por: Rolando Tello Espinoza
El poeta Arturo Cuesta |
Un personaje de vida sencilla y transparente, genial constructor de metáforas, hizo de la poesía una mística y una religión a la que se entregó con lealtad y pasión cotidiana. Es uno de los literatos del grupo ELAN al que se hará memoria en el VII Festival de la Lira, celebración literaria que se inició hace un siglo, restablecida hace doce años.
uenca se preparaba a conmemorar siete años como Patrimonio Cultural de la Humanidad cuando el 12 de noviembre de 2006 falleció Arturo Cuesta Heredia, poeta ecuatoriano de renombre en el Siglo XX. Mucha gente joven y culta ignora al personaje, cuya vida y obra “resucitará” por el Festival de la Lira, en este mes.
Él es uno de los poetas del grupo ELAN a los que se evocará en el evento hispanoamericano entre el 11 y 14 de noviembre, junto a Efraín Jara, Jacinto Cordero, Eugenio Moreno, Hugo Salazar Tamariz y Teodoro Vanegas. Todos están muertos y la cita tiene por lema “Juventud: esperanza, sueño, cambio y futuro”.
El pasar del tiempo acrecienta el valor de la buena poesía y desvanece la memoria de los poetas que la escribieron. Ahora es ocasión para recordar a Cuesta Heredia, a partir de un diálogo para la revista AVANCE en 2003, ya anciano, pero lúcido y con recuerdos intactos desde la infancia.
Nacido en Azogues el 18 de agosto de 1922, ya en la escuela de los Hermanos Cristianos sintió como un llamado de la poesía, cuando “correteaba alrededor de la casa a la espera de la caída de la tarde y que el sol se ocultara para que el cielo se ponga listo a recibir a las estrellas. Entonces me acostaba a mirarlas y contarlas…”, es su recuerdo más antiguo sobre la vocación estética. Después, a los 13 años, dedicó un poema a la colegiala Aidita Moreno, “una canción de la belleza más fina”.
El diálogo es en su casa del barrio de Monay, próximo al río Tomebamba, cuyo murmullo escucha atento en las noches de 81 años ya cumplidos: “Un pensamiento grato y la música de la palabra es la poesía”, dice el hombre en cuyo cerebro se agitan las metáforas y repite “la vida es hermosa, es pura poesía”.