En la cuenta regresiva del Referéndum sobre la nueva Constitución, el Ecuador debate las opciones posibles para decidir por la aprobación o la reprobación el 28 del presente mes.

    El país está en el eje de una encrucijada histórica. Por primera vez la presencia popular, tanto durante el trabajo de la Asamblea Constituyente como en la campaña, ha creado alternativas para una amplia discusión y análisis sobre los temas constitucionales. El texto de consulta es difundido ampliamente para que la ciudadanía pueda revisarlo y estudiarlo, para decidir en forma consciente su posición afirmativa, negativa o, en las opciones del voto blanco o nulo. No sería justo desconocer que estamos frente a una experiencia masiva nueva frente a un evento de trascendental importancia para el destino nacional.

    Al calor del debate €“saludable, necesario, oportuno- han surgido posiciones encontradas de los sectores que están a favor o en contra de la nueva Constitución. No podía esperarse otra cosa, pues la indiferencia ante un tema en tapete público desde la campaña presidencial de hace dos años, sería preocupante por decir lo menos.

    Lo conveniente es que la controversia se mantenga con altura, tolerancia, patriotismo, teniendo presente el bienestar común de los ecuatorianos, hostigados por las experiencias del pasado a partir de la Constitución de 1998.

    No hay para qué ni en dónde perderse: o los ecuatorianos apoyan los cambios necesarios para vivir mejor, o mantienen una postura que permita que sigan vigentes las condiciones económicas, sociales, políticas, de recientes años.

    Hay libertad para decidir en uno o en otro sentido. Lo que necesita el país en estos días cruciales previos a la asistencia a las urnas, es disponer de tranquilidad y cordura para que la promoción de las posturas contrapuestas sea una democrática confrontación de tesis y opiniones, y no motivo de división entre los ecuatorianos. Todos hemos de estar dispuestos a participar en el proceso electoral y aceptar, luego del 28 de septiembre, con civismo y serenidad, los resultados de la voluntad mayoritaria de los ecuatorianos.