dólares; y el desempleo en área urbana llegó al 5,6 %. Esta es parte de la realidad, que quizá se convierte en la principal causa y pretexto para que patronos inescrupulosos, con el respaldo de abogados que olvidaron sus obligaciones éticas y no les interesa acordarse de los derechos humanos reconocidos por el ordenamiento jurídico nacional e internacional, han arrasado con derechos que son irrenunciables.

En instituciones educativas particulares, bajaron las horas clase a determinados profesores, con eso bajan el promedio de su remuneración mensual, lo que repercute en forma directa para el caso de un despido, “abarataron los costos”; en las empresas, los trabajadores tienen que laborar las horas que les imponen, no les pagan horas extras, cada cierto tiempo, promedio seis meses, pasan a ser trabajadores para otros patrones que son del mismo círculo, creados a propósito, con eso consiguen los fines perversos, no les pagan la remuneración conforme al trabajo y horarios que ejecutan, jamás van a tener derecho a las vacaciones porque no complementan los doce meses, nunca van a poder acceder al fondo de reserva en el IESS, por puntualizar algunas situaciones que gozan de un patrocinio legal, que explota las relaciones laborales en desmedro de los derechos de los trabajadores y con grandes beneficios económicos para la parte empleadora.

Con este panorama concluiríamos que la conflictividad se ha incrementado y ésta se ve reflejada en el número de demandas que ingresan en los juzgados laborales, en busca de tutela efectiva de los derechos que se los ha mancillado. No, los trabajadores y empleados prefieren no demandar, llegan a acuerdos que materializan la vulneración de sus derechos, no quieren que se les vea como personas conflictivas que demandan a sus patronos, sacrifican sus derechos e intereses con la esperanza de poder encontrar otro empleo en el menor tiempo posible. Este es el principio de la realidad laboral que vive nuestro país, perverso y ajeno a lo que debe ser, el respeto a un derecho humano fundamental.

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233