Un deslave formó un dique que podría represar hasta dos millones de metros cúbicos de agua en un paraje entre Nabón y Girón, sin ser aparentemente una amenaza para nada ni nadie
Fotos de Paúl Torres y Luis Matute (PROMAS) |
El clima es noticia de permanente actualidad en el Ecuador y especialmente en el austro del país. Los veranos o los inviernos son protagonistas de crónicas y reportajes, cuyo interés viene del énfasis en ponderar los flagelos o los daños.
En 2008, de copiosas lluvias más allá de las estadísticas de años recientes, gracias al invierno se ha "descubierto" la existencia de ríos como el Curiquingue. Así pasó en 1993 €“con las debidas diferencias de proporción- cuando nombres como La Josefina, Shishío, Tubón, se hicieron famosos por la magnitud de la catástrofe hidrogeológica que ya es historia.
Esta vez se ponderó demasiado la verdad. La noticia necesita cierta dosis de exageración, para ser más interesante, cuando se la maneja sin aproximarse al sitio de las fuentes y se da curso a las versiones de segundas o terceras personas.
El despoblado donde ocurrió el desplazamiento de terrenos entre La Ramada y Girón, hizo que la noticia llegara tarde y vía de rumores. Ni se supo cuándo ocurrió el taponamiento del río €“se presume que entre el 20 y 21 de mayo-, pues en el pajonal sobre los tres mil metros del nivel del mar, no hay población alguna en kilómetros a la redonda.
No obstante, noticia es noticia y mientras más sensacional mejor: los medios se enteraron del accidente hidrogeológico y lo compararon con el de La Josefina. Hasta hubo algunos que predijeron un desbordamiento del lago que amenazaría a los cantones Girón y Santa Isabel, a pesar de que estos pueblos están en una dirección contraria al cauce de las aguas.
En el lugar plagado de fallas geológicas, reactivadas por la saturación de aguas, los terrenos altos se desplazaron formando un dique de 800 metros de largo, por 300 de ancho y 45 de alto, que cerró el paso de los ríos Curiquingue y Tiohuaycu. Así nació un lago que en la primera semana posterior se extendió por unas cuatro hectáreas y crece aún, alimentado por un cauce máximo de 80 litros por segundo. A veces baja a la mitad.
Se necesitarían entre 30 y 45 días para que el espejo de aguas llegara a la cresta de coronación, de 45 metros de alto, con un volumen de hasta dos millones de metros cúbicos de agua. El dique de La Josefina, en 1993, de 120 metros de alto, embalsó más de 250 millones de metros cúbicos, con caudales de decenas y hasta centenares de metros por segundo, durante un mes. He ahí la diferencia.
La Central de Operaciones Emergentes, presidida por el Gobernador del Azuay e integrada por representantes de varias instituciones de seguridad y socorro, asumió el "caso", para valorarlo en su magnitud y adoptar las medidas que la técnica aconseja para evacuar las aguas represadas.
El Programa de Manejo de Agua y Suelos, de la Universidad de Cuenca, tuvo inmediata intervención. La primera conclusión fue que no había riesgo para ningún pueblo próximo, de darse un desfogue violento. En el peor de los casos €“casi imposible- se evacuarían 200 metros cúbicos por segundo, equivalentes a una crecida normal del río Jubones, al que desembocan las aguas de la cuenca donde se encuentra el deslizamiento.
Maquinarias del Consejo Provincial del Azuay ejecutan los trabajos de disminución de la altura de la cresta del dique, para que el represamiento sea menor. El Director del PROMAS, Felipe Cisneros, considera conveniente este trabajo, por precaución, y recomienda consolidar la estructura del dique, para que el lago quede en forma permanente, como una fuente de regadío, si así los estudios en el campo agrícola lo ameritaran.
También puede aprovecharse en lo turístico, pues la zona se caracteriza por la belleza de los paisajes, a la que se suma la presencia del lago que podría explotarse como un atractivo más de interés turístico en el Azuay.
El técnico, no obstante, afirma que primero deberán realizarse estudios de la zona para determinar la acción más adecuada. En tratándose de una zona de fallas geológicas, el lago podría dar lugar a la "réplica" de otros deslizamientos al modificar las condiciones de la geografía.
También es prudente en determinar las causas del desplazamiento de los terrenos, que podría originarse en la saturación de humedad por el invierno o podría ser el comportamiento normal de una área de fallas geológicas. De haberse producido en un sitio aún más aislado, el fenómeno pudo pasar inadvertido por mucho tiempo y el lago habría sido un elemento natural como cualquier lago.
El embalse por el taponamiento del río Curiquingue llegará al volumen de un reservorio modesto, de máximo dos millones de metros cúbicos. Para tener una idea de su magnitud, vale compararlo con la presa de la Empresa Eléctrica Regional en El Labrado, que tiene seis millones de metros cúbicos, o la de Chanlud, de 17 millones de metros cúbicos. Y ni compararlo con el embalse de Amaluza, de 120 millones.
Detalle del deslizamiento. |