Oswaldo Larriva Alvarado le ganó seis años de batalla a la muerte, pero sucumbió el 6 de enero de 2020. No fue una derrota, sino aceptación de una sentencia inapelable: el cáncer no perdona. Hombre público de destacada presencia nacional, muchos secretos políticos de reciente historia se los llevó a la tumba…

Nacido en Palmas –entonces parroquia del cantón Paute- el 15 de julio de 1946, fue militante socialista desde la juventud universitaria y llegó a destacar en la docencia, la gestión pública y la legislatura. Su trayectoria está fresca en la memoria colectiva, pero es poco conocida la condición humana del personaje.

En 2011 ante la familia multitudinaria reunida para festejar su 65 cumpleaños, habló de su trayectoria desde la infancia rural, la formación personal, la militancia socialista y los ejemplos de sus mayores para las nuevas generaciones. El discurso tuvo, además, algo premonitorio hacia lo que le vendría adelante.

“A estas alturas de mi vida repito que he vivido a mi manera –dijo- como me enseñaron mis padres y los padres de mis padres. El trabajo nunca me ha sido extraño ni despreciado, ni me han atemorizado los desafíos que por duros que fuesen los he intentado hacer agradables en la cátedra, en la administración universitaria o gremial, en la profesión… El Partido Socialista por el que incursioné en la política me llevó a la concejalía de Cuenca, a la diputación por Azuay, a la Gobernación y a la gerencia de ETAPA, que acaso sea mi penúltima función, pues la última ha de ser la de un moscardón fastidiándole a mi mujer con su música insoportable en la oreja y en las de mis hijos”.

Su intervención fue testimonio y confesión existencial: “En las responsabilidades públicas nunca rehuí ser partícipe de tareas hasta de servicio en los espacios en los que me ha correspondido ejercer, procurando mantener siempre la sonrisa en los labios y embromando hasta en las situaciones críticas para hacer más liviana la rutina. Creo haber evitado la grosería o la alusión malévola intencional para lastimar a nadie que me haya acompañado en la vida privada o pública durante esta trayectoria de los primeros sesenta y cinco años de mi existencia. El cultivo de la amistad y el respeto a mis adversarios, que los he tenido muchos, ha sido norma de mi conducta, a pesar de que muchos adversarios han sido implacablemente duros, pero no han conseguido inspirar en mi espíritu sentimientos de odio o de venganza”.

 
 El personaje en medio de su esposa Fabiola Vélez, sus hijas Pamela y Estefania y su hijo Alejandro

En la celebración cumpleañera, en la casa familiar de Barabón, varios kilómetros al occidente de Cuenca, Oswaldo vaticinó sus tiempos venideros: “No me asusta que se aproximen los tiempos en los que, con mi poncho y el bastón, haga de guía a los colibríes, mirlos, gorriones y curiquingues, con quienes en este paisaje hoy celebro mi juventud de sesenta y cinco años, luego de haber recorrido mucho mundo y conocido el rincón más remoto y pequeño de mi provincia. ¿Qué pueblecito me es desconocido en el Azuay? Una de mis satisfacciones es llegar a cualquier sitio y encontrar el afectuoso saludo, la mano extendida, amigable y generosa, de gentes a quienes encontré en sus caminos en algún momento de mi vida”. Y añadió: “El río Yanuncay con su música interminable golpeándose en las piedras y el eco de las faldas del cerro Campanahuayco, son los amigos que me quedan para continuar mi vida en un paraje de tranquilidad, felicidad y descanso”.

Y evocó a sus mayores. “Siempre admiré el trato afectuoso y profundamente amoroso entre los seres queridos que nos antecedieron en el camino y quiero expresarles mi gratitud evocando el contenido, el significado, la filosofía y la alegría de las palabras que escuché a mi abuelo Pancho dirigiéndose a Lucita, frase que la llevo grabada en mi memoria con la voz de mi madre adorada que con frecuencia hasta hace poco la repetía: Que linda mi casa grande, que linda la propiedad, que linda la que está dentro, dueña de mi corazón…”

El hombre que iniciaba la etapa postrera de la existencia no podía omitir la referencia a sus seres íntimos: “A mi mujer y a mis hijos les agradezco por su apoyo permanente, perdonándome que siempre haya llegado tarde a casa, sacrificando el placer de compartir las horas en familia, acosado por las obligaciones y urgencias del ajetreo político o las funciones públicas en cuyo desempeño he tratado de actuar con responsabilidad, honestidad y celo… Espero sin sobresaltos ni temores que llegue la vejez a acumular sus años a la espalda y espero, sobre todo, que el declinar hacia el ocaso sea sin dolores y sin causar molestia a quienes más quiero en la vida, la vida a la que debo tanto…!”

La enfermedad le obligó a cambiar los planes políticos y de hombre público, con un receso al que no se resignó a aceptarlo, aunque su lucha fue tenaz durante seis años de quebranto. Pero no pudo ya más y, camino a los 74 años al morir, es personaje que ya vive en el recuerdo familiar y ocupa un puesto en la historia del Azuay y del Ecuador.

 

 

El hombre político

La política, entendida como servicio a la sociedad, especialmente a los más golpeados por las desigualdades, marcó la vocación de Oswaldo Larriva Alvarado. Viajero incansable por los rincones del Azuay, estuvo en contacto preferente con la gente de cantones, parroquias y caseríos.

En 2007, a poco de nombrado Gobernador del Azuay, con el personal de la entidad.

De 1988 a 1982 fue concejal de Cuenca, primer cargo de elección popular, que lo recordaba con anécdotas: un campesino de Chaucha, al extremo occidental del cantón sin acceso por carretera, le invitó al lugar. Y se fue y gestionó la vía. Los jóvenes le pidieron apoyar el proyecto de una cancha para deportes y él les aseguró que se haría. Pero tenía un inconveniente: cómo llevar por semejantes senderos los castillos metálicos para el juego de básket. Los jóvenes se rieron, pues si los colocaban en determinado sitio, ellos los llevarían. Y así lo hicieron: hasta ahora está en uso ese espacio de juego y recreación.

Un funcionario municipal alguna vez le preguntó por sus propiedades en Chaucha, pues creía que su empeño se debía a un particular interés. Luego, se admiró de que sin ser dueño de nada se desvelara por el lugar. La función municipal le atrajo por su acercamiento a los marginados.

Pero la política tiene sus éxitos y bemoles. A comienzos de los años 2000 tras jubilarse, presidía el Colegio de Economistas, lo que le puso en contacto con un colega que coincidía en el concepto de la política como servicio: era Rafael Correa Delgado, quien luego de ser Ministro de Finanzas del Presidente Alfredo Palacio, se proyectaba hacia espacios políticos nacionales.

Por entonces Larriva vivía en la avenida Solano, frente al colegio Benigno Malo y recibió varias veces en su domicilio al economista candidato a Presidente de la República que ganó las elecciones y se quedó una década, inesperadamente, pues su plan era promocionarse para el futuro. Al comienzo eran contados los amigos que apoyaron la causa y hubo a quienes quería Correa invitarles, pero ni le contestaban al teléfono. Más tarde fueron ellos los que se pusieron a las órdenes del mandatario y hasta ocuparon altos cargos públicos. Acaso algunos todavía están en ellos y otros están implicados en ilicitudes y corruptelas.

Oswaldo Larriva ejerció de Gobernador del Azuay desde enero de 2007 hasta julio de 2009. Eran los buenos tiempos iniciales del correato, aunque ya empezó a percibir ciertos indicios de corrupción que los denunció oportunamente. Una carta suya a Rafael Correa le alertó por algo que no olía bien en el Ministerio del Deporte, en la obra del Centro de Alto Rendimiento de Cuenca. Doris Solís llevó la misiva reservada a manos del Presidente. Era en 2009.

Tras la Gobernación asumió la Gerencia de la Empresa de Teléfonos, Agua Potable y Alcantarillado de Cuenca (ETAPA), hasta 2012, cuando optó por ser candidato a la Asamblea Nacional y ganó una curul. Para entonces ya era claro su rompimiento con el Presidente Correa, cuyo gobierno no atendía las necesidades del Azuay y del austro, especialmente en la vialidad, además de que ya eran claras las evidencias de corrupción: “Azuay debe tener la misma atención que se da a otras provincias, nada más que al resto, pero tampoco nada menos…”, dijo en una entrevista.

Al rompimiento con el gobierno de Alianza País se sumó el quebranto en la salud. Fue detectado de leucemia, pero siguió en la legislatura y en la política hasta 2017, con reclamos permanentes por la desatención al Azuay, así como las denuncias de corrupción, como en el caso COOPERA. Correa le acusó de desleal, vanidoso y charlatán, así como de actuar sin objetividad, por la leucemia.

El Gobernador en la inauguración de uno de los murales con los que se empeñó mejorar la fisonomía institucional.

Larriva protestó porque Correa ofendió a quienes padecen de cáncer, enfermedad que no la había buscado ni le impedía cumplir con honestidad las responsabilidades que le confió el electorado. “El caso COOPERA es el mayor robo social cometido en el país luego del atraco bancario de los años 1998 y 1999. La afectación total llegaría a no menos de 60 millones de dólares, y luego de tres años, ni siquiera se permite designar una Comisión para que investigue el destino de ese dinero, ni la vinculación de la quiebra de esta entidad financiera con el lavado de activos, a través del mecanismo del SUCRE o dinero virtual, en transacciones realizadas a cuentas venezolanas. ¿Qué todopoderosas influencias existieron y existen para que no se conforme ni siquiera una simple Comisión de Investigaciones a pesar del insistente clamor de los perjudicados…?” denunció en un comunicado.

Y luchó sin tregua contra la enfermedad que le había sentenciado a muerte, pero confiaba vencerla luego de caídas y recaídas que le llevaron repetidamente a cuidados intensivos de SOLCA. El 5 de septiembre de 2019 el Presidente Lenín Moreno le nombró Gobernador del Azuay, pero a los pocos días un quebranto le llevó a renunciar a fines de ese mes, sin que pudiera recuperarse, pues cayó definitivamente abatido el 6 de enero de 2020.

Fue uno de los hombres públicos de más intensa actividad en la historia de la provincia del Azuay. Muchos secretos políticos contaminados de corrupción, fruto de sus investigaciones, los llevó a la tumba, pues la muerte le jugó la fatal pasada de anticiparse a sus proyectos de contar muchas verdades…(RTE)

En la capilla de su residencia, las cenizas colocadas en una vasija de barro, para el velatorio previo a depositarlas en medio del follaje del entorno

 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233