Julio Carpio Vintimilla En un continente donde las dictaduras son una enfermedad política endémica, tener una buena democracia €“ o al menos una que funcione aceptablemente €“ es un logro excepcional. Después de la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla todos los gobiernos colombianos han sido democráticos


Mirador latinoamericano

 

 

 

 

Vamos directo al grano. Los ecuatorianos debiéramos conocer mejor a Colombia. No solamente ir de compras a Ipiales o viajar, en un grupo turístico, a Cartagena de Indias. (Tales desplazamientos están bien, por supuesto. Pero nos dan, desde luego, nada más que una visión centesimal del país.) Lo importante €“ para el caso €“ es tener unas ideas adecuadas de la nación vecina; proceder como una opinión pública educada. Concretando: saber algo de la geografía, la historia, las condiciones económicas y el desarrollo de Colombia. (Esa cultura general que se enseñaba €“ hace unos cincuenta años €“ en los escasos colegios que, por entonces, tenía el Ecuador. Después de aquello, vinieron las dichosas "Ciencias Sociales"; y, posteriormente, la   vulgata marxista, a troche y moche. Y, así, la mayoría de nuestra gente empezó a vivir en las densas oscuridades de la semiignorancia ideológica ) Primer resultado específico del "cambio": Sólo los sesentones parecen recordar que Panamá fue, alguna vez, una parte de Colombia; y que Medellín es la capital del Departamento de Antioquia y una ciudad moderna mucho más importante que Quito o Guayaquil Segundo resultado: La gente joven y de mediana edad sólo identifica a Colombia por sus peores o más populares estereotipos. (La cumbia, los tinticos, los ladrones, la droga, los cabaretes O €“ en el mejor de los casos €“ por el realismo mágico de García Márquez.) Esta lamentable deficiencia explica el enorme cúmulo de palabrería vacua y los numerosos disparates que, en los últimos meses, nuestros políticos y nuestra prensa han vertido sobre Colombia y los colombianos. Y, todo eso, dejando de lado, por ahora, la demagogia y las malas intenciones políticas

      Lo anterior vale, ciertamente, para la generalidad de los ecuatorianos; digamos €“ es un decir precisador, nada más €“ para el hombre de la calle. Pero, aparte de eso, debiera haber €“ para los fines pertinentes €“ un grupo muy preparado y sofisticado: la docena, cuando menos, de especialistas de Colombia; que debieran estar trabajando en nuestras escuelas universitarias de Geografía, de Historia, de Economía, de Sociología (Los que €“ además de sus obligaciones académicas €“ debieran ser los asesores de nuestros gobernantes, nuestros políticos y nuestros diplomáticos.) ¿Se han preocupado de los "pequeños" asuntos de esta clase nuestros ejecutivos universitarios? No. Se les ha escapado.

Bueno, -- para poner las cosas en perspectiva y saber con quién estamos tratando €“ demos, aquí, unos pocos datos de interés sobre el tema. Uno: Colombia es €“ después de México y antes de los Estados Unidos, España y la Argentina €“ el segundo país de lengua española del mundo. (Tiene 44 millones de habitantes.) Dos: Colombia es la quinta economía de América Latina. (Venezuela es la cuarta.) Pero, a diferencia de ésta, la economía colombiana es mucho más diversificada y más sólida. (La economía venezolana es muy vulnerable, por su enorme dependencia del petróleo.) Tres: Colombia tiene una clase media mucho más grande y mejor educada que Venezuela. (Y, si la riqueza está en la gente, -- y no en los minerales del subsuelo o de la montaña €“ Colombia sería, real o potencialmente, bastante más rica que Venezuela.) Cuatro: El estado colombiano ha podido ya superar el grave peligro del colapso. (Amenaza terrible que existió durante las presidencias de Ernesto Samper y Andrés Pastrana; antes de Álvaro Uribe.) Cinco: En cuanto a la meta del desarrollo, Colombia va por el camino correcto. En fin, si termina su larguísima guerra civil, Colombia podría llegar a ser pronto un gran país. Esperémoslo.

En segundo lugar, los ecuatorianos debiéramos apoyar a la democracia colombiana; que es, para los latinoamericanos, un muy buen ejemplo. En un continente donde las dictaduras son una enfermedad política endémica, tener una buena democracia €“ o, al menos, una que funcione aceptablemente €“ es un logro excepcional. (Después de la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla, -- desde hace más de medio siglo €“ todos los gobiernos colombianos han sido democráticos.) En un continente donde los populismos elementales alcanzan tan desmesurada importancia, tener un espectro ideológico y partidario formal y bastante serio €“ conservadores, liberales, progresistas €“ es otro logro notable. En un continente donde el anticuado radicalismo socialista aún avanza, -- Bolivia, Ecuador y Paraguay, últimos casos; verdaderas involuciones políticas en las circunstancias del Mundo Occidental €“ tener unos partidos políticos moderados, pragmáticos y bastante modernos, es algo muy elogiable. Ahora bien, un gobierno socialista y cuasi dictatorial, como el nuestro, -- si cree que tiene tanta razón y popularidad €“ bien podría pronunciarse directamente contra la democracia liberal. Combatirla de frente. ¿Por qué no lo hace? Pues, porque sabe que la democracia liberal   -- como proyecto y como práctica €“ tiene mucha aceptación en las clases populares y en las clases educadas del Ecuador y de América Latina. Y, por eso, nuestros izquierdistas y nuestro gobierno se salen por la tangente y se empeñan en demonizar a Uribe. Mala maniobra. Con Uribe o sin Uribe, la democracia colombiana €“ imperfecta como todas   -- debe ser reconocida, apreciada y defendida. Aquí está el meollo del presente argumento: la democracia es lo que más importa. Quede claro.
Si hacemos lo anterior, la decisión sobre las FARC ya está tomada. No podemos ni simpatizar con ellas, ni defenderlas, ni ayudarlas. Debemos censurarlas. Adelante. Casi nadie duda de que las FARC practican la violencia, la delincuencia común y el terrorismo. Y, obviamente, violan los derechos humanos. (He aquí un dato reciente. Desde l990, unas 6.700 personas   -- campesinos en su gran mayoría; no militares, ni policías, ni "burgueses" €“ han muerto, o han quedado mutiladas, por las minas antipersonales que las FARC han "sembrado"; para proteger sus "cultivos" o sus "territorios". Hacer una mina cuesta unos 3 dólares; retirarla o desactivarla, unos 500 dólares. Juzguen ustedes.) Ahora bien, frente a las FARC, nuestros izquierdistas y nuestro gobierno tienen una actitud vergonzante. Su ardiente corazón revolucionario €“ lo saben o sospechan prácticamente todos €“ está de lleno con las FARC. Pero, su "cabeza fría" calcula las consecuencias de semejante favoritismo. (Ellos saben que sólo un energúmeno podría pronunciarse abiertamente por las FARC. Y no quieren, por supuesto, que el Ecuador conste en la lista de los países patrocinadores del terrorismo.) Consecuencia principal de la vacilación: una actitud oportunista, simuladora e hipócrita Debieron tomar una muy desagradable actitud. Así de sencilla es la cosa. Y, mejor, que no intenten aclarar, porque oscurecerán Lamentables consecuencias secundarias: la muy errada política exterior que nuestro gobierno ha seguido con Bogotá y los muy exagerados y muy poco convincentes pataleos por la violación de nuestro territorio. ¡Otra salida por la tangente!

En tercer lugar, debiéramos haber discutido, con la debida seriedad, el asunto de la Base de Manta. Si estamos contra el narcotráfico y contra las FARC, -- por elemental coherencia €“ la base debiera mantenerse. (Asumiendo, por supuesto, los peligros y las obligaciones que tal decisión conlleva.) Si optamos por lo contrario, -- porque la droga acelera la decadencia de los odiados imperialistas y financia a las FARC; o porque, por alguna razón, no nos conviene €“ entonces, la base debe cerrarse. ¿Cómo ha quedado el asunto? Pues, hay nada más que una propuesta de la Constituyente €“ genérica y discutible €“ sobre la prohibición de bases militares extranjeras en el territorio nacional. Y, en la práctica, entonces, el Presidente Correa será quién decida la cuestión; siguiendo el asesoramiento que quiera aceptar o, simplemente, según sus personales sentimientos, preferencias y conveniencias Evidentemente, una omisión culpable. De muchos o de todos Y, desde luego, lo más banal y lo menos serio que cabe. Pero, bueno, así es esta vida de Quito Para cerrar este punto, ¿saben ustedes que a Chávez no le interesa el retiro de la Base de Manta? ¿Por qué? Pues, porque los norteamericanos quieren pasarla a La Guajira colombiana; desde donde, un misil de corta distancia podría alcanzar las áreas petrolíferas de Maracaibo Y Chávez es un militar Así que, si la base termina quedándose, ya conocen ustedes cuál podría ser la principal razón.

Y, en cuarto lugar, los ecuatorianos deberíamos enderezar todos los entuertos que corresponden; los aquí señalados y los implícitos. Y olvidarnos de los papelones que hemos hecho; porque ya son irremediables.

Y, en quinto lugar, ¿no creen ustedes que ya hemos hablado en demasía de Colombia y de las FARC? Si la respuesta es sí, vayamos concluyendo, por favor. Hasta pronto.  

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