Eliecer CardenasEl saldo es desfavorable para el Ecuador y su seguridad. La brutal guerra civil colombiana, con sus ingredientes de terrorismo insurgente, terrorismo de estado (paramilitares), narcotráfico e ingerencia norteamericana, ha rebasado las fronteras y amenaza convertirnos en simple campo de batalla

 

Las relaciones con la vecina Colombia, tradicionalmente normales y pacíficas, sufrieron un espectacular vuelco tras la agresión a la soberanía ecuatoriana cometida por el gobierno del vecino país, al bombardear y luego aniquilar una base de las FARC, la principal guerrilla colombiana, con la objetivo de eliminar a Raúl Reyes, segundo al mando de la fuerza insurgente, y sobre todo, demostrar al Ecuador que Colombia y sus fuerzas armadas pueden, si lo desean, intervenir en territorio nuestro para eliminar "focos terroristas", en una versión "paisa y cafetera" de la controvertida doctrina de George W. Bush que proclama la extraterritorialidad global de sus guerras "contra el terrorismo".

Evidentemente, Uribe venía perdiendo su batalla de "guerra de exterminio" a la insurgencia de su país. Chávez, en Venezuela, acaparaba el protagonismo del rescate de rehenes presos por la guerrilla, en tanto el Ecuador, a los ojos de los cancerberos militares de Uribe, seguía mostrándose demasiado complaciente con las infiltraciones de las FARC en su territorio, sus líneas de aprovisionamiento y campamentos de repliegue. Además, para el Gobierno de Colombia, y por supuesto su mentor, el de los EE.UU., existía la peligrosa sensación de un cerco izquierdista venezolano-ecuatoriano que había que neutralizar. Tales eran los objetivos reales de la incursión armada colombiana a nuestro territorio, contra una base de repliegue de las FARC.

La reacción ecuatoriana fue fulminante, y ciertamente el gobierno de Colombia no se la esperaba, acostumbrado a jugar "al gato y el ratón" con su pequeño vecino meridional. El Presidente Correa y la Cancillería se movilizaron en una enérgica cruzada por países claves del Continente, planteando la condena ante los organismos hemisféricos €“Grupo de Río, OEA-, a la agresión de parte de Colombia, cuya estrategia con dobleces quedó al descubierto en estos foros, así como una "campaña sucia", en los medios internacionales y del vecino país, en contra del Ecuador como supuesto amparador de la guerrilla. El asunto no se ha solucionado, ni tendrá un desenlace inmediato, pero es un hecho que el gobierno de Uribe tendrá que pensarlo dos veces antes de lanzar otros ataques contra territorio ecuatoriano, a pretexto de las bases irregulares.

Pero el saldo es francamente desfavorable para el Ecuador y su seguridad. Se lo quiera o no, la brutal guerra civil colombiana, con sus ingredientes de terrorismo insurgente, terrorismo de estado (paramilitares), narcotráfico e ingerencia norteamericana, ha rebasado nuestras fronteras y amenaza con convertirnos en simple campo de batalla, ajeno a la tradición pacífica del Ecuador y su vocación de mediar en un conflicto como el colombiano que solamente tendrá una salida política, no meramente militar como lo quieren los "halcones" de Bogotá y la Casa Blanca, por lo menos mientras el señor Bush continúe en el mando de la potencia hemisférica, fiel a su obcecación de bombardear cualquier lugar del mundo donde "se esconda un terrorista". Peligrosa doctrina para nuestro país, tan cerca de Colombia y tan lejos de una posición internacional clara que defienda a rajatabla el principio de soberanía frente a cualquier agresión, sin importar los pretextos que se esgriman para practicarla.

 

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