| Lo bueno de la Asamblea es que nos dio a conocer nuevos nombres de gente inteligente, ponderada y luchadora que antes no había tenido oportunidad de proyectarse nacionalmente. Lo malo que se repitieran presencias de gente que quiso actuar con cálculo político |
Cuando el Gobierno decidió convocar a la Asamblea Constituyente para que formulara una nueva Carta Constitucional, todos estuvimos de acuerdo, porque hay que modernizar el Estado y son necesarias algunas reformas fundamentales. Lo malo fue que en lugar de centrarse en tan importante tarea el objetivo se desvió a redactar ciertos mandatos urgentes y disposiciones legales, aprovechando que reunía todos los poderes, y a recibir comisiones que demandaban aspiraciones particulares o sectoriales y no sugerencias de fondo. Por ello ahora le falta tiempo para cumplir la encomienda.
Lo bueno de la Asamblea fue que se integró con hombres y mujeres de todo el país, de diferentes ideologías y tendencias, sin que en esta ocasión las mujeres nos hayamos sentido discriminadas o relegadas. Lo malo en cambio que ciertas asambleístas perdieron el norte de la tarea para la que fueron convocadas, se desbordaron y cayeron en novelerías tales como plantear una especie de reglamentaciones sobre aspectos particulares que nada tenían que ver con las ideas fundamentales de una Constitución y que aludían a los aspectos privados e íntimos del mundo afectivo, insinuaciones sobre la discutible teoría "del género" y no de los dos sexos que nos particularizan a hombres y mujeres; y hasta innovaciones traídas de los cabellos para los símbolos patrios (himno nacional, escudo,etc.) que desde 1830 identifican nuestro país.
Lo bueno de la Asamblea fue también que la Presidencia se confió a un miembro de Alianza País caracterizado por su inteligencia, equilibrio ideológico, firmeza de temperamento y sensibilidad social, al que el criterio general calificó como eficiente, responsable y talentoso. Lo malo, que se lo ponga en la encrucijada de renunciar a esa Presidencia exitosa y sustituirlo para abreviar las discusiones cuidadosas y el tiempo prudencial que tomarían los restantes capítulos de la Carta Magna.
Lo bueno de la Asamblea es que nos dio a conocer nuevos nombres de gente inteligente, ponderada y luchadora que antes no había tenido oportunidad de proyectarse nacionalmente. Lo malo que se repitieran presencias de gente que quiso actuar con el cálculo político malentendido y las acciones de baja catadura, lo que por momentos restó importancia y altura al foro. Vamos llegando al final de esta etapa de la vida nacional, ojalá los resultados sean los que la mayoría de ecuatorianos aspiramos y no una nueva frustración.