La pérdida de credibilidad de los líderes de opinión, políticos y autoridades religiosas y civiles, por sus quiebras morales y falta de autenticidad. La discriminación persistente por razones de raza, nivel económico, sexo y origen han llevado al escepticismo y formas de rebeldía insólitas fruto de la depresión y el desasosiego |
El carácter contradictorio y desajustado de la sociedad actual y la frustración a que conduce, han provocado en la juventud la búsqueda de una puerta de escape a su angustia existencial, con formas de pensamiento y de vida inusuales, síntomas de una desorientación innegable.
El crecimiento poblacional incontrolado y no enfrentado por la política oficial es uno de ellos y el hecho de que un porcentaje mayoritario sea urbano. La insatisfacción porque los servicios públicos no abastecen sus más elementales demandas. La ausencia de oportunidades de estudio, trabajo y remuneraciones justas. Una crisis de pobreza cuyo corolario es la inflación galopante y la delincuencia creciente, recurso arbitrario y extremo para solucionar necesidades básicas. La pérdida de credibilidad de los líderes de opinión, políticos y autoridades religiosas y civiles, por sus quiebras morales y falta de autenticidad. La discriminación persistente por razones de raza, nivel económico, sexo y origen han llevado al escepticismo y formas de rebeldía insólitas fruto de la depresión y el desasosiego.
Esta realidad está minando existencias valiosas y espíritus positivos. Impide que se aspire a esos mínimos alicientes de esperanza y de aceptable calidad de vida. Y lo peor, hace presa de las nuevas generaciones desorientadas y excéntricas. Lo insólito, los sórdido y tenebroso se han convertido en opciones de protesta que refugian el desencanto y el "spleen". Por eso la moda del rock €“que no es nueva- la música estridente, los bailes violentos, las denominaciones extrañas, han estimulado la aparición de organizaciones, bandas y grupos musicales estrafalarios por su denominación y sus finalidades. La muerte y todo lo tétrico, la simbología aberrante, la apariencia física extraña, les parece una atmósfera propicia para sus ánimos perturbados. Los colores, dibujos, carteles, leyendas, música y cantos perpetúan sus angustias. Y en lo raro, desacostumbrado, hilarante y morboso nos dejan un mensaje conturbador y negativo.
El trágico Concierto de Ultratumba que dejó en Quito un enorme y camuflado local reducido a ceniza y olor a mortecina. La irresponsabilidad de las autoridades para permitir tan estrafalario espectáculo, no son sino una muestra del desaliento espiritual que generan los desequilibrios sociales. El desfile de solidaridad contribuyó a reforzar más esta actitud generacional que nada tiene de positivo aunque se la tilde como "cultura alternativa".