Alba Luz Mora

La excesiva palabrería no permite una redacción y lectura concisa, clara y directa. Hay un lirismo desbordado sobre todo en cuanto a enumerar derechos y deberes. Hace falta un buen conocedor del idioma y de la ley para que simplifique el texto

La Constitución tiene una importancia medular, porque es el marco legal con el que se va a regir el país. Por ello es importante leer la versión que se nos ha hecho llegar a través de los medios de comunicación y analizarla.

Nosotros tenemos varias preocupaciones de forma y de fondo. Entre las primeras, el excesivo articulado. Es un documento frondoso, repetitivo, que a veces concentra su atención en unos aspectos y luego vuelve sobre lo mismos y se va diluyendo hasta consagrar casi los reglamentos o leyes que deberían derivar de ella una vez aprobada. La excesiva palabrería no permite una redacción y lectura concisa, clara y directa. Hay un lirismo desbordado sobre todo en cuanto a enumerar derechos y deberes. Hace falta un buen conocedor del idioma y de la ley para que simplifique el texto.

Se ha acogido esa exageración de las feministas, ya pasada de moda, de que en todo momento no se utilizará los pronombres nosotros o los masculinos cuando nos referimos a disposiciones para todos y se aplican las complicaciones de "El Presidente o la Presidenta", "El Jefe de estado o la Jefa de estado". Olvidan que en el mundo hay un convenio social para abreviar el idioma y referirse al asunto social con un solo pronombre.

Entre los derechos no entendemos el que se le otorga a la naturaleza, un ser vivo pero no deliberante, cuando lo importante es que la sociedad esté obligada a protegerla y defender la sanidad del medio ambiente, para evitar la tragedia climática. Es casi tan risible como aquel derecho que quería sentar una feminista: al goce sexual, cuando se trata de la vida privada de las personas.

En cuanto al fondo, resalta el empeño por eliminar todo tipo de discrímenes, la preocupación muy humana por los discapacitados y los adultos mayores, por la educación y formación de los niños y jóvenes, la asistencia especial en cuanto a infraestructuras. Pero es muy difícil lograr una educación gratuita hasta el tercer nivel de Universidad; salud y medicina también gratuitas para los de la tercera edad, exoneración de los pagos notariales y regístrales. Si ahora que el Ecuador tiene recursos petroleros ingentes y por las exportaciones no se ha solucionado la calidad docente y la garantía de locales idóneos para los alumnos, y si el sistema de salud no está debidamente controlado ni fiscalizado, sino casi colapsado por la pésima organización y vigilancia, cómo puede lograrse algo tan irrealizable. La regionalización, plantea un proceso muy largo y complicado y con tanto organismo nuevo crece desmesuradamente el aparato estatal y la burocracia, que deberíamos simplificar.

Las aspiraciones deben ser más reales y concretas. El nuevo ordenamiento más ágil, preciso y realizable. El espíritu de la gran ley con grandes rasgos de organización, instancias administrativas claras y filosofía democrática.

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