La empresa automotriz Metrocar conmemoró los 32 años con la inauguración de dos nuevos puntos de servicio a los clientes de Cuenca: Chevyexpress, un taller de mecánica rápida, y Comonuevos, venta de vehículos usados, con garantía.
La ceremonia, la noche del 19 de junio, fue en un enorme galpón de las avenidas Gil Ramírez Dávalos y Turuhuayco, al oriente de la ciudad, con el sugestivo ambiente de la exhibición de antiguos automóviles y camionetas marca Chevrolet, flamantemente iluminados para resaltar sus formas y características singulares.
Autoridades, empresarios, periodistas, estuvieron en el acto programado por Metrocar, cuyo Presidente, Henry Eljuri, puso la nota de relieve al evocar la pasión de su padre, Juan Eljuri Chica, por los motores y las tuercas, en su juventud de los años 20 del siglo XX. También fue oportunidad para que felicitara a la fábrica General Motors que se apresta a conmemorar un siglo de trabajo automotriz.
Autoridades, empresarios, periodistas, estuvieron en el acto programado por Metrocar, cuyo Presidente, Henry Eljuri, puso la nota de relieve al evocar la pasión de su padre, Juan Eljuri Chica, por los motores y las tuercas, en su juventud de los años 20 del siglo XX. También fue oportunidad para que felicitara a la fábrica General Motors que se apresta a conmemorar un siglo de trabajo automotriz.
El 4 de noviembre de 1920, cuando apenas tenía 15 años, Juan Eljuri había participado en la recepción del primer avión que aterrizó en un potrero de Cuenca, sumando el rugir de su Harley Davidson azul al estruendo del aparato que descendió del cielo entre aplausos y gritos delirantes de júbilo multitudinario.
El joven aficionado a las motos despertaba entonces admiración por su destreza en el manejo del aparato de dos ruedas, "regio caballo de hierro, compañero motorizado que exigía que su tripulante vista el uniforme de rigor: gorra abotonada en su visera, chaleco y leontina, y terno de casimir inglés cuyas bastas del pantalón debían estar ajustadas por unas llamativas y elegantes medias con diseños romboidales", recordó Henry.
Recordó también que su padre era todo un Caballero de la Mancha cabalgando sobre su tronante Rocinante que ofrecía espectáculos de intrepidez y pericia al romper la tranquilidad de Cuenca con su motocicleta trepando y bajando por la Escalinata, o haciendo cabriolas entre las columnas de los portales del parque Calderón.
Las aplaudidas "locuras" del personaje llegaron a su fin cuando "años después asomó doña Olga Antón y acabó al estilo Margaret Tacher con este criollo heroísmo popular de Don Juan", pues tras el matrimonio empezó por asentar cabeza y dedicarse de lleno a lo suyo: las empresas y negocios.
Pero la pasión por los motores no se había apagado, sino que se modernizó, pues don Juan pasó a conducir las máquinas de cuatro ruedas - las largas mangas de camisa ajustadas con liga-, las famosas camionetas Fargo, De Soto, Power Wagon, a las que llamaba mis Jets, para ir semanalmente a la hacienda San Pedro del Valle de Yunguilla.
La pasión por los motores y las tuercas la había heredado Henry, quien la pasó a sus hijos y hasta le contagió a la esposa, Susana, que sabe bastante de máquinas y mercado automotriz. Entre el humor y el recuerdo, trajo a la memoria su participación en competencias provinciales y nacionales, en motociclismo y automovilismo, "hermosos años con invalorables amigos motociclistas como Wilson Tálbot, con quien fuimos los pioneros en atravesar El Cajas y llegar a Migüir, Fausto Malo, Rodrigo Vintimilla, Enrique Kiko Romero del Guayas, mi querido hermano Jorge "
En automovilismo, evocó las memorables competencias con Guillermo Vázquez Castro, Cancho Malo, Guillermo Ortega, Fausto Merelo, Lothar Ranft, Marco Vivanco, tiempos en los que doña Olga, su madre, le recomendaba al comenzar las carreras "Hijito, correrás despacio, y yo le respondía: si corro despacio, pierdo la carrera "
El vértigo de la velocidad llegó a su fin en 1972, cuando Henry entró al negocio de vender motos Yamaha, Honda, automóviles Andino, Chevette y otras marcas: "comencé como lo hacemos todos, con pasión por los modelos, colores, detalles de la venta del vehículo, dejando en un segundo plano lo relativo a los servicios de posventa Pasan los años y vamos descubriendo que el arma contra la dura competencia es el servicio de talleres y repuestos".
La pasión por las tuercas y motores, lleva a que en la actualidad Metrocar tenga como misión principal el servicio de talleres y repuestos, con el 75% de los 270 colaboradores en 11 locales dedicados a labores con esa finalidad. "Si tuviéramos que diseñar una mascota que represente a la empresa, todos los ejecutivos nos pronunciaríamos por un muñeco que tenga como cabeza una llave de boca o alguna otra herramienta automotriz", fue la frase con la que terminó entre aplausos su intervención.