El Arzobispo Luis Cabrera en una de sus audiencias con el Papa Francisco, que le ha designado Cardenal que se posesionará en diciembre próximo.

El 11 de octubre pasado monseñor Luis Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil, cumplió 69 años. Nacido en Azogues, capital del Cañar, el 6 de octubre de 1955, su cumpleaños fue especial: cinco días antes, el papa Francisco le ascendió a Cardenal

Franciscano, ordenóse sacerdote en 1983, estudió filosofía en la universidad pontificia Antonianum, en Roma. De 1996 a 2003 fue provincial de la congregación en el Ecuador y luego consejero general en Roma, encargado de las provincias franciscanas de América Latina y el Caribe. El papa Benedicto XVI le nombró arzobispo de Cuenca en 2009, donde se desempeñó hasta 2015, cuando pasó al arzobispado de Guayaquil. Actualmente preside la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

El periodista Gonzalo Ortiz publicó en el periódico digital Primicias datos interesantes sobre las jerarquías de la iglesia católica en el mundo, a las que pertenecerá el nuevo cardenal ecuatoriano luego de posesionarse el 8 de diciembre ante el papa Francisco, junto a los 20 nuevos cardenales que ha designado. Del artículo de Ortiz tomamos la información que sigue:

“El anuncio, del todo inesperado, lo hizo el papa al final del rezo público del Ángelus desde el balcón que da a la plaza de San Pedro. A Mons. Cabrera la noticia le sorprendió en la propia Roma, donde participa en el sínodo de obispos. Será el sexto cardenal de la historia ecuatoriana, el segundo arzobispo de Guayaquil y también el segundo franciscano. Se une a Carlos María de la Torre, Pablo Muñoz S.J., Bernardino Echeverría OFM, Antonio González y Raúl Vela.

¿Sabían que entre los nuevos cardenales, el mayor tiene 99 años y el menor 44 y, al igual que los otros nombramientos en los casi 12 años de papado de Francisco, la mayoría proviene de la periferia del mundo más que de las principales capitales, reflejando las prioridades pastorales del papa por las periferias y los pobres?

El de 99 años es Mons. Angelo Acerbi, miembro del cuerpo diplomático vaticano por más de 50 años, durante los cuales, entre otras cosas, fue secuestrado por la guerrilla en Colombia, negoció las relaciones Iglesia-estado en España después de la transición y ayudó a reconstruir la jerarquía católica en Hungría tras la caída del comunismo. El de 44 años es Mons. Mykola Bychok, obispo de la eparquía católica grecoucraniana de Australia (eparquía es la circunscripción de las iglesias orientales, parecida a una diócesis).

Aunque sedes cardenalicias tradicionales como Los Ángeles, Melbourne, Venecia, Milán o París siguen sin su cardenal, el colegio cardenalicio incluye nuevos miembros de ámbitos muy distintos, como el arzobispo serbio Ladislav Nemet; el teólogo italiano de 57 años y arzobispo de Turín Roberto Repole, y el responsable de los viajes del papa, Mons. George Jacob Koovakad, nacido en Kerala, India.

Una cuarta parte de los nuevos purpurados proviene de Sudamérica: tres de ciudades que se llaman Santiago: Santiago del Estero, Santiago de Chile y Santiago de Guayaquil, además de Lima y Porto Alegre.

Desde la elección de Francisco en 2013, el porcentaje de los europeos en el cuerpo cardenalicio ha venido bajando, mientras ha crecido la representación de África, Asia y América Latina, tendencia que se confirma con los nuevos nombramientos.
Once de los nuevos cardenales son de órdenes religiosas. Además de Mons. Cabrera, son franciscanos el arzobispo de Porto Alegre, el obispo de Bogor (Indonesia), Paskalis Bruno Syukur, y el belga Dominique Joseph Mathieu, arzobispo de Teherán, Irán.

Además, hay dos misioneros del Verbo Divino, un escalabriniano, un redentorista, un vicentino y dos dominicos. Uno de ellos es Fr. Timothy Radcliffe, que fue general de los dominicos y a quien, por sus posiciones progresistas, los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI le tuvieron bastante apartado del Vaticano. Sin embargo, el actual papa lo llamó, ha sido su consejero cercano y a él le encargó dirigir los retiros espirituales previos a las sesiones del sínodo de obispos, la del año pasado y la actual.

Radcliffe es una figura muy especial: de una aristocrática familia inglesa, estudiado en Oxford, tiene 79 años, y tal vez no logre votar por el nuevo papa, pero es claro que Francisco le quiere tener entre quienes influyen en las decisiones sobre el futuro de la Iglesia católica.

De los 21 nuevos cardenales, 20 son menores de 80 años, y por lo tanto pueden ser electores en el nuevo cónclave. Cosa que, por las leyes de la vida, podría llegar: el papa cumplirá 88 años, ocho días después el nuevo cónclave.

Luego del consistorio del 8 de diciembre, Francisco habrá elevado el número de electores del nuevo papa a 140, de los que él ha nombrado a 112 (80% del total). Otros 23 provienen de Benedicto XVI y solo quedan cinco del papa Juan Pablo II”.

Una fulminante excomunión

  
   Portada del folleto, el auto de excomunión y el aviso de una segunda edición, pues se agotó la primera, promocionada por la sanción eclesiástica. También el anuncio de una segunda parte, dedicada al obispo que impuso la excomunión, que no apareció. Son testimonios de archivos de Eugenio Neira Cevallos, sobrino del autor.
En la excomunión no se cita a Eduardo Cevallos, de cuya obra se cambia la palabra Vaticano por Roma. Además, identifica al padre Jacinto Revilla como personaje ofendido, aunque su nombre no consta en el folleto narrado en primera persona con el seudónimo Fray Heliotropo.

La designación de monseñor Cabrera Herrera a la dignidad de Cardenal, reconoce sus atributos personales y su formación académica y teológica, asignándole las más altas jerarquías de la iglesia Católica en el mundo.

Es un honor para el país y evidencia de los nuevos tiempos históricos que vive el Ecuador y particularmente la región austral del país, dentro de lo religioso, a partir de la mitad del siglo XX, con avances enormes en la forma de concebir y practicar el catolicismo, superando etapas consideradas retrógradas, comprensibles a la época.

Como testimonio de lo anterior, la designación de monseñor Cabrera al cuerpo cardenalicio evoca un hecho cultural notable de entonces. Eduardo Cevallos García (1915-1990), literato de humor, escribió un relato titulada De Ingapirca al Vaticano, sobre un cura parroquial que fue a Roma atraído porque “Al Papa se le mete en la cabeza declarar Año Santo a 1950”, y relata las peripecias desde los trámites del pasaporte y del viaje: “El 14 de junio salí de Guayaquil en un avión marca Panagra”, son palabras iniciales.

Era obispo de Cuenca monseñor Daniel Hermida y secretario episcopal Manuel Serrano Abad, quienes firman el auto de excomunión al autor de la obra, por tratar en forma burlesca a un sacerdote y a los religiosos cuencanos que fueron a la cita en Roma.

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