Eliécer Cárdenas

Algunos sectores fundamentalistas en el campo de la defensa del medio ambiente quisieran que ninguna mina se explote, ni siquiera las minas de sal, a fin de que la Naturaleza se conserve prístina como en el primer día de la Creación, o cuando menos, como lo quieren los extremistas y soñadores del mundillo ecológico

Como cabía esperar, al Gobierno de Rafael Correa no solamente le acosa la clásica oposición "partidócrata" de la derecha, conocida por su manía descalificadora y su inveterada costumbre de interpretar los hechos a su gusto y antojo, al punto de representar el aborto como un pecado promovido por este Régimen. También, desde un principio, hubo y hay una oposición "de izquierda", un tanto desenfocada, bastante resentida porque el estrellato de la actual Revolución Ciudadana no la ostenta un neo socialista químicamente puro, o un estudioso de la antigua Dialéctica y los avatares de las revoluciones marxistas, sino alguien que, de hecho, fue un "Out Sider" en los predios favorables a los cambios radicales y de quien hasta hace sólo unos cuantos años nadie sabía, salvo sus alumnos en las universidades donde Correa ejerció.

La oposición de izquierda, a la cual se ha sumado parte del Movimiento Indígena, acusa al gobierno de favorecer más bien al Neoliberalismo de la ponderada por el Presidente Correa "larga noche", a través de una serie de proyectos que buscarían, entre otras cosas anatemizadas por esas corrientes, compartir la explotación minera con empresas extranjeras. Más aún, algunos sectores fundamentalistas en el campo de la defensa del medio ambiente, quisieran que ninguna mina se explote, suponemos que ni siquiera las minas de sal, a fin de que la Naturaleza se conserve prístina como en el primer día de la Creación, o cuando menos, como lo quieren los extremistas y soñadores del mundillo ecológico. Que Correa carece de un proyecto auténticamente socialista "a lo siglo XXI", se dice, que él buscaría con su equipo afianzar el capitalismo de signo Neoliberal, a través de algunas concesiones populistas y una fraseología de cambios profundos.

Esta oposición desde la izquierda, sin duda es mucho más débil y desenfocada que la clásica de la derecha "partidócrata", puesto que parte de teóricos esquemas acerca de lo que debe ser una revolución, en donde los teóricos jugarían un papel de fundamental importancia con sus elucubraciones acerca de la realidad "que debería ser". Correa ha calificado a estos grupos de la oposición izquierdistas como "infantiles", aludiendo a la frase de Lenin acerca del "infantilismo" de quienes lo criticaban por no avanzar en el proceso revolucionario soviético como ellos pretendían. Pero algo que estos opositores "desde la Revolución" no reparan es que algunos de sus voceros son mimados en entrevistas por ciertos medios de comunicación, a fin de causar la impresión de que no solamente existe una oposición conservadora y opuesta a los cambios, sino otra que denuncia como falaces aquellos cambios y que, por lo tanto, el Régimen no sería otra cosa que un "reencauchamiento neoliberal del Capitalismo Salvaje". Claro que los opositores de izquierda en su mayoría se pronunciaron por el voto favorable a la Constitución de Montecristi, pero aclarando que ello no significa apoyar a un Gobierno que de novedoso no tendría nada, salvo el lenguaje encendido del Presidente Correa y un recetario populista que ha sustituido los regalos de baratas camisetas por urea, bonos de desarrollo humano y otras bagatelas.

Esta "lectura" del Gobierno Correísta sin duda peca de unilateral, pero deja advertir que en materia de recetas de cambio existen opiniones tan dispares que impiden, en casos, justipreciar un proceso que, quiérase o no, ha significado una auténtica transformación en la vida nacional, sobre cuyos resultados aún no esta dicha la última palabra, por cierto.

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