Un trabajo paciente y profesional a cargo de un equipo de restauradoras para asegurar siglos de permanencia del bien patrimonial más importante de la historia de Cuenca
La directora de restauración, Nelly Peralta, a la izquierda, con su equipo de trabajo, a la derecha: Mayra Jaramillo, Paulina Moreno, Gabriela Salazar y Gabriela Vázquez
Los registros sobre la fundación de Cuenca y los primeros actos oficiales de organización de la ciudad constan en documentos que han sobrevivido 450 años a las contingencias del clima, del tiempo, del cambio de locales y el manipuleo de cada una de las páginas de los manuscritos de los escribanos.
Los fundadores de la ciudad, a más de diseñar para siempre la arquitectura urbana, se empeñaron en que sus testimonios constaran en materiales capaces de asegurar la perduración a través de los siglos: la calidad de la tinta y el papel utilizados para las anotaciones son motivo de admiración y gratitud para los estudiosos de hoy, en cuyas manos son tesoros de valor que resulta imposible cuantificarlo en cifras económicas. No tienen precio: son cultura, son reliquias, historia.
Nelly Peralta, especialista con más de 25 años de experiencia en restauración de bienes en papel del Banco Central del Ecuador, se confiesa maravillada de dirigir al equipo responsable de restaurar el primer Libro de Cabildos de Cuenca, que consta en 464 páginas €“anverso y reverso-, de 32 centímetros de alto, por 21 de ancho y espesor de 4,5 centímetros, con cubierta de cuero coloreado y repujado.
Ella y cuatro jóvenes profesionales restauradoras se empeñan en la limpieza y reconstrucción página por página, del primero de los 69 volúmenes de los que consta la serie, hasta la década de los años 20 del siglo pasado. Es un bien cuyo valor se comprende en el campo de la historia y la paleografía: el significado cultural está adherido a las excepcionales características de los materiales que le dan soporte y sustento.
Es un proceso delicado en el que intervienen solventes químicos, bisturíes, lupas, pinzas, espátulas, balanzas de precisión, cronómetros, algodones, aspersores, pulverizadores: sobre todo, intervienen la paciencia, delicadeza, prolijidad, sutileza y sensibilidad de manos e inteligencias femeninas. "Mi respeto para los varones, pero con ellos no podría conseguir los resultados que espero de un trabajo de esta naturaleza", comenta la profesional que siguió cursos de especialización en Europa.
Las páginas manuscritas son sometidas a estudios y análisis de laboratorio, para utilizar los materiales apropiados de limpieza de la acidez y la grasa acumuladas al contacto de las manos; al extremo inferior de cada página es visible el deterioro, por la presión al virarlas para la lectura, frecuentemente mojando los dedos con saliva.
El manipuleo ha provocado el desgaste de los filos de las hojas y es preciso completarlas con injertos de papel tan prolijamente logrados, que se mantiene la continuidad de la superficie, apenas diferenciada por el color del material nuevo añadido. Hay huellas imposibles de borrarlas: son la pátina que, como los pigmentos en la piel humana, grafican y señalan la acumulación inevitable de los años.
La restauración es un trabajo profesional, pero sobre todo de paciencia y pasión: el hallazgo de un minúsculo fragmento de papel entre las hojas es motivo de cuidadosa investigación hasta dar con el sitio del libro del que se habría desprendido. Encontrarlo, deja la satisfacción de descifrar un gran secreto.
Nelly Peralta, la directora de la restauración, afirma que una vez terminado el trabajo, el primer Libro de Cabildos quedará a salvo para perdurar por siglos. Es la primera vez que recibe una intervención completa, con las técnicas más avanzadas, para convertirse en un trabajo modelo en cualquier país del mundo. Hace aproximadamente cincuenta años habría sido sometido a un mantenimiento cuyas huellas son visibles, más que por los logros, por los errores cometidos, que han acelerado el deterioro, acumulado ácidos y grasas y debilitado algunas páginas.
La cubierta de cuero repujado, elaborada por Alma Cuenca Mora hace medio siglo, se la mantendrá, adherida a una pasta más grande, para proteger el volumen, aprovechando el aumento del tamaño de las páginas con los injertos añadidos para recuperar el desgaste.
La restauradora propondrá editar un ejemplar similar para exhibirlo y pocos facsimilares de este primer Libro de Cabildos, numerados, para con la venta disponer de un fondo destinado a financiar la restauración de volúmenes siguientes de la colección. Sería una edición de tamaño menor al libro auténtico, para diferenciarlo, pues debe mantenerse a buen recaudo, como ejemplar único e irrepetible, digno de protegerse como el bien patrimonial más importante de la historia de la ciudad.