A pesar de que en 2007 €“enmarcado en el primer año de gestión del Presidente Correa- el país ha experimentado una intensa actividad política, contrastante con el hostigante ajetreo del pasado reciente, el Ecuador ha vivido y vive un clima de paz constructiva.
Por primera vez en mucho tiempo se ha trabajado en calma; los estudiantes se han dedicado a sus tareas académicas y no a ocupar sus horas de estudio a interrumpir la circulación por las calles de las ciudades o a acosar a la fuerza pública en las protestas contra los gobernantes.
Los sectores productivos han gozado de la paz que permite logros saludables en la economía. Con excepción de hechos aislados, como las marchas masivas para protestar por la corrupción o la ineficacia del Congreso, los hechos de Dayuma por problemas petroleros o las reclamaciones en contra de la explotación minera a gran escala, no ha habido más motivos de alteración momentánea de la tranquilidad colectiva.
Vale destacar estos hechos como logros que se suman a la gestión del Gobierno Nacional en su primer año, con la esperanza de que este clima saludable y constructivo persistiera en el futuro. Ocurre generalmente que los medios de comunicación destacan los acontecimientos negativos y pasan por alto los positivos: el tema que abordamos es una prueba de ello.
Lo expuesto tiene su explicación comprensible y fácil: el Gobierno está cumpliendo las propuestas que le llevaron al Poder. El pueblo votó mayoritariamente por el cambio, por la abolición de privilegios de quienes siempre habían explotado la riqueza, la administración pública, las relaciones internacionales, en función de sus intereses. Vivimos tiempos diferentes y eso no puede ocultarse.
La fórmula del Gobierno es simple: sintonizar con las aspiraciones mayoritarias. Así ha logrado el respaldo las veces que ha habido asistencia a las urnas por los temas de la Consulta y la Asamblea Constituyente. Y esta armonía entre gobernantes y ciudadanos, con lealtad a las propuestas que hicieron de Rafael Correa Presidente de la República, será la mejor garantía de la paz que puede prevalecer en el futuro.
Que haya reclamos, inconformidades, protestas y adversidades, está también dentro de lo normal. Así es la democracia: así debió ser siempre la democracia. El pueblo alguna vez debía tener derecho a vivir tiempos de cambio, que han llegado y hay que preservarlos con prudencia, con responsabilidad, patriotismo. Y en esto han de involucrarse gobernantes y gobernados.