Las consecuencias de ello han tenido una influencia nociva en todas las actividades expresivas del ser contemporáneo: en la Literatura, las artes plásticas, la crítica, el cine, la política, el sexo y el periodismo |
Durante la conmemoración del sexagésimo cuarto aniversario de la creación de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, el escritor peruano Mario Vargas Llosa fue el protagonista del evento, cuando en un discurso elocuente y brillante calificó a nuestra generación como "la civilización del espectáculo" con vocación innegable de rehuir la reflexión y todo lo que no sea divertido. Las consecuencias de ello han tenido una influencia nociva en todas las actividades expresivas del ser contemporáneo: en la Literatura, las artes plásticas, la crítica, el cine, la política, el sexo y el periodismo "desaparecidos en su esencia más pura". Según Vargas Llosa "hay un desdén por todo lo que recuerda que la vida no es sólo diversión, también drama, dolor, misterio y frustración".
Al tocar al periodismo sostuvo que "la frontera entre lo amarillo y lo serio se ha llenado de agujeros y los mayores casos de conquista de público los protagonizan las revistas del corazón". Puso como ejemplo "Hola" de España y sus congéneres, "productos genuinos de la civilización del espectáculo, porque dan respetabilidad a lo que antes era producto marginal y casi clandestino: el escándalo, el chisme e incluso el libelo y la calumnia".
"La triste verdad €“dijo- es que ningún medio puede mantener a un público fiel si ignora la moda imperante". Su conclusión fue "el problema no está sólo en el periodismo sino en una forma de vivir que tiene al entretenimiento como la máxima fórmula de la aspiración humana".
Según el escritor "la obligación de poner a la cultura al alcance ha tenido el indeseable defecto de la desaparición de la alta cultura". Por eso la literatura leve, ligera, fácil es la más representativa". Y la política "ha experimentado la banalización más pronunciada, porque los lugares comunes y la publicidad ocupan el lugar de las ideas. Carla Bruni, por ejemplo, muestra cómo ni siquiera Francia ha podido resistirse a la frivolidad". Intervención que señala una gran verdad de la que el Ecuador no se ha sustraído sino mejor ha seguido de un tiempo acá la tendencia en todos los medios de comunicación y en la vida pública de sus personajes.