Los medios dieron importancia al show mediático del grito, a las damas de negro y a los cargadores de ataúdes simbolizando la muerte de la democracia o que un asambleísta se parche la boca, todo un montaje político de las élites, a los que se pertenecen como empresas privadas de comunicación para intentar intoxicar las mentes de los ciudadanos, en una campaña abierta para defender sus privilegios |
Múltiples lecturas deja el papel jugado por los medios de comunicación ( emisoras de radio, prensa escrita, canales de televisión e Internet ) durante la Asamblea Nacional Constituyente. La creciente debilidad de los partidos políticos tradicionales hizo que, sobre todo, la prensa de opinión y la televisión deje de lado todo tipo de expresión de neutralidad y se convierta en actor político y de oposición frente al Gobierno y la Asamblea en clara respuesta a la ya recargada retórica del presidente Correa en contra de los medios.
Los medios tuvieron un claro posicionamiento político que sobredimensionó una postura escéptica respecto a la viabilidad de la Asamblea. Estos fueron capaces de generar un ambiente discursivo que, en muchas ocasiones se inclinó hacia el sensacionalismo y el espectáculo, así como hacia la descripción de un conjunto de noticias con signo alarmista y efectos negativos que alimentaron una deslegitimación de la Constituyente. Así se difundió temores y divisiones entre asambleístas de la mayoría como queriendo reproducir las mismas prácticas que el Congreso y la partidocracia, en referencia a maniobras e incapacidad para forjar una imagen que supere los defectos del pasado.
Los medios como la televisión dieron importancia al show mediático del grito, a las damas de negro y a los cargadores de ataúdes simbolizando la muerte de la democracia o que un asambleísta se parche la boca, todo un montaje político de las élites, a los que se pertenecen como empresas privadas de comunicación para intentar intoxicar las mentes de los ciudadanos, en una campaña abierta para defender sus privilegios y oponerse a toda reforma social y hasta convertirse en perros guardianes del orden económico establecido.
Al mismo tiempo, los medios escritos, con la excepción que hace la regla, hicieron poco esfuerzo para definir un ámbito deliberativo que represente un intento favorable de orientación a las necesidades comunicativas del público, en función de relacionar a los asambleístas con múltiples grupos de la sociedad civil, sus propuestas y una atmósfera de opinión donde fructifique la confianza en torno a las reformas esperadas.
Se intentó poner en duda la capacidad de los constituyentes para redactar una Constitución dentro del plazo establecido y se trató vanamente de minimizar la lucidez e inteligencia de Fernando Cordero como presidente de la Asamblea que con amplias credenciales de concertación y trabajo eficaz supo imponer su autoridad a ultranza a favor de una reforma democrática que modifique la jerarquía del poder y de la riqueza.
Ya no son sólo los poderes de la oligarquía tradicional y de la vieja política, ahora los poderes mediáticos son los que pasan a dar la batalla política en nombre de la ¡ libertad de expresión ¡.
De ahí que sea necesario desarrollar una reflexión sobre cómo exigir de los medios más ética, que simplemente orienten con la verdad, de cómo pedir a los periodistas €“ la mayoría de ellos, serios y honestos €“ a actuar en función de su conciencia y no en función de los intereses de los grupos, de las empresas o de los patronos que los emplean.
Los ciudadanos reclaman una información honrada, no contaminada por mentiras, rumores, distorsiones y manipulaciones mediáticas de los aparatos pertenecientes a esos grandes grupos de poder económico, que no confundan su propia libertad con la libertad de empresa misma que no puede prevalecer, en ningún caso, sobre el derecho ciudadano a una información rigurosa y verificable.
Por lo demás, cabe una conclusión: por donde van los medios, no va la ciudadanía. Hay ahora un colectivo que reflexiona, que ya no se come el cuento de lo que muestra la televisión , publican algunos diarios y opinan los periodistas.
Cambiará esta triste realidad de cara al Referéndum. La guerra mediática ya es de todos.