| ¿En dónde encontrar las razones por las cuales no fue aprobada la propuesta de reforma constitucional presentada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, cuando los mismos que le eligieron tres veces presidente y salieron a las calles a defenderlo tras el golpe de Estado del 2002, por primera vez le dieron la espalda? |
El liderazgo carismático tiene un elemento de magia que lo hace peculiarmente inestable. Sin pedir ni dar explicaciones, repentinamente se deshace, se esfuma. Cuando se fractura, todo desaparece por encanto y nos damos cuenta de que detrás de la fachada no había más que maquillaje, que el otrora asombroso poderío del líder no era más que brillo de espejos, una simple línea de ficción. Las circunstancias políticas adversas ayudan a la destrucción del carisma. Sucede entonces la estampida y los seguidores corren en búsqueda de una nueva ilusión. Lo hemos visto infinitas veces a lo largo de la historia universal y en psicología política y económica se asocian, además, al llamado efecto del último vagón: las personas repentinamente desertan a quienes perciben como perdedores y siguen a los que se perfilan como potenciales ganadores.
Efectivamente, de triunfos y fracasos están hechas las revoluciones. No obedecen a un trazo lineal, su evolución está sometida a toda suerte de impredecibles acontecimientos y peripecias de la historia. Muchas de ellas en la ya larga trayectoria de la humanidad, se han quedado en el camino, salvo la revolución rusa y la cubana, ésta última que se resiste en medio de cambios estructurales.
Los matices que hacen posible el estudio de ambos resultados son indispensables al momento de identificar los valores que potencian una revolución, o bien para evaluar aquellos que impiden el avance de un proceso revolucionario en una situación determinada y concreta.
En dónde encontrar las razones por las cuales no fue aprobada la propuesta de reforma constitucional presentada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, cuando los mismos que le eligieron tres veces presidente y que salieron a las calles a defenderlo tras el golpe de Estado del 2002, por primera vez le dieron la espalda. Es el primer revés electoral que sufre desde 1998 cuando ganó las elecciones. La cuestión es en extremo compleja.
Lo que ahora se sabe es que Chávez y su revolución sí tiene fecha de vencimiento: el 2012 si es que no le sucede otro fracaso en el camino sembrado por el enfrentamiento y la ruptura con el aparecimiento en escena de los estudiantes universitarios, gestores de la victoria del No y el abstencionismo, principal adversario electoral de la propuesta, así como la injerencia del imperio en los asuntos internos utilizando mecanismos tecnológicos de la política que le permiten ocultar sus acciones, pero, con calculada y fría omnipresencia en el mapa de nuestras naciones han logrado su propósito para que la experiencia venezolana no se extienda al resto de América Latina.
Evidentemente que Chávez ha cometido muchos desaciertos debido en gran medida a su incontinencia de dura verborragia, y porque sobre todo ciertos indicadores de gestión como la escasez de alimentos como la leche, así como los altos índices de corrupción y criminalidad han hecho perder la fe de sus seguidores.
Hay otros factores que han pesado para la derrota. Varios observadores consideran que la oposición fue de carácter internacional y que la arrogancia de Chávez le está llevando por el camino equivocado al lanzar insultos e improperios en contra de los Estados Unidos, México, España, Perú y Colombia y contra todo aquel que se oponga en su camino.
Con respecto al futuro de la revolución bolivariana cabe solamente la reflexión y la autocrítica, no hacerlo significaría abrirle definitivamente el camino a la contrarrevolución. Es hora de escuchar a los estudiantes que piden la reconciliación nacional.
Definitivamente los caminos de la revolución son largos en donde la experiencia y la esperanza pueden algún día concebir a América Latina como ser político revolucionario.