Julio Carpio Vintimilla

LOS JOVENES: ¿HACEN TEMBLAR AL MUNDO?

Mirador latinoamericano
 


Los jóvenes ¿hacen temblar al mundo?

Aquí y ahora, el columnista X de un diario de Quito. Nos dice, palabras más, palabras menos, lo siguiente: Unamuno €“ en su cátedra de Salamanca y casi con lágrimas en los ojos €“ les leía a sus alumnos un fragmento de Juan Montalvo. Era aquel de la frase tan contundente: ¡Ay del país en que los jóvenes no hacen temblar al mundo! Fin de la alusión. Una cierta sorpresa. Vaya, algo queda mal en este texto Detectado: la palabra mundo. ¿Qué es lo que mundo expresa en este caso? ¿El autor habrá querido decir hacer temblar a toda la gente del país que corresponda? Bueno, entonces, Montalvo estaba usando la palabra mundo en un sentido aproximativo, laxo y popular. Como, por ejemplo, cuando decimos: En Loja, todo el mundo le reza a la Virgen del Cisne Formalidades, ciertamente. Pero, aparte de esto, hay también algo de fondo. Sabemos que Don Miguel no era un sentimentaloide barato. Ni, tampoco, -- por lo que él mismo escribió €“ un admirador de Montalvo Y €“ a diferencia del muy retórico y bastante insustancial ambateño €“ el gran bilbaíno era un hombre de estilo más bien directo y de verbo lleno de pensamiento. (Leímos a Unamuno, casi totalmente, en nuestra juventud. Nos atrapó.) Por lo anterior, dudamos de la autenticidad de la anécdota. No podemos imaginar al maestro vasco haciendo este pequeño y tristecito papelón No creemos que se dejara impresionar por una afirmación muy antojadiza y, gramaticalmente, mal construida. Continuemos. Más adelante, afirmaba el columnista: En el Ecuador actual, la juventud está resignada. Ha abandonado las calles. No protesta; aunque suban los alimentos, aunque suba el transporte, aunque los sueldos no alcancen, aunque se golpee a la democracia ¿Vieron? Este columnista es otro de los sencillos, que no entienden lo que está pasando en nuestro país. Está francamente despistado. ¡Qué hacer! Dejémoslo allí; con su ingenua credulidad, con su blanda inconsistencia. Nosotros avancemos.

Precisiones. Todos saben que la juventud es la etapa de la vida que sigue a la niñez y que precede a la madurez. Pero, lo que muchos no saben es cuánto dura. ¿Cuánto? Depende. ¿De qué? Pues de la expectativa de vida, de las condiciones sociales, de las condiciones económicas, de la cultura La expectativa de vida €“ el promedio de años que, dadas ciertas circunstancias, el habitante de un país puede normalmente vivir €“ está creciendo en todo el planeta. (Ecuador, unos 76 años, en el 2006; Japón, 82; la cifra se corre hacia los 90; y se afirma que, dentro de pocas décadas, los hombres podrían vivir, con salud suficiente, unos 120 años. Todos podrán ser vilcabambas ) Ahora, dividamos la vida en las tres partes conocidas: juventud, madurez y vejez. La juventud comprendería el primer tercio. (Las subpartes de la niñez, la adolescencia y la juventud propiamente dicha.) Así, en una vida de 81 años, la juventud correspondería a los primeros 27. (Y, aquí, entran las condiciones sociales y la cultura.) Entonces, ¿la juventud termina hoy hacia los 27 años en los países desarrollados? Parece que sí. Y hay más: cierta seudojuventud tiende a correrse hasta más allá de los 30 ¿Causas? Los jóvenes tienen dificultades para conseguir un trabajo estable y adecuado a su preparación; les resulta muy caro adquirir un departamento; conviven sin casarse, porque valoran mucho su libertad individual; algunos no quieren tener hijos Resultado: buen número de jóvenes siguen viviendo con sus padres, aun después de haber hecho sus posgrados. Y pensar que, en los antiguos y buenos tiempos, los enérgicos jóvenes norteamericanos se iban de la casa paterna a los 18 años Y, en ese momento, sicológica y socialmente, -- no biológicamente €“ empezaba la madurez ¡Tales tiempos, tales costumbres ! €“ como decían los romanos.

Bueno, con lo anterior, vayamos al fondo de la cuestión. ¿Es cierto que los jóvenes hacen la historia? Y, como consecuencia, -- al hacerla €“ sacuden fuertemente a sus respectivas sociedades. (Eso, más o menos, sería "hacer temblar al mundo".) Veámoslo. Hay, efectivamente, quienes dicen que la independencia sudamericana fue lograda por jóvenes. Bolívar estaba en sus 33 años cuando, en 1816, inicia la campaña de Venezuela. Y Sucre tenía 29 años cuando, en 1824, triunfa, brava y brillantemente, en Ayacucho. Se puede considerar que los dos, y muchos otros más, eran jóvenes ¿Una buena prueba? No, señor. Antes de Bolívar, estuvieron Miranda, Nariño, Espejo, Los Comuneros y hasta, en cierto modo, Tupac Amaru Y los pensadores europeos, y los liberales, y los independistas norteamericanos, y los criollos descontentos, y los españoles torpes Viejos y jóvenes Demasiados antecesores La historia es un proceso continuo. Y la hacen todos. Cambiando lo que corresponda, aplíquese el mismo razonamiento a la Revolución Cubana; otra célebre y reputada "acción de jóvenes". Por lo tanto, estamos en las mismas. Y, bueno, por este camino, sólo hemos podido llegar a este punto. Y €“ en cuanto al protagonismo esencial de los jóvenes -- no se ha encontrado, ni se ha probado nada.

Pero, insistamos. ¿Hay algunos hechos realizados fundamentalmente por los jóvenes? Encontramos dos. Primero, la Reforma de Córdoba, en 1918. Ciertamente, la realizaron, en lo fundamental, los universitarios de La Docta. Pero, en antecedentes y antecesores, estamos igual que antes. Y, por otra parte, ¿cuán trascendente fue, en realidad, este movimiento? Bueno, reconozcamos que tuvo una marcada influencia, en la región latinoamericana, hasta la década de los cincuenta. Después, prácticamente, se agotó. (Los técnicos de la UNESCO recomendaban, luego, a las universidades de América Latina, que se reformaran siguiendo el exitoso modelo norteamericano.) Y, a propósito, hay, hoy día, quienes se preguntan por qué unas propuestas estudiantiles €“ más bien "administrativas" €“ pudieron ejercer tan considerable influencia. Pero, bueno, en este caso, al menos, nuestras anticuadas universidades sí "temblaron". Aunque, de hecho, el mundo siguiera igual Segundo, más famoso: el Mayo Francés del 68. He ahí un movimiento que está dentro de la mejor idiosincrasia gala: bizantinismo, libertarismo, anarquismo, radicalismos maquillados, surrealismo Y €“ sorprendentemente añadido al suceso €“ la también típica insatisfacción vital e intelectual de los franceses Se puede hallar un eslogan para cualquiera de estos aspectos de la revuelta. Y, aquí, la pregunta importante: ¿Qué trascendencia tuvo el movimiento? Miremos bien. ¿Qué trascendencia política puede tener un alzamiento tan inclasificable, un alzamiento casi metapolítico? ¿Qué trascendencia política puede tener un hecho casi quijotesco? ( ¿Qué tal si a alguien se le hubiera ocurrido vestirse de Quijote y cabalgar por las calles de París? Habría resultado un símbolo perfecto de la curiosa revuelta.) En fin, la política no puede arreglar los problemas personales de la gente: la vaciedad, el absurdo, la incomunicación Sólo puede arreglar los problemas comunes; cuando puede Y el mismo Daniel Cohn Bendit ha reconocido que El 68 es ya solamente un recuerdo. A confesión de parte,

Concluyamos. ¿Y cuando los jóvenes deben, más bien, pagar las omisiones de sus mayores? Cuando reciben, por ejemplo, una educación mala o pésima. ¿Y cuando son utilizados? ¿Y cuando millones de jóvenes deben ir a la guerra, mandados y comandados por sus mayores? Está bien. Basta. Aquello de la juventud que "presiente la inminencia de los terremotos", de la juventud irreverente, de la juventud que todo lo puede, de la juventud que arrasa, son solamente lugares comunes o simples pensamientos desiderativos. Nada más. ¿Y tiene una moraleja este cuento? Sí, señor. La siguiente: Desconfiemos mucho de la retórica. La verdad y la objetividad suelen hablar en forma clara, precisa y directa.

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