por: Johnny Jara Jaramillo *

“Galápagos: ¡piedra y agua! Soledad exasperada y errante del mar y soledad inmóvil y concentrada de la piedra. Cambio sin diversidad del flujo del mar e identidad compacta de la roca. Avidez colérica del agua y entereza taciturna del basalto. Olas y olas y olas, sin tregua ni misericordia. Rocas, rocas, rocas, hasta aplastar el alma. Agua y piedra hasta la desesperación o el anonadamiento. Soledad de agua y piedra: eso es Galápagos, suma y compendio del desamparo cósmico”. Efraín Jara Idrovo

n la última película de la cineasta cuencana Tania Hermida, LA INVENCIÓN DE LAS ESPECIES, hay esa morosidad temporal que es tan propia de las islas. Los que hemos vivido allá sabemos que en Galápagos domina el espacio casi inmutable. Los cambios son tan lentos e imperceptibles y la criatura humana yace tan compenetrada con sus faenas que, apenas, a través de la alternativa de los días y las noches, de las fases de la luna y de la sucesión de las lluvias y sequías, el humano alcanza a discernir la perentoriedad del tiempo cósmico, en el cual se mueve.

De otra parte, en las islas, en forma primitivamente espontánea, el humano antes que vivir en la naturaleza, vive la naturaleza, la tiranía de las estaciones y la fatalidad de los procesos. Por eso el tiempo se le aparece como algo exterior a él, nunca como ingrediente entitativo: chorrea sobre su cuerpo, lo desgasta y afloja, como un ácido muy sutil. Se trata, pues, de un tiempo externo y cíclico, del menos temporal de los tiempos, si se admite la expresión. Y eso precisamente es lo que capta Tania Hermida, esa lentitud de los procesos de adaptación que sufren sus personajes: la transformación de Carla en Isla, una mutación íntima, como la de las especies de Darwin.

LA INVENCIÓN DE LAS ESPECIES es también una metáfora de la capacidad del ser humano para transformarse a través de la literatura, a través de la poesía, pues en la trama, Carla, una pre-adolescente hija de un biólogo, ha perdido a un hermano; ella, sumida en una tristeza que ha ocasionado que deje de menstruar, que aparentemente no tiene interés en conocer a nadie, sufre una metamorfosis, como la de las especies, y adopta el nombre de Isla. A partir de allí, Isla va evolucionando interiormente y descubre la amistad de Wiki, un chico “nerd” venido del continente, cuyo nombre es un apodo por su obsesión por Wilkipedia, y la de Darwin (nombre muy sugerente para un isleño), que le enseña la magia de la sencillez que caracteriza a los habitantes de las islas. La relación con la literatura es innegable; hay muchísimos libros mencionados. Unos de forma muy clara, como cuando Harriet, una mujer trans (Francisco Aguirre) declama en voz alta el “Sollozo por Pedro Jara”, de Efraín Jara Idrovo. Y otros solo como referencias; están Herman Melville, Samuel Beckett, Gabriel García Márquez, Tomás de Berlanga y sus crónicas de Indias, libros sobre la historia de las colonias alemanas que se intentaron construir en Galápagos. También textos científicos y otros históricos. Es decir, hay un diálogo permanente con la literatura y es precisamente Tania Hermida quien asevera que “me puse a explorar todo lo que significa la literatura de islas, o sea, qué han inspirado las islas en la historia de la literatura y eso es un universo fascinante. Desde la Odisea hasta lo más moderno, como Robinson Crusoe, La isla del tesoro y luego el Señor de las Moscas, que creo que, como libro y como película, nos ha arrasado a muchas y muchos… Todo eso está metido ahí, de alguna manera”.

“Lo que plantea Hermida es la ficción como mecanismo para entender y actuar en el mundo”, dice el escritor Eduardo Varas, y en eso coincidimos. LA INVENCIÓN DE LAS ESPECIES es una metáfora que se va urdiendo y dejando abiertas incontables posibilidades de abordar una realidad, no hay una secuencia lineal en esa búsqueda de sanación del personaje principal, sino que va evolucionando a partir del descubrimiento de la amistad y de sus peregrinajes por la isla y por Isla, una especie de camuflaje que usa Carla como mecanismo de defensa. Es, en resumen, un largo metraje muy sugerente y definitivamente, muy original, que vale la pena ver.

La película se estrenó en el Festival Internacional de Cine de San Francisco, el 27 de abril, y recibió el premio Sloan Sciences on Screen. Nos sumamos a las felicitaciones hacia todos quienes hicieron posible su realización y enviamos un reconocimiento especial a Tania Hermida por su capacidad y tenacidad en perseguir sus sueños.

 

* Escritor y crítico literario y de arte, invitado especial para abordar el tema.

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