La trayectoria de un profesional que ofrece asesoría tributaria y comenta sobre las temibles reformas en boga, mientras estrena su casa propia
Llevar la contabilidad de empresas y personas le permite conocer vida y milagros de mucha gente a Hernán Samaniego Torres, Contador Público graduado en 1974, para añadir años más tarde a su currículo el título de Ingeniero Comercial. El ejercicio profesional le ha hecho seguir la trayectoria de los gajes tributarios del país en los últimos cuarenta años.
"Solo desde que se creó el Sistema de Rentas Internas se empezó a valorar a los Contadores: antes los procesos tributarios eran rudimentarios y los profesionales casi estábamos por demás", comenta el hombre de 64 años que recuerda cómo, recién obtenido su título, era difícil abrirse campo profesional en un medio €“el país entero- sin cultura tributaria, donde se mandaba a hacer facturas donde fuese, con numeración arbitraria y bajo el precario control oficial de los fiscalizadores del Ministerio de Finanzas.
El año nuevo le ha cogido con casa nueva: "Siempre soñé con disponer de un local construido exclusivamente para mi trabajo, provisto de tecnología acorde con los requerimientos que imponen los actuales tiempos", comenta mientras muestra al periodista las oficinas con mobiliario moderno, equipos de computación y espacios elegantes.
Es un hombre realizado. De 1967 a 1977 trabajó en el Ministerio de Finanzas como auxiliar de fiscalización e inspector de impuestos. Provisto del título de Contador en el colegio Antonio Ávila, decidió aventurarse por el ejercicio profesional en forma particular. "Fue una tarea dura, muy dura al inicio: había que acumular experiencias hasta enamorarse de la profesión, empezando por encontrar gente que le confíe sus documentos para organizar los sistemas contables", dice el personaje que actualmente tiene decenas de personas, empresas comerciales e industriales a las que asesora y tramita los procesos contables, tributarios y aún jurídicos.
Primero fue en un cuarto de la casa de habitación rentada en las calles Juan Jaramillo y Hermano Miguel, donde montó la Oficina Jurídica y Contable, hasta pasar a una oficina adecuada en la vivienda propia, en la calle Pachacámac, al oriente de la ciudad, donde obtuvo de la Superintendencia de Compañías la calificación de Auditor Externo.
El edificio de la empresa profesional de Hernán Samaniego. |
A poco que dejó el cargo en el ministerio de Finanzas alternó el oficio con la gerencia de la fábrica CIMASA, productora de muebles metálicos, donde permaneció de 1977 a 1991. Luego vino la dedicación total a su propio proyecto.
En septiembre de 2000 había crecido la empresa y pasó a constituirse en Compañía Limitada, con el nombre de Servicios de Auditoría Externa y Contabilidad, Serviaudexconta: un nombre al comienzo difícil, que ha acabado por hacerse familiar entre los clientes. Hernán Marcelo, ingeniero comercial y María Eugenia Samaniego Vintimilla, abogada, los hijos, son socios de la compañía que también ofrece asesoría en materia jurídica.
En noviembre último estrenó el edificio construido para la empresa, donde laboran nueve profesionales involucrados a la especialidad de los servicios. Aún se percibe la pintura de paredes frescas y muebles nuevos que le permiten a Hernán, Gerente de la empresa, comparar los tiempos viejos con los actuales: "Yo empecé a trabajar con secretaria y una calculadora de pilas de 14 dígitos, marca Sanyo, para llegar ahora a disponer de este local con una planta completa de oficinas, recepción, archivo y equipos de informática de los más avanzados", comenta sin ocultar la felicidad del hombre que ve realizados sus sueños, capacitado para dar asesoramiento tributario, contable, financiero, jurídico, laboral y mercantil.
La oportunidad es propicia para derivar la conversación sobre el tema del momento: la reforma tributaria: "toda reforma es buena y necesaria, pero me inquieta que el código tributario haya sido concebido con prejuicios penalistas y confiscatorios, como si los contribuyentes fuesen criminales. Asustan las amenazas de cárcel, la suspensión de derechos o la prohibición de ejercer cargos públicos, por causas que podrían ser motivo de justificación o investigación previa",afirma.
Pero considera positivo el rigor en el cobro de tributos, con criterios de justicia, también para imponer sanción a los evasores. "Se necesita cada vez más imponer una cultura tributaria, para que los contadores y los clientes estemos conscientes de la responsabilidad de cada quien. Además, está en marcha la aplicación de las Normas Internacionales de Contabilidad, a las que obligatoriamente deberá incorporarse el Ecuador desde este año, lo que implica que unos y otros seamos eficaces y responsables al cumplir las obligaciones", sostiene.
Además de jefe en su oficina, es un asesor de su propio personal: "Yo les consejo que estudien y se capaciten permanentemente. A ellos corresponderá sustituirnos, pues empezamos a sentir el peso del deber cumplido, para dejarlo en manos de quienes nos seguirán de inmediato", comenta.
Los cómodos y modernos ambientes interiores y a la derecha Fabián Ordóñez, jefe de contabilidad. |