Varias ciudades ecuatorianas conmemoran este mes sus gestas libertarias, oportunidad para la reflexión cívica sobre su pasado, su presente y su futuro. Sobre su historia y su porvenir.
Guayaquil, tradicionalmente, con sus fiestas octubrinas, inicia la temporada anual de estas celebraciones a las que les siguen Cuenca, Azogues, Loja en el austro ecuatoriano y otras ciudades en la Costa. En diciembre Quito €“como de costumbre- se festejará a lo grande.
Las fiestas coinciden con un ambiente de expectación frente a un nuevo hito en la vida nacional: la inminente nominación de candidaturas para dignidades seccionales, regionales y nacionales, en acatamiento a las disposiciones de la Constitución recién aprobada y puesta en vigencia en el país.
Los líderes de los nuevos movimientos políticos €“dando por sentado que los viejos partidos colapsaron y fueron dados de baja- tienen un gran reto por delante: poner en práctica métodos transparentes, democráticos, en la búsqueda y escogimiento de los ciudadanos a los que se les confiará las candidaturas.
Si mayoritariamente el pueblo se pronunció por profundas transformaciones en el ejercicio de la democracia, desechando los vicios, componendas, amarres, negociados y arbitrariedades del pasado, no puede menos que esperase que las primeras elecciones con la nueva Constitución, marquen diferencias históricas con el pasado caduco, injusto y negligente en el quehacer público.
Queda la esperanza de que se enmienden todos los errores históricos, haciendo uso de las crueles lecciones que dejaran las últimas décadas. Queda la esperanza de que el país inaugure el siglo XXI en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, a partir de la correcta aplicación de los preceptos constitucionales que, consagrados por voluntad democrática, deben sepultar las inequidades de toda índole hasta ahora sufridas por la mayoría de ecuatorianos.