Leonardo Berrezueta
El régimen se ha encargado de revivir a un cadáver político como Nebot, al centrar sus ataques a un "líder cantonal" como el mismo Presidente lo ha manifestado en más de una ocasión, al que había que terminarlo de "matar" con la indiferencia y el olvido de quienes creemos en un nuevo país

 
Desde el mes de octubre de 2006, el Ecuador manifestó su deseo de apostarle por un cambio importante a las bases mismas de la estructura política de la sociedad ecuatoriana. Para ello confió y confía hasta ahora, en la propuesta de cambio planteada por un joven político que no tenía -y tampoco lo tiene hasta ahora- ningún antecedente de compromiso con las viejas prácticas políticas y peor aún con algún grupo específico de poder. Su única vinculación ha sido con la defensa irrestricta a los valores y principios de un Ecuador más justo, incluyente, equitativo y participativo.

Ese joven ahora ostenta la calidad de Presidente Constitucional de la República, por la decisión mayoritaria del pueblo del Ecuador en una votación histórica que supero los catorce puntos de diferencia con su inmediato seguidor, el representante de la derecha Álvaro Noboa. Ese sentido de cambio que invadió los corazones de la gente de nuestro país, hizo que posteriormente se triunfen dos históricas jornadas electorales de importancia fundamental para la consolidación de lo que se ha denominado la "Revolución Ciudadana". La consulta popular del 15 de abril de 2007 y la elección de asambleístas el 30 de septiembre del mismo año. Las dos jornadas, con un amplio apoyo al gobierno y a sus postulados de equidad, justicia, libertad, solidaridad, honestidad y responsabilidad.

Los ecuatorianos queremos que la defensa de esos principios sea aplicable en los procesos políticos de este gran ACUERDO que el país necesita. Es necesario que sintamos todos que hemos podido aportar con ideas en la elaboración de estrategias necesarias y fundamentales para terminar con las mismas prácticas deshonestas y mezquinas que han sido una constante en los últimos 25 años de democracia. Una de esas estrategias debe estar encaminada a buscar la forma de enterrar, de una vez y por todas, a la vieja política y a sus jurásicos representantes, como el caso del Alcalde de Guayaquil, nefasto representante de veinte años de desgracias para el pueblo del Ecuador y que ahora quiere, rasgándose las vestiduras, ser el defensor de la libertad y el municipalismo.

Me permitiré indicar un punto de vista personal con la más absoluta libertad, independencia y autonomía. Tal vez la intención y estrategia del Gobierno de Rafael Correa fue otra -o simplemente es esa misma- pero creemos que el mismo régimen se ha encargado de revivir a un cadáver político como Nebot, al centrar sus ataques a un "líder cantonal" como el mismo Presidente lo ha manifestado en más de una ocasión, al que, desde nuestra modesta visión, había que terminarlo de "matar" (no en el sentido literal sino más bien político) con una sola cosa: Con la indiferencia y el olvido de quienes creemos en un nuevo país. Verlo retorcido en un rincón oscuro sin luz y sin aliento, sin "pararle bola" como decimos en el barrio, pero sin que nosotros, los soldados de esta revolución, gastemos nuestros esfuerzos en refutar cada bramido que da este nefasto personaje. Creemos, insistimos, que a lo mejor la intención y la estrategia fue otra, pero sin querer le hemos dado cancha y pelota para que vuelva a envolvernos con ese discurso de barricada que tanto daño nos ha hecho. Si bien es cierto que no se puede confiar ni subestimar la debilidad del contendor, pero tampoco por eso podemos gastar toda la artillería en el último representante de la oligarquía.

Creemos, que desde la visión progresista que nos alienta a seguir creyendo en este proceso ciudadano y desde el profundo compromiso por seguir impulsando esta revolución de todos y que no tiene dueños pero si una guía como el Presidente Correa, es menester no declinar en la lucha y muchas veces replantear estrategias.

La lucha no es fácil, lo sabemos. Pero también sabemos que las estrategias y las formas de luchar pueden variar y cambiar según sea el enemigo. A lo mejor el enemigo no está tan solo en las oligarquías o en la pobreza, en la inequidad social o en las nefastas fundaciones oscuras. A lo mejor el verdadero enemigo está en permitir que los insepultos vuelvan con sus lenguas de fuego a atacar a la última oportunidad que el Ecuador tiene de cambiar definitivamente sus estructuras más profundas, por lo que hay que recordar lo que muy acertadamente decía José Martí: "Las trincheras de ideas valen mucho más que las trincheras de piedra".

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