Escalofriantes. Así se pueden calificar a los hechos que en abril y mayo conmocionaron
a Austria y al mundo entero, con el secuestro e incesto ocurrido en la localidad de Amstetten, 100 km de Viena, y el asesinato perpetrado por un hombre a cinco miembros
de su familia por problemas económicos

 

José Fritzl

Como "el monstruo de Austria" ha sido calificado el técnico electricista jubilado Josef Fritzl de 73 años, luego de haber confesado que durante 24 años mantuvo encerrada a su hija Elizabeth en el sótano de su casa y con la que engendró siete hijos, fruto de sus violaciones. El macabro crimen pudo descubrirse cuando la hija mayor de la secuestrada, Kerstin, de 19 años, que estaba en cautiverio, tuvo que ser hospitalizada por sufrir una grave enfermedad, que los médicos atribuyen a una degeneración genética que suele darse en casos de incesto. Después de hacer pruebas de ADN a los siete niños, se confirmó la paternidad de Fritlz.


Todo comenzó cuando el acusado mostró a su esposa Rosemarie y al resto de su familia, una supuesta carta dejada por su hija, de entonces 18 años, en donde les explicaba que dejaba su casa para unirse a una secta en un lugar desconocido.

La mujer estuvo secuestrada en el sótano de su propia casa. Según informes de la policía austriaca, esta cárcel construida por su padre, era un sitio de 60m cuadrados, compuesto por tres zonas que cumplían la función de cocina, baño y dormitorio, lugares en donde fueron encontrados dibujos de niños en las paredes. No había ventanas y tampoco el suficiente espacio para desplazarse. A este lugar se ingresaba a través de una puerta escondida detrás de unas estanterías en el taller de trabajo de Fritzl, ubicado en el mismo sótano de la casa. Esta puerta permanecía cerrada electrónicamente y sólo podía ser abierta con un código y un aparato a control remoto que el secuestrador llevaba con él todo el tiempo. Pese a todas las limitaciones, la policía informó que había una televisión con un video y una radio. Creen que el sótano fue modificado a medida que los niños iban naciendo, pero todavía no se explican cómo Fritzl pudo realizar los trabajos de construcción y proveer de comida a sus prisioneros sin levantar sospechas.
casa de José Fritzl


Elizabeth, ahora de 42 años, fue abusada sexualmente por su padre durante el tiempo que éste la mantuvo retenida. Fruto de estos actos, nacieron siete hijos, "más o menos cada dos años", según declaraciones del padre, aparentemente sin ningún tipo de supervisión médica. Los agentes austriacos encargados del caso, han precisado que en uno de los partos, la mujer dio a luz a una pareja de gemelos, de los cuales uno murió, por lo que fue incinerado por su padre en una caldera de calefacción de la casa, versión que es confirmada por el propio Fritlz en declaraciones a la policía.
Elizabeth, la víctima.
Elizabeth, la víctima.

Tres de ellos, de 19, 18 y 5 años permanecieron junto a su madre en el sótano hasta el día que los liberaron y los tres restantes se criaron con su padre- abuelo. En los años 1993, 1994 y 1997 aparecieron ante la casa de la familia tres niños de pocos meses de edad. Junto a ellos venía una carta que explicaba que eran hijos de Elizabeth y que ésta pedía que fueran educados por sus abuelos pues ella se había unido a una secta en un lugar desconocido.

Al momento, los niños se encuentran al cuidado de los servicios sociales y junto con su madre, están en un centro para enfermos especiales, donde un equipo de especialistas se ocupa de ellos.
Por violar repetidamente a su hija, Josef Fritzl, según las leyes austriacas tendría una pena máxima de 15 años de cárcel, aunque después de cumplirla, las autoridades tienen la posibilidad de declararlo "insano, anormal y peligroso", con lo que sería internado en un centro psiquiátrico de por vida, pero de ser declarado culpable de homicidio por denegación de auxilio en el caso de la muerte de uno de los bebés, Fritzl puede ser condenado a cadena perpetua.
Otro "monstruo" en Austria
El otro caso, un múltiple asesinato.
El otro caso, un múltiple asesinato.


Los austriacos aún no se recuperan de la impresión que les dejó la terrible historia de incesto en Amstetten, cuando un nuevo caso vuelve a conmocionarlos. En mayo pasado, la policía austriaca dio a conocer al país el asesinato cometido por un hombre a su esposa, su hija, sus padres y su suegro por problemas financieros, pues había pedido prestado dinero a su familia, el mismo que apostó y lo perdió. Por esta razón quería ahorrarles "esa vergüenza", al declarar su crimen en la comisaría.

Según varios medios locales, un portavoz de la policía de ese país dio a conocer que en la madrugada del 14 de mayo, un hombre de 39 años se presentó en la comisaría del Distrito 13 de Viena. Con sus ropas cubiertas de sangre y en estado de confusión, reveló haber matado con un hacha a su esposa de 42 años y a su hija de siete en su casa ubicada en una zona residencial de la capital austriaca y después a sus padres en Ansfelden y a su suegro de 80 años en Linz, localidades ubicadas en la Alta Austria. El agresor al sentirse culpable por cometer tan escabrosos hechos, decidió suicidarse ahorcándose, pero su intento falló.
La masacre

La matanza fue cometida en menos de 12 horas. Según la policía, el martes 13 de mayo, a las 07h30 el otro "monstruo" mató a su esposa y a su hija en su vivienda. La mujer yacía en la tina del baño, mientras que el cuerpo de la niña fue encontrado en un armario cubierto por una sábana. El hombre confesó a la policía haber matado a su hija porque había sido testigo de la muerte de su madre.

A las 13:00 horas, el asesino llegó a la casa de sus padres en la localidad de Ansfelden. Ahí el hombre armado con un hacha, mató a su madre de 69 años y a su padre quien dormía en un sofá. Finalmente, a las 19:00 horas de ese mismo día, llegó hasta la casa de su suegro, ubicada en Linz. Cuando el hombre abrió la puerta, lo atacó acabando con su vida.

Un portavoz de las autoridades locales puntualizó que los ataques fueron extremadamente brutales, pues siempre intentó destruir la cabeza de sus víctimas.

 

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