En las postrimerías del trabajo de elaboración de la nueva Constitución de la República, el Ecuador se encuentra atravesando por una etapa de grandes y profundas expectativas, cuya influencia será decisiva en el presente inmediato y en el futuro de la vida nacional.
El cambio súbito en la conducción de la Asamblea Constituyente ha provocado reacciones encontradas en la ciudadanía, poniendo en evidencia debilidades inocultables en el sector político dominante en la Asamblea y que se vincula a las tesis del Ejecutivo. Más allá de las diferencias en la forma de conducir la Asamblea €“con amplitud democrática- y las apreciaciones del Presidente de la República sobre su gran compañero y aliado, Alberto Acosta, hay un trasfondo de divergencias que podrían ir mucho más allá de las circunstancias pasajeras.
Por el bien del país, por el destino nacional en juego, es necesario invocar la prudencia de los líderes políticos que encabezan las tendencias aparentemente contrapuestas, para que el proyecto de cambios por el que votó el pueblo ecuatoriano con muchas esperanzas, no sufra modificaciones o tropiezos. La responsabilidad que tienen en sus manos trasciende las momentáneas diferencias que deben llevar a reflexiones internas y resoluciones en función del bienestar colectivo, de gran alcance en el tiempo.
La trascendencia actual y futura del trabajo de la Asamblea, en la nueva Constitución que espera el pueblo, motivan intensa preocupación colectiva, de los medios y de los periodistas, y da lugar a temas, análisis y puntos de vista que ocupan espacio importante en la presente edición de la revista AVANCE, medio de comunicación que, con la presente entrega, tiene la satisfacción de haber llegado al número 200, consagrándose como una publicación que ha sido capaz de lograr una perdurabilidad excepcional entre similares aparecidas en el país y particularmente en Cuenca.