Los ecuatorianos llegamos al último mes de un año caracterizado por intensas expectativas económicas, políticas y sociales y también con inquietudes que trascienden los límites patrios, por la relación con países vecinos y con los del primer mundo.

La caída del precio del petróleo, fuente prioritaria del presupuesto nacional, las denuncias sobre el manejo corrupto de la deuda externa por casi todos los gobiernos de las últimas tres décadas de vida democrática, la vigencia de una nueva Constitución, la presencia de un fenómeno delictivo que se impone por sobre las capacidades de control y represión, son ingredientes de un panorama poco alentador al finalizar, además, el segundo año del gobierno que irrumpió en el destino nacional envuelto en una masiva suma de esperanzas.

Y en este ambiente el país entra en el período especial de la temporada de navidad y fin de año que, como todos los diciembres, se caracteriza por alentar movilizaciones económicas y promesas de buen augurio en las relaciones familiares y sociales. Un paréntesis del trajín cotidiano al que se suma, por añadidura, toda una temporada festiva de la Capital de la República que tiene el privilegio de celebrar a lo grande su efemérides de fundación.

Es tiempo de no descuidar las preocupaciones por la realidad nacional €“lo que a veces es deliberadamente impulsado desde esferas oficiales- pero también para evaluar en lo individual y lo colectivo lo que han sido los últimos 365 días y para planificar la participación en las actividades privadas y públicas en el año que viene, durante el cual el Ecuador volverá a ser epicentro de accionar político con las campañas electorales y la elección de autoridades locales, regionales y nacionales.

El mundo está en vísperas de una situación económica excepcionalmente difícil y amenazante, de la que países como el nuestro no podrán estar libres y, más aún, no evitarán ser víctimas seguras. Será de responsabilidad de las autoridades del gobierno asumir con entereza, prudencia, eficacia, honradez y sobre todo con realismo, las derivaciones de la crisis mundial que, pasados los días festivos y las tradicionales conductas propias de cada diciembre e inicios de un nuevo año, volverán a colocarnos con los pies sobre la tierra capacitados para encarar los retos, o angustiados por no poder hacerlo.

Se va diciembre, se va 2008, pero ¿qué nos espera luego? He ahí una de las interrogantes con respuestas difíciles, inciertas y poco alentadoras.

 

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Señor
Director de Revista Avance

Me refiero al ejemplar 24 de este mes, que contiene valiosos artículos como el Mirador Latinoamericano de Julio Carpio, La civilización del espectaculo de Alba Luz Mora, La historia de la casa sede de la Bienal, La interculturalidad, y otros, que le dan cuerpo e interés a una revista equipada además, con valiosa información y material fotográfico de calidad. Por todo esto, reciba mi cordial felicitación.


Dr. Carlos Mario Crespo

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