Por Eliécer Cárdenas

 

Eliécer Cárdenas

La supresión de un tajo de la espantosa hierba laboral de la tercerización, el finiquito del ochenta por ciento de las concesiones mineras A más de ello, se intenta pasar en la próxima Constitución un verdadero "Caballo de Troya" bajo la apariencia de interculturalidad y reconocimiento con pleno derecho de las llamadas nacionalidades indígenas

 

    El afán de virtud excesiva en política suele producir aberraciones. Recuérdese al "virtuoso" Robespierre de la Revolución Francesa, que mandó cortar las cabezas de quienes no eran, a su parecer, tan virtuosos como su ideal abstracto de la virtud cívica. En la Asamblea Constituyente de Montecristi, estos gérmenes patológicos de "virtud ideal" cobran fuerza. Ejemplos al canto: uno de ellos, la supresión de un tajo de la espantosa hierba laboral de la Tercerización. De esta manera, piensan los cándidos virtuosos, se eliminará una horrible y nefasta forma de explotación, para reemplazarla, ¿por qué? En teoría, por los contratos directos o los colectivos entre empleadores y trabajadores. Muy bien, pero las realidades suelen ser diferentes a las lucubraciones virtuosas de gabinete, y he aquí que por lo pronto el propio Estado Paternal de "Alianza País" tiene ante sí el problema de incorporar a la nómina de empleados y trabajadores del Sector Público no menos de doce mil tercerizados.

 

Otro exceso €“éste de por sí sospechoso- de "virtud" se halla en el finiquito del ochenta por ciento de las concesiones mineras, por supuesto en su mayoría malas, ventajosas para los traficantes de minas y ciertos consorcios extranjeros deseosos de explotar de la manera más desaprensiva cuanto se halle bajo la superficie de la tierra ecuatoriana, tan castigada por depredadores nativos y extranjeros. Sin embargo, tras móvil tan aparentemente irreprochable se oculta algo que merece explicaciones mejores que el simple filantropismo del "Socialismo del Siglo Veintiuno". ¿Cómo se explotará en adelante la minería? Surge una solución retrógrada y altamente contaminadora: la minería artesanal. ¿Se la realizará a pico y pala, con abundancia de mercurio y otros ingredientes tóxicos para el agua y la vida en general? ¿Se realizará con primitivas y peligrosas "chancadoras" tipo Nambija, donde no aprovechaba el "minero artesanal" el producto de su esfuerzo sino mafias de intermediarios y contratistas mineros? En esto, al parecer, no se ha puesto a pensar la mayoría asambleísta, tan pletórica de buenas ideas pero tan pobre en cuanto a meditar en todas sus consecuencias.

 

A más de ello, se intenta pasar en la próxima Constitución un verdadero "Caballo de Troya" bajo la apariencia de interculturalidad y reconocimiento con pleno derecho de las llamadas nacionalidades indígenas. Pero tan humanitaria y progresista idea de hecho oculta un grave riesgo. Una nacionalidad declarada tiene derecho a separarse del país-estado al que pertenece, y si no llega a eso, por razones simplemente prácticas, sí tendrá la posibilidad de reivindicar para sí, es decir cada "nación indígena", no importa si se reduce ésta a una centena de personajes, los recursos del subsuelo. ¿Qué sucederá entonces con los campos petroleros de las provincias amazónicas? Lo más seguro, en ese caso, será que ya no negociara, bien o mal, el Estado Ecuatoriano aquellos recursos, sino algún neo jefe tribal, en el peor de los casos para su exclusivo provecho o el de su clan. Hay ocasiones, preciso es señalarlo, que el exceso de virtudes abstractas provoca enfermedades peores que aquellas que se pretende remediar.

 

Nuestros asambleístas, por lo menos buena parte de ellos, parecen hallarse intoxicados de buenas intenciones, pero sin medir para nada sus consecuencias reales, sin sopesar los pros y los contras de las decisiones que toman con tanta intrepidez como escasa reflexión.

 

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