Las ciudades Patrimonio de la Humanidad deberían esforzarse en estrategias explícitas en relación con el desarrollo y la gestión del turismo que, adecuadamente controlado, puede ser un poderoso instrumento de recuperación urbana y de conservación del patrimonio cultural con ventajas para las economías locales |
El turismo se constituye como elemento fundamental en la vida y en la economía de las ciudades Patrimonio de la Humanidad, lo cual obliga a diseñar estrategias nuevas que equilibren la conservación de las ciudades históricas y las apetencias de los turistas. El turismo incrementa la renta de las ciudades patrimonio, pero obliga a diversificar la oferta cultural y revertir en proyectos de conservación y mantenimiento de la ciudad.
La revalorización y utilización turística del patrimonio de Cuenca, debe integrarse dentro de un proyecto urbano y cultural, donde la oferta prime sobre la demanda. Los ejes fundamentales de esta política están ausentes al no existir la adecuada gestión del patrimonio y el entendimiento de la vida como una nueva fórmula de práctica cultural.
Ante los conflictos funcionales, los diferentes grupos sociales vinculados con el turismo se tienen que organizar para presionar a las distintas administraciones en defensa de sus intereses. El urbanismo cultural, entendido como una nueva forma de comprender y hacer la ciudad para el bienestar y disfrute de sus habitantes y visitantes, tienen que prestar una imperativa atención a estos aspectos.
Así pues, somos conscientes de que Cuenca requiere una voluntad, una reflexión, un estudio y una acción a corto, largo y mediano plazo. En ello deben confluir todos los poderes políticos y sociales comprometidos. Sin esto, cualquier intento de revitalizar Cuenca, por mucho carácter institucional que se les dé a los medios materiales y económicos, que son muchos, quedará en estudios y proyectos que se llevará el tiempo, como hasta el momento ha venido ocurriendo.
Las ciudades Patrimonio de la Humanidad deberían esforzarse en formular estrategias explícitas en relación con el desarrollo y la gestión del turismo, puesto que, adecuadamente controlado, puede ser un poderoso instrumento de recuperación urbana y de conservación activa del patrimonio cultural con ventajas para las economías locales.
El Casco Histórico de Cuenca, poseedor de un patrimonio arquitectónico extraordinario que contiene manifestaciones de la cultura hispana-gótica, renacentista, barroca, está poco explotado en el campo turístico. El patrimonio residencial es interior, "de patio para adentro " y no está adecuado ni preparado para el turismo. Los museos religiosos y otros así como los eventos lúdicos- festivos están, igualmente infravalorados.
La inserción armónica del turismo en la vida de la ciudad plantea nuevos retos.
El turismo es una política general de la ciudad y no sólo, como se piensa, de la hotelería y del comercio turístico.
Cuenca se encuentra en un estancamiento del turismo, por lo que nos debemos plantear un importante desafío: superar la fase meramente promocional de la gestión turística y perfilar estrategias urbanas orientadas al logro de equilibrios funcionales que ayuden a preservar el patrimonio urbanístico.